Mar\u00eda Rey: \

  • María Rey hace balance de su carrera profesional.
  • La periodista reconoce que nunca supo conciliar bien trabajo y familia.

    Durante muchos años solía encontrarme con María Rey por los pasillos o en la redacción de los informativos de Antena 3 TV. Después, la vida nos llevó por caminos diferentes, lo que no ha impedido que siguiéramos hablando, hasta coincidir en la nueva Junta Directiva de la Asociación de la Prensa de Madrid, de la que es vicepresidenta y de la que yo formo parte.

    A lo largo de todos estos años, he tenido la oportunidad de seguir su carrera ascendente, a base de ejercer un periodismo responsable, como cronista parlamentaria y de la Casa Real, y actualmente, en Telemadrid, donde se ha convertido en uno de los rostros más respetados y queridos de la cadena, con su programa ‘120 minutos’.

    María, ¿cómo vives la tragedia del coronavirus?

    Es una situación tan extraordinaria, tan inesperada e intensa que es difícil describirlo. Tengo la sensación de que el periodismo es ahora más necesario que nunca, ya que hay gente que está sufriendo, tiene miedo, dudas, y debemos ayudarles con información veraz y contrastada.

    Ir pegada a una actualidad tan cambiante, no debe de ser fácil.

    No, el problema es cómo convives con esta avalancha de información, y el goteo constante de datos. A veces me he quebrado ante la cámara, porque me cuesta contener la emoción ante el sufrimiento y la solidaridad, pero no es el momento de mostrar debilidad.

    «Dentro de esta pesadilla pienso que me ha tocado la mejor parte y aun así extraño esa bendita rutina que no valoramos»

    ¿La realidad supera la ficción?

    A veces tengo la sensación de que es una pesadilla, que nos vamos a despertar y que la vida continúa como antes. Es curioso cómo todos nos damos cuenta de las cosas que hemos dejado de hacer y echamos de menos, del valor que tienen las relaciones personales, de lo que estamos descubriendo de nosotros y nuestras familias.

    ¿Por ejemplo?

    Yo pienso cada día en la suerte que tengo, con mis padres mayores pero sanos, con mis hijos en casa, con un espacio verde al que salir a tomar el aire. Dentro de esta pesadilla pienso que me ha tocado la mejor parte y aun así extraño esa bendita rutina que no valoramos.

    ¿Hacer un periodismo serio y riguroso es complicado cuando priman los bulos?

    Nunca me he arrepentido de hacer periodismo y hacerlo comprometida con la verdad. Hay tanta gente interesada en intoxicar y confundir que es muy difícil sortear las manipulaciones y mentiras. Se disfrazan tan bien, que a veces dudas sobre titulares que hace unos años no cuestionarías ni 30 segundos.

    ¿Algún consejo para defendernos de las intoxicaciones interesadas?

    Hacer el periodismo de toda la vida: la autoexigencia y el compromiso de un periodista que sabe que una noticia necesita un tiempo mínimo para ser contrastada y analizada, que no vale la obsesión por llegar el primero. Pero en esto necesitamos que toda la sociedad se comprometa a no difundir mensajes, audios, fotos manipuladas. Todos tenemos la obligación de no contagiar el miedo.

    “El número de muertos asusta, pero sirve para no perder la perspectiva de la gravedad de la situación”

    ¿Cuáles son sus líneas rojas?

    Nunca sentí tanto respeto por la gente que me está viendo, y que necesitan que les ayudes a superar este momento, no vale el entretenimiento fácil a base de imágenes impactantes de dudosa procedencia. Nosotros queremos transmitir esperanza, compartir los gestos solidarios que nos emocionan a diario. Estamos sacando lo mejor como país y es justo que lo celebremos cada día.

    ¿Debería omitirse el goteo de muertes teniendo en cuenta que quienes más televisión consumen son los mayores?

    El número de muertos angustia, a mí la primera, pero también sirve para que nadie pierda la perspectiva de la gravedad de la situación y el reto que tenemos de ayudar a combatirla. Yo soy partidaria de dar ese dato pero también el de las personas que superan la enfermedad.

    Fue cronista parlamentaria: ¿qué aprendió de políticos como Guerra, Aznar, Zapatero y Rajoy?

    Que el Congreso es como un pueblo, hay gente muy interesante y otra que nadie echaría de menos, hay gente muy comprometida y otros vagos, pero en general, he conocido a mucha gente con un gran compromiso con el servicio público. Sé que la gente está desencantada con la política; yo no, nunca.

    «Estamos sacando lo mejor como país y es justo que lo celebremos cada día»

    Quizá porque la ha vivido de cerca.

    Y porque la política es necesaria: con errores y aciertos, los políticos gestionan nuestra vida y la inmensa mayoría lo hacen de forma honesta. La política es una profesión ingrata, aparca a los mejores cuando están en su mejor momento vital y a otros les juzga con demasiada dureza.

    A los actuales, ¿les falta talla para afrontar una crisis mundial?

    Creo que estamos viendo lo mejor y lo peor de todos, políticos incluidos. Nadie imaginó nunca una situación así, porque no se puede aplicar ninguna de las enseñanzas de anteriores epidemias.

    ¿Qué deberían hacer para que nos sintamos orgullosos de quienes nos representan?

    No hace falta que nos sintamos orgullosos, pero al menos que intentemos ponernos en su piel. ¿Alguien cree que Pedro Sánchez, Isabel Díaz Ayuso o cualquier otro presidente no sufre y no se desespera al ver morir a tanta gente? ¿De verdad pensamos que unos u otros actúan de mala fe cuando está en juego la vida? Llámenme ingenua, yo no.

    «Al ser humano le cuesta aprender si eso conlleva renunciar a las ambiciones y ponerse en los zapatos del otro»

    ¿Alguna lección sacó del 11-M que pueda servirnos ahora?

    Este fue el momento más duro en 30 años de periodismo. Cada atentado y particularmente el 11-M supuso un sufrimiento para cualquier periodista. Vimos a gente impotente ante el dolor, sin embargo no te puedes escudar en eso porque ahora ves morir a los mayores solos, a sus familias desesperadas, sin poder cogerles la mano y te preguntas por qué una enfermedad puede ser tan cruel, por qué añadir el castigo de la soledad. Ahora no hay a quien maldecir. No hay siglas ni fanáticos. Es un bicho que ni los científicos entienden.

    Algunos políticos parece que no aprendieron nada, ¿o sí?

    Los políticos de ahora no estaban en anteriores crisis y seguro que, si les preguntan por separado, te dirían que ellos lo están haciendo mejor. Al ser humano le cuesta aprender si eso conlleva renunciar a las ambiciones y ponerse en los zapatos del otro. Es tan simple como aparcar las siglas y dejar que salgan las personas, sentarse juntos y pensar que a todos nos mueve lo mismo: superar esta pesadilla.

    ¿Por qué no lo hacen?

    Esa es la grandeza que escasea en la política, pero también en la mayoría de la sociedad. Los comentarios más crueles contra los políticos no vienen estos días de sus adversarios, vienen de esos ‘periodistas justicieros’ y de tantos ciudadanos que creen que su derecho al cabreo está por encima de todo.

    «Nadie imaginó nunca una situación así, porque no se puede aplicar ninguna enseñanza anterior»

    ¿Tenemos la clase política que merecemos?

    Aunque sea duro decirlo, tenemos lo que merecemos. Yo hablo con mucha gente ajena al periodismo y a la política y me doy cuenta de que la mayoría no quieren verdades objetivas, quieren la suya. Vivimos en la confrontación constante: ¿es culpa de los políticos? Creo que habría que mirar un poco dentro de cada casa, incluida la mía, y tendremos más respuestas.

    ¿Para cuándo una mujer de Presidenta del Gobierno?

    Lo hemos tenido muy cerca y quizás habría que preguntarse por qué todas las mujeres que han jugado fuerte por dirigir sus partidos –Susana Díaz, Soraya S. de Santamaría, Cospedal- se han quedado en la puerta. Creo que son los partidos los que tienen más dificultades para asumir un liderazgo femenino. Estoy convencida de que la sociedad asumiría con toda normalidad que una mujer dirigiera el país.

    Algún partido te ofreció entrar en política?

    Sí, es curioso, hace muchos años. Me intentó convencer alguien que mandaba mucho en la política gallega y que ya no está. Buscaba nombres conocidos y yo presentaba un informativo y le debió parecer un buen perfil. Yo le contesté que no tenía nada que ver salir en la tele con gestionar la vida de la gente: es una pena pero esa obsesión por los fichajes se mantiene.

    Como corresponsal de la Casa Real, ¿cree que fue oportuno el comunicado del Rey Felipe?

    Supongo que en el cálculo que habían hecho, la prioridad era evitar difundirlo en un periodo de interinidad política. Desde el momento que llega a Zarzuela la voz de alarma sobre las supuestas cuentas suizas del Rey emérito ha habido dos citas electorales, una negociación encallada para formar Gobierno que terminó con una repetición electoral y el primer Gobierno de coalición de la democracia. Está claro que nunca había un buen momento y al final se hizo público en el peor.

    «El Congreso es como un pueblo, hay gente muy interesante y otra que nadie echaría de menos»

    ¿Dejará tocada a la monarquía el asunto de las presuntas comisiones de Juan Carlos?

    Sin duda, me preocupa y me parece injusto. Nunca ha habido un perfil profesional y personal más adecuado para el puesto que el de Felipe VI. Nadie que lo haya tratado lo cuestiona. El problema es que el tiempo ha jugado en su contra. Hay una generación que no conoció los mejores momentos de su padre y que ya no muestra interés por acercarse a la monarquía.

    ¿Cómo puede el Rey Felipe restituir la imagen de la institución?

    Los Reyes tienen por delante una tarea muy difícil, y eso que tanto don Felipe como doña Letizia son personas preparadas profesionalmente y conectadas a la vida real. Lo triste es que al final sólo queda el vestido que luce.

    Como vicepresidenta de la APM, ¿qué mensaje daría a los jóvenes?

    Es fundamental que mantengamos el hilo conductor entre los veteranos y los que llegan, que sepamos transmitirles valores y conocimiento y nos empapemos de su lenguaje, de su forma de comunicar. Yo trabajo con gente mucho más joven que yo, pero durante mucho tiempo fui la chavalilla. No se puede hacer buen periodismo sin hacerlo juntos.

    «A mí me gusta resetear la cabeza al final del día con un buen libro o con una serie»

    El periodismo ha dejado de ser el cuarto poder, ¿qué hacer para recuperar el prestigio perdido?

    Sigue teniendo mucho poder, pero ahora la capacidad de influir en las decisiones se ha diluido, está más repartida. El periodismo tiene que seguir aspirando a provocar cambios en la sociedad, a abrir debates incómodos. Pero perdemos credibilidad cada vez que pensamos que somos nosotros quienes debemos cambiar gobernantes y condicionar las leyes. Debemos hacernos respetar empezando por respetarnos a nosotros mismos, y eso nos cuesta.

    Que los periodistas sean más famosos que los famosos, ¿es bueno para la profesión ?

    Creo que no, y sobre todo en este tiempo donde ser famoso no significa que te reconozcan una trayectoria profesional brillante. Mejor mantenerse al margen de ese nuevo concepto de fama.

    Desde que te conozco, has tratado de mantener un perfil bajo, ¿por qué?

    No soy una persona a la que sus ambiciones arrastren a cualquier cosa. He dicho que no a alguna oportunidad profesional porque consideraba que no estaba preparada. Mi obsesión ha sido siempre estar a la altura, ser respetada, valorada por mi entorno laboral. Me importa mucho lo que piensan los que trabajan conmigo y bastante menos lo que digan los que no me conocen.

    Estás casada con Manuel Campo Vidal, conocido periodista, ¿cómo lográis desconectar del trabajo diario?

    Yo mejor que él. Manuel no sabe desconectar, tiene el interruptor averiado de fábrica y ya es tarde para reclamar. Yo bromeo mucho con él, se despierta por la noche y se pone a inventarse o se sienta a darle un empujón al libro que esté escribiendo. Siempre tiene la hormigonera en marcha. A mí me gusta resetear la cabeza al final del día con un buen libro o una serie. Disfruto mucho de las charlas con amigas y del tiempo en familia.

    «Mi obsesión ha sido siempre estar a la altura, ser respetada, valorada por mi entorno laboral»

    Tienes tres hijos, ¿cómo concilias trabajo y familia?

    Lo he hecho toda la vida fatal. Cuando mis hijos eran pequeños y yo llegaba del Congreso tardísimo, uno de ellos me preguntó por qué yo entraba en casa cuando ellos estaban en pijama porque las otras madres llegaban cuando sus hijos estaban «en ropa». Me quedé descolocada, qué tremenda descripción de mi día a día. Yo he salido adelante gracias a que he podido pagar a una persona que me ayudase en casa y con mucha solidaridad de amigas en el trabajo y de otras madres del cole.

    ¿Y Manuel?

    Manuel, buscando la manera de acercar el trabajo más a casa. En los últimos años trasladó la oficina muy cerca para venir a comer y estar más tiempo en casa, pero cuando los niños eran muy pequeños los dos teníamos trabajos muy absorbentes. Siempre recuerdo esos tiempos con una mezcla de nostalgia y tristeza. Hoy lo haría de otra manera, las empresas no siempre valoran esa entrega.

    «Presentar ‘120 minutos’ me ha llegado en un gran momento personal, nunca me sentí más cómoda en un plató»

    ¿Tus hijos son los que te conectan con la realidad de los jóvenes?

    Ellos viven en otro mundo, es tan distinto del nuestro… Sin embargo, los temores y las preocupaciones de un adolescente no han cambiado tanto.

    ¿Qué te aporta presentar ‘120 minutos’?

    Es una gran oportunidad para crecer profesionalmente, es una suerte tener un trabajo que te obligue a seguir estudiando, preparándote. A mí me ha llegado en un gran momento personal, nunca me sentí más cómoda en un plató.

    Mi foto favorita

    «Esta foto de Fraga y Carrillo me gusta porque al final de su vida supieron reconocer el trabajo del otro, desde el respeto».

    ¿Quién es María Rey?

    Nació. En Vigo, el 21 de marzo de 1967, aunque vivió en Tomiño, Pontevedra, donde su padre fue alcalde por el PP hasta 2007.

    Estudios. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.

    Trayectoria. Comenzó su carrera en la SER de Vigo. Contratada por TVE, se hizo cargo de los servicios informativos del Centro Territorial de Madrid. Más tarde se incorpora al departamento de televisión de la Agencia EFE. En 1992 ficha por Antena 3 TV y presenta el Informativo del fin de semana junto a Roberto Arce, y posteriormente, la edición diaria con Pedro Piqueras. Durante 20 años, en Antena 3 TV, ha cubierto la corresponsalía parlamentaria, además de ser la responsable del Consejo Asesor del Instituto de Comunicación Empresarial. Desde mayo de 1996 hasta 2016 presidió la Asociación de Periodistas Parlamentarios. Ha sido corresponsal Diplomática de Casa Real. Ahora presenta el magazine ‘120 minutos’, en Telemadrid.

    Familia. Está casada con el periodista Manuel Campo Vidal; tienen tres hijos: Nacho, Iago e Iría.

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