Mireia Canalda: "Nadie es perfecto, pero Felipe y yo hemos logrado hacer un buen equipo"
A simple vista, Mireia Canalda tiene todos los ingredientes para ser una mujer plenamente feliz. Sin embargo, su alto nivel de autoexigencia le ha jugado algunas malas pasadas que ha podido corregir gracias al yoga. Volcada en esa disciplina, Mireia reconoce que ha crecido tanto que confiesa que ahora disfruta el doble de lo que lo hacía antes ayudando a otras personas a que también encuentren esa paz y ese equilibrio gracias a sus cursos.
Hoy Corazón Usted es un claro ejemplo de reinvención porque quién iba a decir que la iba a entrevistar con motivo de la presentación en Fitur de las sesiones de yoga que va a impartir con el ayuntamiento de Sant Joan de Labritja (Ibiza) de abril a octubre. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Mireia Canalda Todo empezó a través de una crisis existencial. Se me juntaron varias cosas, a las que añadir el parón en el trabajo. Ahora pienso que todas las personas deberíamos pasar por un momento de crisis para empezar desde abajo. Fue en ese momento cuando mi prima, una persona fundamental en mi vida, ya que fue quien insistió a mi madre que debía meterme a modelo siendo yo una niña, quien me dijo que en el fondo era una suerte estar en esa zozobra, ya que ahora podía ser yo la dueña de mi destino. La vorágine del día a día no te deja ver con claridad y esa enseñanza es la que ahora pienso a diario. Ella es maestra de yoga. Y como yo tenía experiencia en organización de eventos por la empresa que tengo, decidí organizar una serie de retiros. En esos encuentros fue donde me dí cuenta que lo que realmente quería era ser ella, quería ser también maestra de yoga al ver la luz que desprendía. Confieso que fue la primera vez en mi vida que decidí algo por mí misma, ya que todo lo que he hecho anteriormente son cosas que la vida me ha ido poniendo delante. Me gusta mi trabajo en televisión porque también tengo mi momento protagonista, pero el yoga es algo que he sentido por dentro, ha sido una llamada. Empecé a estudiar kundalini mientras ya daba clases, sobre todo a amigas y conocidas, y ahora hago formaciones terapeúticas para introducir con el kundalini. En el fondo mi idea es compartir con la gente la felicidad que yo he encontrado.
H.C. Cuesta pensar que con todo lo que había alcanzado sintiera esa zozobra.
M.C. Mi problema es que soy muy mental y eso me llevaba a estar preocupada en demasiadas cosas a la vez debido a mi nivel de autoexigencia. Ahora empiezo a entender que relajándome y confiando en que las cosas fluyan todo funciona mil veces mejor. esto es lo que me da el yoga. Necesitaba paz y consciencia en lo que me pasa interiormente, algo que la mayoría olvidamos. Nos creemos los reyes del mambo y que podemos con todo. Vivimos con el piloto automático y no sentimos nada.
H.C. ¿Es el yoga una forma de trabajo?
M.C. Con una clase semanal está claro que no puedes vivir, pero he tenido paciencia y mucha ayuda con las redes sociales donde me han pedido aguantar este tiempo. Hasta ahora, que ya empiezo a recoger los frutos. Siempre he sido una persona de estar pendiente de los demás más que de mí mismo y por eso el compromiso que he adquirido al dar clases me ha servido también para dármelas a mí misma. Mi modus vivendi ha sido mi salvación en todos los sentidos. Hoy hay un par de cadenas hoteleras que quieren que me encargue de llevar los retiros y encuentros. Ahora he presentado la idea que ha tenido el ayuntamiento de Sant Joan, una de las localidades más auténticas de la isla, que ha organizado sesiones de yoga en naturaleza pura para que cerca de 50 personas puedan vivir esta experiencia conmigo. Será durante seis meses y servirá para conocer algunos rincones mágicos de esta localidad.
H.C. Ha vivido a caballo entre Barcelona e Ibiza. ¿Dónde pasan más tiempo?
M.C. La verdad es que estamos encantados en Barcelona. Mis dos hijos, de seis y cuatro años, están adaptados al igual que Felipe (su marido) que es gallego, pero no tiene ningún problema. Después de pasar mucho tiempo en Madrid, donde he sido muy feliz, en el fondo echaba de menos vivir junto al mar, incluso añoraba la humedad. Cuando me quedé embarazada buscamos trabajo para Felipe y lo encontramos en Barcelona, donde hemos encajado sin ningún problema. Yo tengo a toda mi familia allí y Felipe no echa nada de menos Madrid. Dicho lo cual, somos personas de mundo y podríamos ir a cualquier lugar.
H.C. Transmiten una imagen de familia feliz que no sé si será solo de cara a la galería.
M.C. Siempre trato de ser lo más natural posible, sobre todo en las redes. Incluso no encontrándome así, mi autoexigencia hace que busque la manera más positiva de ver las cosas, pero eso es precisamente lo que me ha asfixiado. Es agotador intentar dar siempre lo máximo de uno. Mi vida parece muy bonita, pero por dentro estoy comida por nervios y el estrés de querer hacerlo todo perfecto. Por eso que ahora me puedo permitir mostrar una realidad más sincera e incluso decir si no estoy bien, si la he fastidiado en algo. Ahora me permito ser humana y eso es un gran avance.
H.C. Es tan humana que he visto cómo incluso ha reivindicado sus cambios físicos.
M.C. Vengo de un mundo donde el físico era fundamental. Trabajaba como modelo y eso exigía estar siempre en mi peso y no descuidarme. Ya no soy modelo y observo cómo el cuerpo va cambiando con los años y hábitos. Ahí es donde entra el yoga para ayudarme a encajar estas transformaciones y entender que lo importante es invisible a los ojos. Como decía El Principito, cuando te despreocupas de esas cosas es cuando realmente brillas y sacas tu mejor luz. Sé que cuando ando preocupada me muevo en una nube negra.
H.C. ¿Las preocupaciones van en aumento con la llegada de sus dos hijos?
M.C. Depende de cómo sea cada persona, pero por norma general te diría que sí, dado que te conviertes en responsable de esas dos criaturas y es una gran carga para una madre. Por suerte aquí también me ha ayudado el yoga y de ahí que me considere mejor persona. Creo que es tan bueno para todos que incluso a mis hijos voy poco a poco acercándoles la esterilla, pero de una forma natural y simpática para que no consiga el efecto contrario.
H.C. ¿Y Felipe también practica yoga?
M.C. Él no lo necesita porque está perfectamente conectado gracias a su disciplina como deportista de élite. Piensa que en los años en los que competía en natación se ha pasado miles de horas solo en una piscina y eso hace que te recoloques a nivel mental.
H.C. Llevan ocho años juntos y son padres de dos niños. No han perdido el tiempo.
M.C. Como todas las parejas hemos pasado por diferentes etapas. Nadie es perfecto pero hemos logrado hacer un buen equipo. Es verdad que con los hijos a nosotros nos falta tiempo de la pareja, pero Felipe es consecuente y entiende las circunstancias. Suele ser quien me tranquiliza en mis momentos de angustia y quien me dice que no debo preocuparme. Si en algún momento me hubiera metido presión creo que me hubiera ahogado. Por suerte, es muy comprensivo, a veces demasiado. Creo que me vendría bien un poco de caña y que me pusiera las pilas, pero es tan bueno…
H.C. También podían haberse organizado de otra manera y haber delegado.
M.C. Se puede hacer, pero yo he querido estar las 24 horas del día con mis niños. Sé que es agotador, pero muy gratificante. Mis hijos son personas felices y fáciles y creo que es porque lo hemos trabajado mucho. Aún son pequeños, pero veremos más adelante.
H.C. ¿Hablan de tener más hijos en el futuro?
M.C. Yo siempre he querido tres, pero no he tenido más fuerza y ahora ya estamos en otra etapa de la vida donde podemos hacer planes con ellos y es muy divertido
H.C. ¿Echa de menos la televisión?
M.C. Reconozco que me encanta y que si hubiera un proyecto interesante claro que lo aceptaría, pero dejaré que la vida me sorprenda. Lo bueno de mi trabajo actual es que tengo un contacto más cercano con la gente que ya no me ven como alguien famoso. Eso me hace especialmente feliz.
H.C. En su día reconoció que no se sentía contenta por cómo había actuado con su amiga Ares Teixido cuando se la relacionó con Bustamante. ¿Lo ha arreglado?
M.C. Lo que me ocurrió en ese momento es que trabajaba en Arus City y me daba miedo entrometerme en esa historia o que alguien pudiera pensar que comentaba cosas de mi amiga. Ares lo pasó mal y mi interés por no querer saber nada era precisamente para que no hubiera malas interpretaciones. Ella nunca me lo echó en cara ya que fue más una impresión mía, pero seguimos siendo muy amigas. Además ahora la voy a ayudar con el yoga para su diabetes y en la fundación que promueve.
H.C. ¿Cuáles son sus nuevas metas?
M.C. Lo que estoy haciendo ahora. Siempre he sido muy creativa y ahora tengo unas buenas herramientas para poder hacer mil cosas como la autoestima, la confianza, el amor… Puedo ayudar a muchas personas a iluminarse, sin que esto suene a algo místico. Mi meta sería comprar una casita en el monte donde vivir con mi marido y mis hijos. Aunque Felipe está feliz en el trabajo que realiza para una agencia de eventos de Barcelona. Tantos años en el deporte y en la vida nocturna sin beber ni fumar dan para muchos contactos.
H.C. ¿Y se sienten cómodos en Barcelona con el independentismo?
M.C. Creo que la política debería estar al margen de las conversaciones porque en seguida hay quien se siente molesto. De toda la vida la gente no habla de política. Antes ni tan siquiera se decía a quién se votaba. Deberíamos volver a esas costumbres dado que hoy no se respeta al que piensa diferente.
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