10 novelas clásicas para leer durante el confinamiento

Lo reconocemos: la productividad ajena durante el confinamiento nos produce ansiedad. Mientras otros dedican estas semanas a redecorar su vida, conectar con su animal espiritual o pasarse al veganismo, nosotros hemos hecho maratones de series ligeritas y ni siquiera hemos acabado de emparejar los calcetines. Pero ya es hora de utilizar bien todas las horas a nuestra disposición y te proponemos un objetivo apto para todos los públicos: leer esos clásicos de la literatura que sigues teniendo pendientes. Además de sumergirte en otros mundos -algo muy necesario con nuestra limitada capacidad de movimiento actual- te ayudarán a que no se te derrita el cerebro por falta de actividad neuronal. Puedes empezar con estos:

‘La Odisea’ (Homero)

En el poema épico ‘La odisea’ descubrimos a las sirenas, los cíclopes y el origen de la palabra Calipso. Son solo algunas de las aventuras que encuentra Ulises (Odiseo, en griego) cuando regresa del asedio de Troya a su isla, Ítaca, a merced de la bendición de unos dioses y la inquina de otros.

‘Frankenstein’ (Mary Shelley)

La jovencísima autora británica escribió ‘Frankenstein o el moderno Prometeo’ como respuesta a un reto lanzado por Lord Byron en un verano lluvioso… e inauguró todo un género literario, el de terror. Sí, seguro que has visto y leído un sinfín de adaptaciones, pero ¿te has asomado al texto original? Merece la pena.

‘La peste’ (Albert Camus)

‘La peste’ es el best-seller oficial de la cuarentena, y no nos extraña, teniendo en cuenta su argumento: una epidemia de peste en Orán (Argelia) provoca centenares de muertos diarios y las autoridades decretan el confinamiento de los ciudadanos. ¿Os suena? Aviso a almas sensibles: su retrato del alma humana en tiempos de crisis sanitarias no es ni positivo ni halagador. ¿Qué esperábamos del nihilista Albert Camus, queridas?

‘Cumbres borrascosas’ (Emily Brontë)

Amores y odios tan tempestuosos como los páramos en los que viven los personajes: el paroxismo de pasiones en ‘Cumbres borrascosas’ es mayúsculo… y la calidad literaria de la única novela que nos dejó la mediana de las hermanas Brontë, también.

‘Los pazos de Ullloa’ (Emilia Pardo Bazán)

Emilia Pardo Bazán se marcó su propio ‘Cumbres borrascosas’ (con sacerdote impresionable incluido) ambientado en su querida y verde Galicia. Sentimientos desbocados, naturaleza exuberante y la malignidad y la bondad humana en permanente lucha hacen de ‘Los pazos de Ulloa’ una obra imprescindible.

‘El ancho mar de los sargazos’ (Jean Rhys)

Antes de que existiera la palabra precuela, Jean Rhys escribió una maravillosa, basándose en las pocas líneas que ‘Jane Eyre’ dedica a la esposa -criolla, loca, malvada, encerrada- del iracundo Rochester: en ‘El ancho mar de los Sargazos’ traza, con exquisito color y hondura, una biografía imaginativa y verosímil de aquella mujer.

‘Nada’ (Carmen Laforet)

Con apenas 24 años, Carmen Laforet publicó ‘Nada’, una novela existencialista que narra la dura experiencia de una estudiante en la Barcelona de la posguerra, rodeada de parientes miserables y aquejada por un hambre constante. Ganó la primera convocatoria del premio Nadal y su autora se convirtió en una one hit wonder de la literatura: nunca volvió a publicar nada a la altura de esta historia terrible.

‘Orgullo y prejuicio’ (Jane Austen)

La aristocracia rural británica ha dado para mucha literatura, pero Jane Austen la ha retratado mejor que nadie: complejos rituales sociales, respuestas ingeniosas, familias venidas a menos y siempre, siempre, el peligro de un honor femenino mancillado. ‘Orgullo y prejuicio’ se lee sin sentir, y se relee con asombro por todas sus riquezas ocultas.

‘El jugador’ (Fiodor Dostoievski)

Si la extensión desmesurada de las novelas rusas te abruma, prueba con ‘El jugador’, unajoya de apenas 200 páginas, que el autor escribió contrarreloj para no vulnerar un contrato con su editor y perder los derechos sobre sus obras; se la dictó, casi de corrido, a una mecanógrafa contratada para la ocasión (que luego se convertiría en su esposa). Las andanzas de Aleksei Ivanovich, tutor de los hijos de una rica familia rusa y ludópata empedernido, reflejaban los problemas que el mismo Dostoievski tenía con el juego.

‘Decamerón’ (Bocaccio)

Picantes, humorísticos y filosóficos, los cien relatos que componen el ‘Decamerón’ no han perdido ni un ápice de actualidad. Es más, deberían ser trending topic ahora mismo, porque los narran diez personajes refugiados en una villa a las afueras de Florencia durante una epidemia.

El barón rampante (Italo Calvino)

Otro clásico para leer con una sonrisa: el pequeño Cósimo, en una rabieta, se refugia en un árbol y jura no volver a bajar a tierra. Y cumple su promesa. En los árboles lee, ama, vive, caza, viaja y sufre, ante la mirada primero incrédula y luego resignada de su familia. ‘El barón rampante’ forma parte de la trilogía de Italo Calvino ‘Nuestros antepasados’, junto con ‘El vizconde demediado’ y ‘El caballero inexistente’.

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