Taylor Swift habla por primera vez sobre su difícil relación con la comida

2019 fue, sin duda, el año de Taylor Swift. La cantante recogió el premio a la Artista de la Década en los American Music Awards. Ahora, meses después de la publicación de su último álbum de estudio, Lover, esperamos impacientes el estreno de su documental, Miss Americana, que se podrá ver en Netflix (aunque ya se ha estrenado en el festival de Sundance de 2020). En él, la cantante se ha sincerado como nunca yha hablado sobre los trastornos alimenticios con los que lidió durante años.

En el pasado, “veía una foto mía y pensaba que mi barriga era demasiado grande, o… alguien decía que parecía que estaba embarazada… y eso me llevaba a pasar un poco de hambre; dejaba de comer”, reconoce Swift en el documental.

“No sabia si me iba a sentir cómoda hablando sobre la imagen que tengo sobre mí misma o sobre todo eso por lo que he pasado porque fue muy tóxico para mí; mi relación con la comida y todo eso”, le contó la celebridad a Variety. “Pero la manera en la que Lana (Wilson, la directora del documental) lo cuenta, tiene sentido. No he hablado tanto como debería sobre este tema porque hay mucha gente que podría hacerlo mucho mejor que yo. Pero ahora sé que estoy contando mi experiencia. Y con respecto a mi relación con la comida, seguía exactamente el tipo de filosofía que aplicaba a todo lo demás en mi vida: si me daban una palmadita, lo registraba como algo bueno, si me castigaban, era algo malo”.

Swift, en cierto modo, se echa a sí misma la culpa, pero no hace falta leer entre líneas para situar la culpabilidad en otro lugar. “Recuerdo que cuando tenía 18 años me vi por primera vez en la portada de un revista. Y el titular decía, ‘¿Embarazada a los 18?’. Había sido porque llevaba algo que hacía que mi barriga no pareciese plana. Así que lo asumí como un castigo. Y entonces iba a una sesión de fotos y estaba en el probador y alguien de la revista me decía, ‘Oh, Dios, es increíble que quepas en las prendas de muestra. ¡Normalmente tenemos que modificarlas, pero contigo podemos sacarlas del desfile y ponértelas! Y para mí eso era una palmada en el hombro. Hice ese razonamiento tantas veces, que empecé a pensar en términos de elogios y castigos, también cuando se trataba de mi cuerpo”.

Por suerte, esta etapa tan difícil para Swift ya forma parte de su pasado. “Pensaba que tenía que sentirme como si me fuese a desmayar al final de un concierto, o en la mitad de él. Pero ahora me he dado cuenta de que no, de que si comes, tienes energía, te sientes más fuerte y no te sientes abatida”, explicó.

Entonces, también asumió que “su talla era una 36”; una que, por cierto, no puede resultar más canónica. Pero entonces, quería llevar una aun más pequeña, aunque ni siquiera así se sentía satisfecha. “Si estás lo suficientemente delgada, no tienes ese trasero que todo el mundo quiere. Pero si pesas lo suficiente para tener ese trasero, entonces no tienes la barriga tan plana. Todo es imposible”.

Aun así, Swift se dio cuenta que era ridículo fingir que las opiniones ajenas no nos afectan, lo que sí que entendió entonces es que no todas importan lo mismo. “No espero que nadie con una carrera en la música pop aprenda a actuar así durante los diez primeros años”, reconoce la cantante, que está pasando una mala racha familiar debido a la enfermedad a la que se enfrenta su madre. “Pero ahora estoy muy contenta. Porque la mayor parte de las veces, escojo y selecciono lo que me preocupa de verdad. Y creo que eso ha cambiado mucho las cosas”, remata la celebridad.

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