Jimmy Giménez-Arnau: "Mi madre era falsa conmigo. solo me hacía caso cuando venían visitas"
Una vida para contar es la que tiene Jimmy Giménez-Arnau. Muchos de esos capítulos los narra en su nuevo libro ‘La vida jugada’ (Arzalia Miscelánea)donde deja constancia de las personas que han sido importantes, o no, en estos 77 años.
Hoy Corazón Teníamos que hablar de su libro pero el coronavirus nos ha paralizado. ¿Cómo está viviendo este amargo capítulo?
Jimmy Giménez-Arnau Encerrado como un oso en una jaula. Estoy aterrado porque esta cayendo mucha gente y yo, aunque me siento como una flor de 77 años, estoy en el grupo de riesgo. Además, años atrás tuve un empiema pleural, que es como una neumonía triple, y de ahí que esté cumpliendo a rajatabla todas las recomendaciones. Con la salud no quiero ni media broma.
H.C. Esta semana el coronavirus ha acabado con la vida de Lucía Bosé a quien siempre ha querido mucho.
J.G. La adoraba. Era íntima amiga mía desde joven. Lo nuestro fue un romance de primavera, tierno. El regalo más bonito que me ha hecho una mujer fue el que me hizo al entregarme su último electrocardiograma. La adoraba y sobre todo fue una gran amiga que nunca me traicionó. La última vez que nos vimos fue en un Deluxe y estaba como siempre, con una agilidad y sentido del humor increíbles, como son todos los Bosé, seres de enorme fuerza, estilo y categoría.
H.C. De su madre, Inés Puente, recuerda en el libro el bofetón que le dio a los siete años cuando estaba en un internado inglés. «En ese momento decido que esa señora ya no será mi madre», escribió. ¿Cambiaron las cosas con el tiempo?
J.G. De mi madre admiré su crueldad y su sentido del humor, muy de su familia, pero esa bofetada me marcó y decidí sacarla de mi vida. Era falsa conmigo porque nunca me hacía caso salvo cuando venían visitas a casa o si me ponía enfermo, entonces era cuando se despertaban sus únicos buenos instintos. De todas formas, yo a quien adoraba era a mi padre. Le tenía admiración, cariño y respeto. También a mi tío Enrique Giménez-Arnau. Eso sí, de mi madre he heredado la mala leche. Era graciosa e implacable a la hora de describir a la gente. Recuerdo una amiga que llevé a su casa y lo único que me comentó fue que era maja pero que no la llevara más.
H.C. También pasa muy de soslayo a la hora de referirse a sus hermanos.
J.G. Con ellos me llevé más o menos bien hasta que murió mi padre. Con la herencia demostraron cómo eran realmente. Mónica murió hace tres años, Ricardo anda de clínica en clínica porque es alcohólico y lo alucinante es que sobrevive a todo y con Patricia y José Antonio, lo último que les dije al morir mi madre es que yo iba a enterrarles a todos.
H.C. Siguiendo con las mujeres de su vida, en el libro habla sobre su primera esposa, Merry Martínez-Bordiú.
J.G. No me ha quedado más remedio, porque la editorial me lo había pedido. Si es por mí, no le dedico ni una línea. El tiempo que pasé con los Franco me parece una absoluta pérdida de tiempo.
H.C. Sobre su novia americana, Bárbara, no guarda recuerdos emocionantes.
J.G. Se quedó instalada a mi lado cuatro o cinco años. Tenía mucha cara. Como buena hija de millonarios era una pava.
H.C. Su hija Leticia. ¿Algo que señalar?
J.G. Nada. Solo quiero a quien me quiere, y eso es un principio que cumplo a rajatabla. Hasta los 12 años tuve contacto con ella y luego nunca más. Mi abogada me decía que luchara y por eso puse varias demandas, que gané. No quería que el día de mañana me reprochara que no hice nada, pero el resultado es que tras dos meses conmigo feliz en mi casa de Segovia se fue con su madre y ya no hubo más contacto. Le mandé mis libros con mi teléfono y acuse de recibo y nada. Murieron mis padres y tampoco tuve un pésame. ¿Voy a llorar por quien no ha llorado a mis padres? Para nada. No lloro por quien no me quiere.
«El tiempo que pasé con los Franco me parece una absoluta pérdida de tiempo»
H.C. Su segunda esposa, la modelo Teresa.
J.G. Nos presentó Carlos Mundy y lo nuestro fue más un negocio que otra cosa. Vendimos la boda, la pedida, la luna de miel… Con esas exclusivas me compré una granja en Segovia y al año me enteré que Teresa seguía enganchada con un exnovio que le había dado mala vida. Decidí que cada uno haría su vida y nos divorciamos cinco años después.
H.C. En el libro habla también del día que fue detenido por llevar cocaína encima.
J.G. Otros hablan de drogas blandas o duras pero yo las clasifico entre las que dan actividad a la mente, que son las que yo he consumido como la marihuana, ácidos o cocaína, o las que te llevan a la ignorancia del cuerpo, como el alcohol, la heroína… esas nunca me interesaron. Evidentemente la detención me hizo cortar con esa vida. Utilizaron mi caso, que fue un chivatazo de un camello confidente, para tapar otros escándalos como fue la detención de Roldán, con quien compartí portada. Al final el juez Coronado me dejó libre y sin cargos y nunca entré en la cárcel.
H.C. En su libro se vuelve amoroso al hablar de Sandra, con quien lleva 14 años.
J.G. La única condición que me puso Sandra cuando empezamos fue que solo estuviera con ella y que se habían acabado las drogas. Es una mujer seria, responsable, estupenda y muy preparada además de buenísima persona. Es una gran trabajadora, ahora coordina el debate de ‘Supervivientes’ y no veas como domina la tecnología. Es el gran amor y mis amigos están encantados con ella. Sé que a mi padre le habría encantado y eso es lo que me importa.
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