¿Veremos alguna vez el documental prohibido de la familia de Isabel II?
“No quejarse nunca, jamás explicar nada, y hablar en público solamente en contadas ocasiones”. Está claro que la regla de oro de la Reina Madre para salvaguardar el aire de misterio de la monarquía no rige ya en la corte británica. Hasta hace poco eran los más jóvenes de la familia real quienes compartían detalles de su vida íntima. Lo hicieron Kate Middleton y el príncipe Guillermo publicando, por ejemplo, hace unos meses un vídeo en el que se les veía relacionarse con sus hijos en el jardín que la duquesa creó para el festival Chelsea Flower Show. “Del 1 al 10, ¿qué nota le pondrías al jardín de mamá?”, le preguntaba el príncipe Guillermo a su hijo mayor, el príncipe George. “Veinte”, respondía este cándidamente sin saber que le grababan.
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Los de Sussex fueron más lejos revelando en un documental en África la presión de la que se sienten víctimas. Fue poco después de anunciar que habían presentado sendas demandas contra varios diarios sensacionalistas británicos.
Sin embargo, parece que quien ha traspasado todas las barreras ha sido el príncipe Andrés concediendo una entrevista a la BBC para tratar de explicar su relación con Jeffrey Epstein y negar su vinculación con el caso de explotación y tráfico de menores que ha sido tan desastrosa que le ha obligado a retirarse de la vida pública.
Pero si el velo de Buckingham se ha rasgado, es de justicia recordar que fue no obstante la propia Isabel II la primera que hizo una excepción a la regla de su madre cuando, en 1969, con motivo de la coronación de Carlos como Príncipe de Gales, accedió a grabar un documental sobre su vida doméstica y permitió que el público se colara en sus aposentos privados.
El documental, titulado La Familia Real, se emitió el 21 de junio de ese año en la cadena BBC, como recrea la tercera temporada de The Crown, y arrasó con una audiencia de más de 30 millones de espectadores. Acostumbrados a apenas escuchar su voz en los discursos de Navidad, nadie quiso perderse escenas de la vida familiar de la Reina de Inglaterra como una en la que su marido, el duque de Edimburgo, aparecía friendo salchichas en el castillo de Balmoral. En otra, se Isabel II, su consorte, el príncipe Carlos y la princesa Ana desayunaban juntos en Buckingham y comentaban la anécdota de un dignatario que se desmayó delante de la reina Victoria. Una de las más divertidas fue aquella en la que una de las cuerdas del violín del joven Carlos de Inglaterra, tocado por este, saltaba y golpeaba en la cara a su hermano pequeño, el príncipe Eduardo.
Sin embargo, no a todos gustó el documental. El famoso naturalista David Attenbourgh, gran amigo de la reina Isabel II,advirtió por ejemplo de que con ese nivel de exposición se corría el riesgo de “asesinar a la monarquía”, mientras que otros partidarios de la Corona criticaron que se habían mostrado demasiados detalles íntimos de la familia real, rompiendo su misterio. El documental, es cierto, destruyó algunos mitos: por ejemplo, el de que la Reina jamás lleva dinero en su bolso, pues en una escena pagaba un helado para su hijo Andrés.
La propia Isabel II pareció querer corregir lo que debió entender como un error cuando ese mismo año decidió no emitir por televisión su discurso de Navidad, temiendo una sobreexposición –en su lugar, decidió escribir uno a mano–. Según la leyenda, es también la Reina la que ha impedido que el documental, emitido una segunda vez en 1972, haya vuelto a verse desde entonces en televisión, más allá de algunos clips de escasos segundos.
Suele decirse que fue la princesa de Gales quien abrió la veda mediática que ahora siguen ensanchando sus hijos, pero hay quien por tanto considera que fue en realidad este documental el verdadero culpable de que la distancia entre la monarquía británica y el público empezara a acortarse. Sin embargo, ¿qué daño puede hacer ya? Quien sabe si, más que un documental prohibido por Isabel II, es el as que se guarda el palacio Buckingham bajo la manga para robarles unos cuantos likes en Instagram al de Kensington o a los Sussex.
Artículo publicado en Vanity Fair el 22 de mayo de 2019 y actualizado el 23 de noviembre de 2019.
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