Villa Windsor se convertirá en un museo
Wallis Simpson y Eduardo VIII vivieron uno de los amores más apasionados y polémicos de la realeza en el siglo XX. La pareja se conoció en 1930: él era el heredero al trono británico, y ella una socialité norteamericana casada. Jorge V no aceptaba la relación de su hijo con Wallis, y aunque esté terminó accediendo al trono, finalmente renunció a sus derechos dinásticos por amor, y se casó con Wallis en junio de 1937 en el castillo de Cande, cerca de Tours.
La pareja recorrió medio mundo, pero Francia se convirtió en su refugió y durante muchos años vivieron en Villa Windsor, una magnífica mansión situada en el Bois de Boulogne, muy cerca de París, que ahora se convertirá en museo, según ha explicado el Ayuntamiento de París. La casa está situada en un terreno de casi una hectárea, y se distingue por su construcción de piedra caliza, sus balcones de hierro forjado y sus ventanas arqueadas. Se trata de una construcción que fue concebida como una residencia de verano por el urbanista parisino Georges-Eugéne Haussmann, a mediados del siglo XIX, y antes de ser alquilada por Eduardo y Wallis en 1952 también fue residencia de Charles de Gaulle.
En su época de esplendor, villa Windsor fue un escenario mágico en el que los duques ofrecían sus célebres veladas, a las que asistían nombres como los de Marlene Dietrich y Elizabeth Taylor. Wallis Simpson se encargó de supervisar la decoración, encargada al interiorista favorito de Jackie Kennedy, y era la anfitriona perfecta.
Isabel II, el duque de Edimburgo y el príncipe Carlos visitaron la mansión poco antes de la muerte de Eduardo VIII, que falleció en esta casa el 28 de mayo de 1972 y fue enterrado en el cementerio de Frogmore. Catorce años después, Wallis Simpson también fallecía en villa Windsor.
Tras su muerte, Mohamed Al Fayed firmó un contrato de arrendamiento (Diana de Gales llegó a visitar Villa Windsor con su novio, Dodi Al Fayed) y ahora el ayuntamiento ha cedido la casa a la Fondation Mansart, dedicada a promover y preservar el patrimonio francés, para que lleve a cabo sus planes de abrir la casa al público. Para ello hará falta una remodelación millonaria, y todo apunta a que la inauguración coincidirá con la celebración de los Juegos Olímpicos de París en verano de 2024.
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