La verdad ‘piadosa’ de Jesús Mariñas: «Isabel Pantoja, un punto final en la historia de la copla»
- María Casado, Álvaro Muñoz Escassi, Raquel Mosquera, Concha Velasco… todas las ‘verdades piadosas de Jesús Mariñas.
Digo, sostengo y defiendo. Isabel Pantoja acusa la sombra y sospecha de haber suspendido varios conciertos en Chile, algo terrible, temible, retratador y grave. Su último concierto fue el pasado agosto en el Tío Pepe Festival de Jerez de la Frontera. Quizás uno de los recitales más tristes que ha dado y durante el que aprovechó para lanzar varias pullitas a sus ex amigos y a su hijo Kiko.
Sigo firme en la creencia de que está sufriendo lo peor de su vida. No habría supuesto ni en pesadillas una situación tan grave. Sigo firme en mi convicción de que Isabel Pantoja es un punto final y remate en la historia de la copla, eso tan nuestro y denunciador de males –»¡ay pena, penita, pena!»–, que hemos dejado perder por un mal entendido modernismo. Una lástima porque suponía género españolísimo, algo que nos representaba y retrataba, el eco de la realidad a veces no resulta tan musical ni idílico.
Cientos de historias con mucho amor, sufrimiento, engaños, traiciones y duelo y casi está olvidada, salvo en casos excepcionales como este demuestran que la teníamos en carne viva pegada y sentida como una segunda piel. La copla o tonadilla era nuestro otro yo. Y presumíamos de ello aunque en el fondo nos avergonzase por lo que representaba de espontáneo y popular, que nunca populachero. Tenía sus limitaciones y parece irremplazable e imperecedera, convertida en permanente recuerdo perenne y símbolo testimonial de una época irrepetible.
Supone ‘otra historia de España’ con música a cuestas. Es lo que nos ha quedado de tiempos mejores donde se mimaba lo espiritual como siguen siendo las coplas de la ya casi inmortal Pantoja, parada o más bien paralizada en el tiempo como elocuente símbolo de lo que ya pasó. Pantoja es su única portavoz actual y ójala dure, perdure y no se pierda y diluya cuidando de su madre como hace recluida en ‘Cantora’ sólo con su familia porque los amigos se fueron.
Sin duda, la cantante andará añorante y nostálgica de tiempos mejores y sin fiarse de sus íntimos porque sabe que luego se largan y te dejan colgado. Anda con mucho cuidado de hablar más de la cuenta porque después le sacan partido a sus conversaciones y desahogos. Isabel no ha tenido buen final, quizás porque no abonó el terreno, descuidando una parte importante, como es el final de la vida. Nunca pudo soñar ni en su peor pesadilla tal desenlace. Ojalá todo sea momentáneo y pasajero. La copla ‘Ay pena, penita, pena’ suponelamento desgarrador que, aun sin llegar a lo tan altísimo alcanzado por la Jurado, parece algo insustituible o hasta irreemplazable. No lo dejemos pasar para que no se pierda ni lo olviden. En eso nos jugamos mucho. El caso daría para más de una reivindicativa tonadilla de Marifé y la gran Lola. Son irrepetibles y nunca las olvidaremos. Personalmente prometo no hacerlo, ¡ay pena, penita, pena!
Suerte tenemos de que ahí sigue Pantoja sosteniendo toda la historia.Parece imponente trabajo. Pero ella puede con eso y cuanto le echen: asume y se enfrenta a cualquier problema, lo deja bien claro y tomamos buena nota de lo lanzada que está. Le deseamos resistencia, coraje y valor. Ánimo y adelante.
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