Ataraxia: hablamos acerca de lo qué es y de cómo se debe combatir
Si eres fan de La Casa Azul, habrás escuchado este término, porque hace unos meses lanzaron un temazo que tarareamos hasta la saciedad y que nos hizo imaginar en qué consistía la ataraxia.
«Tú consigues redimir
mi poca voluntad,
tú entras de lleno en mi organismo
inyectándome ataraxia.
Ya no siento nada, nada, nada.
Nada más». (…)
Pues sí, más o menos consiste en eso, en no sentir nada, ni sufrimiento, ni ira, ni felicidad. Para la filosofía griega, la ataraxia es sinónimo de imperturbabilidad. El objetivo vital de los griegos consistía en alcanzar un estado mental que les permitiera vivir en calma, y desechaban así cualquier sentimiento negativo que les inquietara y les alejara de esa meta espiritual.
Puede parecer interesante: que todo te dé igual. Si tu jefa te levanta la voz en plena oficina, no te afecta; si trabajas muchísimo pero tu sueldo no se corresponde con el tiempo que empleas ni con el esfuerzo que le dedicas, ¿qué más da si eso te paga el alquiler?; si tu pareja te deja sin que lo esperaras, te da igual, y así la vida con muchas otras situaciones propias de la vida.
La verdad es que si lo pensamos, siempre estaríamos tranquilas. La ataraxia se presenta como un concepto atractivo (desde el punto de vista de la filosófica). Pero en realidad resulta ser un problema si mostramos indiferencia ante determinadas cuestiones, porque nos convertimos en conformistas, y lo terminamos trasladando a más ámbitos de la vida: no nos hacemos valer.
CÓMO SABER SI SUFRES ATARAXIA
CÓMO LIDIAR CON LA ATARAXIA
La fórmula esencial reside en tener una cosa clara: de la frustración se aprende. Nadie quiere estar triste y sentirse decepcionada, de hecho si nos fijamos en cómo estamos evolucionando como raza, con el uso de redes sociales, todo el mundo intenta plasmar una vida en la que todo es gozo, felicidad y momentos exprimidos al límite. No aprendemos a sentir de verdad, identificar las emociones y saber que todas ellas, de alguna manera, son beneficiosas.
Por ello, si en alguna de las situaciones anteriores sueles tender a banalizarlo todo hasta el punto en el que te da igual, ojo ahí, porque quizás estés perdiéndote tu propio potencial y el hecho de enfrentarte a situaciones de tristeza, frustación o ira pueden llevarte a ser mucho mejor de lo que te crees.
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