La declaración de amor de Belén Esteban a Miguel Marcos por su cumpleaños
Si hay alguien del universo ‘Sálvame’ profundamente enamorada de su marido (que nos disculpen Lydia Lozano y Charly), esa es Belén Esteban de ‘su Miguel’. No suele hablar mucho de él, porque se encuentra mucho más a gusto en ese discreto segundo plano, alejado de ser un personaje público, pero ayer ella hizo una excepción porque la ocasión lo merecía.
Miguel celebraba su 33 cumpleaños y la de Paracuellos del Jarama aprovechó su directo en ‘Sálvame’ para poner en valor todas las virtudes del hombre junto al que comparte su vida. «Miguel cambió todos mis planes. Aparte de mi familia, mi hija y él son lo principal en mi vida. Lo que más quiero yo«, decía sin querer profundizar mucho, pero acabando sucumbiendo ante las preguntas de su compañero Kiko Hernández.
Miguel cambió todos mis planes»
«Imagina que no está en tu vida, que el día que te dio una bajada de azúcar no lo hubieras conocido. ¿Cómo sería tu vida sin él?», le lanzaba el cebo en el que ella picaba: «No lo sé. Ahora soy feliz. Es todo lo contrario a mí. Es muy tranquilo, yo soy muy nerviosa. Me sabe llevar muy bien. También tiene defectos: es muy cabezón. Pero en mi vida es muy importante».
Kiko señalaba la discreción de Miguel, y Belén continuaba: «Muchas veces no lo pasa bien porque soy su mujer. Es una persona que tiene su trabajo. Nunca ha querido hacer una entrevista o hacer un ‘Deluxe’. Sabía desde un primer momento que no iba a salir».
«Él me tranquiliza, pero es una persona muy coherente. Me da la razón y si me tiene que decir ‘te has equivocado’ me lo dice. Cuando pasa algo y veo varios WhatsApp y sé que me va a regañar. Me dice: ‘No has estado bien, no llevas razón’. Agradezco mucho que sea como es conmigo», proseguía con ese ejercicio de sinceridad la colaboradora.
Belén, que aseguraba que ya era hora de que le tocara algo bueno en la vida, tampoco esquivaba el tema de una posible paternidad y el miedo que le da a él por el riesgo que entrañaría por la diabetes y la edad de ella. Y era cuando le lanzaba el mejor de los piropos, y unas palabras que dicen, sin nombrarle, mucho de Jesulín de Ubrique: «Es un padrazo. No es que lo vaya a ser, es que lo es. Lo que tienen que ser otras personas… no hace falta».
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