Zsa Zsa Gabor: la miss que llegó a ser princesa, es pariente de Paris Hilton, devoraba hombres, diamantes y fortunas e inventó el postureo mucho antes de que existiera Instagram
Comenzando por el vínculo más extraño que existe entre una actriz nacida en Budapest en 1917 y nuestra moderna sociedad del siglo XXI hay que mencionar al postureo de internet, el verdadero sentido de ser una socialité y la vida y obra de Paris Hilton. Los que creen que Paris fue la creadora del hecho de que se puede ser famoso (y rentabilizar esa fama en los medios) simplemente por haber nacido con un apellido de rica heredera, se van a llevar una sorpresa. Zsa Zsa Gabor, la actriz que se casó con Conrad Hilton (sí el mismo apellido de Paris) y cuya única hija Francesca Hilton es la tía menos favorita de Paris (no es extraño si tenemos en cuenta que se reía de su sobrina tanto en público como en privado) ya era una profesional del figurar por figurar antes de que el concepto postureo se hubiera creado. En su larga vida de 99 años, Zsa Zsa Gabor lo hizo todo varias veces: acumular fortunas, maridos, amantes, bancarrotas y una buena cantidad de frases para el recuerdo. ¿La mejor de todas? El “daaaaaarling” exagerado con el que llamaba a todo el mundo para no tener que aprenderse sus nombres. Genio, figura y mucho más.
Zsa Zsa Gabor, la diva sin pelos en la lengua y la lista de amantes infinita
Miss Hungría 1936 llegó a Estados Unidos de la mano de su carrera en el cine en la década de los 40 dispuesta a medrar. Su objetivo era claro: atraer con su físico explosivo y frases polémicas la atención de todos los hombres ricos e interesantes que orbitaban a su alrededor… que eran básicamente todos. A su larga lista de maridos (nadie se pone de acuerdo en cuántos fueron, la cifra varía de ocho a diez) habría que añadir la de sus amantes que, según las malas lenguas incluía a todos los hombres famosos de la época desde Sinatra a Kennedy.
Su truco para llevarse a la cama a unos y al altar a otros suena infalible: “La mejor manera de atraer a un hombre es tener un pecho magnífico y un cerebro de la mitad del tamaño y dejar que puedan ver ambos”, aseguraba. El busto lo tenía y lo lucía de sobra, el cerebro desde luego no le medía la mitad que la talla de sujetador: de todos sus enlaces salió económicamente fortalecida, al fin y al cabo se definía a sí misma como una excelente ama de llaves “cada vez que dejo a un hombre, me quedo con su casa”.
Zsa Zsa Gabor fue una pionera capaz de darse cuenta de que podía vivir del chisme, su leyenda de devorahombres era tan real como inventada y ella misma se encargaba de echar más leña al fuego escribiendo y reescribiendo su propio relato sobre sus andanzas: ha fecha de hoy es confuso saber cuántas veces se casó (ella decía que ocho, su último marido afirmaba que era el décimo) y hasta mentía sobre su edad.
En sus libros de memorias no dejaba títere con cabeza, en ellos tan pronto impartía lecciones sobre cómo conquistar a un hombre como aseguraba que su única hija era fruto de una violación de su segundo marido, el magnate hotelero Conrad Hilton (sí, el tatarabuelo de Paris Hilton). Y lo mismo que confesaba una violación afirmaba que en 1944 fue infiel a Conrad Senior con su hijo mayor Conrad Nicky Hilton Junior.
El triste final de la diva que tenía la sangre de Genghis Khan (según ella)
Su trayectoria como socialité no estuvo exenta de conflictos y polémicas. Esa actitud de zarina destronada podía hacer gracia en los shows televisivos y ser admirada como una excentricidad en las páginas de las revistas, pero no casaba con la realidad mundana. Zsa Zsa Gabor tuvo altercados con el personal de varias compañías aéreas porque le pedían que cumpliera las normas, e incluso fue encarcelada en 1990 durante tres días por abofetear a un policía después de que él comprobara que conducía con el permiso de conducir caducado.
Lo que está claro es que su final fue menos épico de lo que cabría esperar de la mujer que justificaba sus pasión sin límites con el hecho de llevar sangre de Ghengis Khan circulando por sus venas. En 2002 tuvo un grave accidente de tráfico y a partir de ese momento comenzaron unos problemas de salud que desembocaron en su muerte a los 99 en el 2016.
Murió demente y casi sin poder respirar, pero rodeada de las cosas que más le gustaban en la vida: sus diamantes (se jactaba de no haber devuelto una joya a un amante abandonado en su vida), sus abrigos de piel 100% natural (consideraba la piel sintética algo peor que la muerte) y su marido con título nobiliario y 27 años más joven que ella.
Fuente: Leer Artículo Completo