‘Operación Triunfo’ ¿en crisis?
El pasado domingo, ‘Operación Triunfo’ cosechó la peor audiencia de su historia: 10,6%. Y eso incluye la edición en Telecinco que acabó sentenciada, con Pilar Rubio como presentadora. El ‘talent’ sigue siendo trending ‘topic mundial’, y cada día su Canal 24 horas cosecha excelentes datos entre consumidores jóvenes… Pero las galas no solo no despegan, al revés, van a menos. Son varias las razones, vamos a intentar analizarlas.
1. Cambiar para que todo siga igual: se anunciaron cambios en su mecánica que, sin embargo, no se aprecian. Seguimos con cuatro nominados (aunque podrían ser más, según las reglas), seguimos con la Academia salvando (aunque podrían no hacerlo). Que cada semana el favorito disponga de un premio distinto provoca desconcierto, porque genera sensación de desigualdad ante la misma situación.
2. El orden de las actuaciones: no se entiende que se pida el voto para los nominados cuando no han actuado todavía. Ahora se ha retrasado en la escaleta, pero tampoco se entiende el criterio para colocar otras actuaciones previas.
3. Adiós a las despedidas: Nick protagonizó pura antitelevisión con una despedida eterna, exagerada. Ese momento, que podría ser emotivo, es ahora un egotrip insoportable.
4. Ritmo y relleno: las entrevistas a los concursantes parecen un mero trámite para preparar las actuaciones. Falta crear un relato con los vídeos, un crescendo de emociones que enganchen al espectador. No hay ritmo, la escaleta parece la misma pase lo que pase.
5. El jurado: Natalia parece que está en un bar de copas charlando con los colegas, no valorando a los concursantes. Y Portu tuvo que pedir disculpas por una valoración poco elegante. No se entiende que hagan valoraciones tras las actuaciones que luego no se corresponden con el juicio final. Vamos por la quinta gala. Suponemos que el concurso reaccionará antes de desangrarse.
Paula no se corta
Paula Vázquez está guerrera. En redes sociales no se corta un pelo. Y eso me gusta: me gusta que asumamos que cualquiera está en su derecho de mostrar sus opiniones y que, por otra parte, estas no tengan porqué interferir en su carrera profesional.
Si vivimos en democracia, debemos respetar la libertad de opinión: también tenemos la libertad de disentir, cómo no, e incluso de rebatir con argumentos las opiniones ajenas (ojo, que no los insultos), pero me desagrada la idea de crear listas negras para vetar a profesiones solo porque opinan de manera distinta a la nuestra. Y eso ocurre más de lo que imaginamos.
Con el argumento de que si uno es libre de expresar su opinión, uno también es libre de contratar a quien quiera, se obvia una cuestión clave: la grandeza de la democracia liberal es asumir que nadie debe pagar las consecuencias de expresarse libremente.
Del mismo modo que en su momento Norma Duval sufrió burlas y chistes por su apoyo al PP (en la época en que las redes no eran la nueva Inquisición), me abochorna que Paula Vázquez reciba tal bombardeo de insultos por sus críticas al machismo de Vox: «Me parece poco lo que he escrito», se ha sincerado la presentadora, que también se ha visto envuelta en una polémica sobre el racismo que ha resuelto con la publicación de una foto personal. Las aguas deben serenarse un poco.
Gisela de Oscar
Corría el año 2001, Gisela concursaba en el primer ‘Operación Triunfo’ cuando anunciaron que Disney buscaba una voz para sus canciones dobladas al castellano. No cabía duda de que la joven barcelonesa sería la elegida, como así fue: su voz cristalina encajaba a la perfección con el estilo de los musicales y bandas sonoras de la mítica productora.
Lo que Gisela nunca imaginó es que, casi 20 años después, esa apuesta la llevaría a cantar en la gala de los Oscar. Es la primera que una artista española se sube a ese escenario para interpretar una canción nominada. Fueron unos segundos, pero eso es lo de menos, lo importante es la proeza de entrar en la historia de los premios de la Academia de Cine de Hollywood y, sobre todo, demostrar la templanza, seguridad y profesionalidad de hacerlo con aplomo, sonriendo y guiñando a cámara: enhorabuena.
Fue una sorpresa anunciada a última hora, cuando ya se sabía que Penélope Cruz iba a entregar la estatuilla a Mejor película extranjera (no se repitió el famosos grito de ¡Pedrooooo! que tantos memes ha generado. Por cierto, poco se ha insistido en el tratamiento que estrella que recibe nuestra actriz, sentada en primera fila junto a Brad Pitt o Tom Hanks).
Gisela en su cuenta publicó las fotos de la experiencia en Los Ángeles. Su paseo por la alfombra roja, saludando encantada, debió ser una de las grandes experiencias de su vida, que recordemos ha sido una montaña rusa de experiencias vitales, del anonimato a la fama, de la fama a cierto ostracismo mediático (que no profesional, pero este país es así de cruel) para, finalmente, alcanzar la gloria. Como en un cuento con final feliz. Muy Disney.
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