Por qué el influencer Pelayo Díaz (antes conocido como Prince Pelayo) cae mal haga lo que haga

Pelayo Díaz no logra encarrillar su carrera como personaje televisivo. Aunque Mediaset le ha dado su enésima oportunidad de integrarse en la nómina de colaboradores de la cadena, parece que el influencer no termina de empatizar con la audiencia, al menos la que se manifiesta en las redes sociales. Nada de lo que dice es bien recibido por los tuiteros catódicos. De hecho, sus dos intervenciones en el programa «Hormigas blancas» han terminado faltal. En el programa de ayer, dedicado a Bibiana Fernández, volvió a realizar comentarios inoportunos que han sido híper criticados. Primero, criticó el look de Nuria Marín, presentadora suplente de Telecinco, llamándolo «choni». Un feo a sus colegas estilistas que el equipo de la cadena no va a olvidar fácilmente. Luego, aseguró que echaba de menos los años 70 y 80, sin tener en cuenta que aquellos fueron años durísimos para las personas trans, una comunidad que apenas comenzaba a tener visibilidad. Frivolidad, 10. Empatía, 0.

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Este mismo verano, Pelayo Díaz fue también invitado al programa de «Hormigas blancas» que repasó la biografía de Miguel Bosé, y tampoco evitó provocar otra polémica: afirmó que las teorías de la conspiración que defiende el cantante (por ejemplo, que la vacuna de la Covid podría contener un chippara controlar a las personas a través del 5G) no son tan descabelladas. Está claro que el estilismo no cuenta con la información (o la formación) que requiere una persona con acceso a un medio de comunicación masivo: su responsabilidad para con la audiencia brilla por su ausencia. Lo cierto es que el público no termina de encajar su paso de influencer de moda a comentarista, sobre todo porque sus comentarios no parecen procedentes en muchas ocasiones.

El balance de este verano para Pelayo Díaz no es precisamente positivo: cada aparición televisiva que hace le confirma como uno de esos personajes catódicos que caen mal, hagan lo que hagan. No dice mucho a su favor que no tenga relación con colegas de profesión que sí cuentan con la simpatía de las redes, como sus ex compañeros de «Cámbiame» Cristina Díaz, Natalia Ferviú o el diseñador Avellaneda. Además, tenemos que recordar la polémica adopción de un miniperro de raza que le llegó por mensajería durante el confinamiento o su anuncio de que se plantea «ponerme a tener hijos», suponemos que no él mismo, sino por gestación subrrogada. No parece que el influencer esté muy en contacto con el mundo en pleno siglo XXI, sino que su manera de pensar y de vivir se ha quedado vieja y la audiencia lo nota. Ha reseteado su nombre, ese Príncipe Pelayo que ya resultaba pretencioso, pero ahora le falta resetear todo lo demás.

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