Así es Palito Dominguín, sobrina de Miguel Bosé: infancia en el campo sin tele y vida de artista con el recuerdo de su hermana Bimba

El mundo del arte en toda su extensión está unido de manera irremediable a la familia Dominguín-Bosé. Aunque el gran protagonismo siempre lo han tenido Miguel, Paola y Lucía, los tres hijos de Lucía Bosé y Luis Miguel Dominguín, las nuevas generaciones llegan pisando fuerte y lo hacen en muy distintos ámbitos, ya sea en la música, el diseño o la moda. Este martes conocíamos que una de las integrantes de uno de los clanes más famosos y queridos de nuestro país será una de las concursantes de Supervivientes 2021, la nueva edición del reality de aventura de Telecinco que arrancará en apenas unos días. Se trata de Palito Dominguín, la hija menor de Lucía Dominguín y su segundo marido Carlos Tristancho.

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La pequeña de cuatro hermanos

Palito, que en realidad se llama Lucía como su abuela y su madre, tiene 25 años (los cumplió el pasado 10 de febrero) y ha querido labrarse paso a paso una carrera en el mundo de la moda sin tener que utilizar sus apellidos para conseguirlo. Palito nació en Badajoz cuando sus padres se encontraban viviendo en Extremadura tras montar un selecto hotel rural al que llamaron Rocamador. Antes de casarse con Carlos Tristancho, Lucía Dominguín había mantenido una relación con un ingeniero italiano llamado Alessandro Salvatore del que se había enamorado cuando solo tenía 17 años en un viaje a Italia junto a su madre, la actriz Lucía Bosé.

Después de vivir una temporada en Londres junto a su hermano Miguel Bosé, donde trabajó como modelo y pasaba los días pintando y creando esculturas, tuvo a su primera hija junto a Salvatore, una preciosa niña a la que llamaron Eleonora pero a la que años después todos conocimos como Bimba al convertirse en modelo y cantante. Cinco años más tarde llegó Rodolfo, al que todos llaman Olfo desde que era un niño.

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Tras una etapa en Cuernavaca, al sur de Ciudad de México y una dolorosa separación de Salvatore, Lucía Dominguín regresó a Madrid con sus dos hijos y en 1982 encontraba de nuevo el amor al lado del actor extremeño Carlos Tristancho. Se casaron en 1985 y casi diez años después nacía su primera hija en común, Jara (27). Palito, como le gusta que la llamen desde niña, sobrenombre que le pusieron por su afición a recoger palitos del suelo, llegaría dos años más tarde y venía al mundo en Badajoz, donde vivía ya la familia. El padre de las niñas dejó de lado su trabajo en el mundo de la interpretación y durante siete años, entre otras cosas, fue director del Teatro de Mérida. Instalados en Extremadura, Lucía y Carlos compraron un antiguo convento de franciscanos y ahí montaron Rocamador, situado en Barcarrota, en la provincia de Badajoz.

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Una infancia sin tele ni internet

Palito se convirtió desde su nacimiento en la muñequita de la familia y su hermana Jara siempre ha estado muy unida a ella. Las dos se criaron en el campo, alejadas de la fama y los flashes que perseguían a algunos miembros de su familia como a su tío Miguel, adorado en todo el mundo como artista. Las niñas crecieron en plena naturaleza. Tenían un huerto ecológico en casa y ese ambiente rústico y bohemio en el que se educaron fue fundamental para que desarrollaran su lado más creativo, algo que sus padres trataron de inculcarles desde muy pequeñas.

Tanto Palito como Jara iban al colegio (los primeros años estudiaron en casa con un profesor particular) y cuando algún día no podían por algún motivo, se quedaban en casa y pasaban la jornada en su escritorio dibujando, haciendo manualidades, cantando o tocando algún instrumento. La tele no formaba parte de su rutina diaria infantil (no tuvieron tele ni internet hasta años después) y preferían jugar en el campo, disfrazarse con ropa de su madre o pasar tiempo inventando historias. Su madre les enseñó el valor de la libertad, una libertad en la que ella misma se había criado con sus hermanos Miguel y Paola.

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Palito, igual que su hermana Jara –a la que de niña llamaban Jarina– pasó algunos años en un internado en Villafranca de los Barros, en Badajoz, y luego sus padres la mandaron a Reino Unido para terminar sus estudios de Secundaria y para que viviera una experiencia internacional y mejorara su nivel de inglés. Aunque los primeros años de funcionamiento del hotel rural el negocio fue de maravilla y muchos famosos, como Alejandro Sanz, que llegó a ser socio, lo publicitaban, llegó la crisis económica y los problemas acuciaron al matrimonio Tristancho-Dominguín. Las deudas fueron a más y al mismo tiempo que veían como la parte financiera se venía abajo, también lo hacía su matrimonio y en 2011, después de 26 años juntos, se divorciaron.

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Modelo, pintora y artista

La pequeña de los Tristancho-Dominguín siempre sintió gran interés por el arte y por la moda. Le gustaba dibujar a todas horas y su hermana mayor Bimba fue su gran ejemplo sobre las pasarelas al ser una de las modelos con más personalidad de las últimas décadas. Palito decidió quedarse en Inglaterra para graduarse en Arte, Música y Fotografía dentro de la carrera de Bellas Artes en Bournemouth. “El arte es mi gran pasión, mis proyectos van surgiendo poco a poco”, comentaba en una entrevista en Vanity Fair en 2020. "Siempre me picó la curiosidad por ser modelo, desde pequeña al ir a ver a mi hermana desfilar. Tener la oportunidad de hacerlo ahora siendo adulta es un regalo", revelaba.

A su regreso a España después de siete años en Reino Unido comenzó a desfilar para diseñadores como Francis Montesinos, gran amigo de su tía Paola Dominguín, y luego para otros grandes de la moda española como Ágatha Ruiz de la Prada, Ángel Schlesser o Andrés Sardá. Desde hace un par de años, la modelo vive en Barcelona junto a su novio Harry James, diseñador web especializado en ayudar a las empresas a crear soluciones online.

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La dura pérdida de Bimba

Sin duda, uno de los golpes más duros para Palito y toda su familia fue la muerte de Bimba Bosé, a los 41 años, el 23 de enero de 2017 después de tres años de lucha contra el cáncer de mama. La pérdida de la modelo y cantante hizo que su madre se refugiara en el amor de sus otros tres hijos y también en su propia madre, que en ese momento vivía en Brieva (Segovia). El apoyo de Paola Dominguín fue vital para Lucía Dominguín y decidió marcharse a vivir a una casita muy cerca de ella en Vilamarxant, un pequeño municipio a media hora de Valencia, donde viven su hermana y su hijo Olfo.

Tras la muerte de Bimba, Palito, sus hermanos Jara y Olfo y su prima Alma (hija de Paola Dominguín y hermana de Nicolás Coronado), con la que tienen una relación muy cercana, quisieron rendirle un bonito homenaje tatuándose un símbolo que era seña de identidad de la modelo: las hormigas. De hecho, el pasado enero, Palito (que tiene varios tatuajes más como una libélula en el antebrazo) recordaba a su hermana en Instagram con una foto junto a la que escribía un número 4 y el dibujo de una hormiga.

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Cocina y bricolaje con su madre

En los últimos meses, tanto Palito como su hermana Jara han pasado mucho tiempo en casa de su madre, con la que tienen una gran complicidad. Ellas han sido su punto de anclaje y las que han estado a su lado tras el fallecimiento de Lucía Bosé el 23 de marzo del año pasado. Allí se han dedicado a disfrutar de la naturaleza, a hacer pequeños arreglos de bricolaje en la casa y era normal verlas desayunando un delicioso pincho de tortilla o tomando algo en los bares cercanos como dos lugareñas más. Con su madre le encanta pasar el rato mientras Lucía cocina y alrededor de la mesa pueden estar horas y horas charlando.

Además, Palito es una mujer muy creativa y nos ha enseñado sus diseños, dibujos con acuarelas y manualidades en las redes sociales, sin duda, una buena manera de pasar los meses de confinamiento. De hecho, cuenta con un perfil, @lucia.tristancho, en el que muestra sus creaciones que van desde pequeños cuadros bordados de animales a divertidos personajes hechos a carboncillo. “De mi familia he aprendido a ser yo misma”, confesaba en la citada entrevista.

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Su hermana tiene un catering

Jara también se ha dedicado también al mundo de la moda pero desde el diseño. En 2014 fundó junto a dos amigas, María Martín y Vanesa Angulo, la firma Oli&Dom (Oli por Olimpia, que es el segundo nombre de Jara, y Dom por Dominguín, su segundo apellido), una marca de zapatos en la que Jara se ocupaba de la parte creativa. Su primera colección 100% artesanal y hecha en España (concretamente en un taller de Alicante) salía al mercado en el verano de 2015 y en Vogue recordaba cuando de niña sus padres le compraban cada año, en la feria del ganado de Zafra, unas botas camperas que estrenaba con emoción cada San Miguel. Los primeros tacones que se puso fueron prestados por Rebecca de Alba cuando Jara tenía apenas nueve años. Apasionada de la cocina, Jara emprendió un nuevo negocio hace un par de años al montar un catering en México, país al que llegó con la firma de zapatos y del que se enamoró.

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Jara le ha mostrado ya a su hermana pequeña todo su apoyo en la nueva aventura que emprenderá en unos días viajando a Honduras. Esta será la primera experiencia en televisión de Palito Dominguín y aunque reconoce que se siente algo “ansiosa” por la cercanía del viaje, su fuerza mental y su fuerte personalidad seguro que son su gran virtud a la hora de triunfar en Supervivientes 2021.

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