Bong Joon-Ho, o cómo el director coreano se inspiró en Hitchcock para realizar la película del año
Cuando Bong Joon-Ho estaba en la universidad, tenía un trabajo a tiempo parcial como tutor del hijo adolescente de una estricta y adinerada familia. Así fue cómo tuvo acceso a un mundo de lujos cuyo paso había tenido hasta entonces restringido. Fue entonces, hace ya unas décadas, cuando por primera vez soñó con la idea que ha dado origen a Parásitos, la película por la que ha ganado una Palma de Oro y en la que cuenta la historia de una familia pobre que logra colarse en la vida de una familia rica.
“Imaginé que pasaría si trajera a mis amigos a aquella casa”, contaba a Vanity Fair el director surcoreano, a través de su traductora inglesa, Sharon Choi, en una reciente entrevista en el Hotel Whitby. [Bong habla inglés, pero responde a la mayor parte de la entrevista en coreano] Aquel trabajo no duró mucho y el tutor acabó en la calle, aunque ha dado origen a una obra maestra instantánea que ha cautivado a audiencias globales. “¡Me despidieron dos días después porque hablábamos mucho!”, recuerda entre carcajadas. “Aquel chaval tenía muy buena conversación, las cosas como son”.
Bong ha realizado siete películas, cada una de ellas singulares y sin concesiones, extravagantes en apariencia, con soterrados comentarios sociales de lo más inteligentes y medidos. En el panorama cinematográfico actual no hay otro director que haga películas comparables a las suyas. Al menos no como Barking Dogs Never Bite, su debut en 2000 sobre un hombre alterado que mata a un perro vecino. Tampoco como Snowpiercer, el thriller distópico de 2013 sobre una sociedad de supervivientes que vive en un tren condenado a seguir en marcha. Por supuesto, ni mucho menos hay otro filme similar a Okja, una aventura distópica producida por Netflix en 2017 sobre una niña que trata de salvar al cerdo gigante que tiene por mascota. Solo las sinopsis ya dan una idea de su incuestionable personalidad.
Con estos antecendentes ahora estrena Parásitos. Temáticamente ha habido películas similares, dramas que exploran las vidas de personas pobres que encuentran en la estafa y el fraude un modo de supervivenvia. Pero la interpretación de Bong del tema ofrece una visión distinta de esta relación, mostrándola de una forma que resulta a la vez hilarante y conmovedora.
Parásitos, que Bong escribió con Jin Won Han, se convirtió este año en la gran sensación del festival de Cannes, cuando se coronó como el primer filme coreano en ganar una Palma de Oro. Tras la proyección Bong y su reparto, incluyendo a su actor habitual y estrella de Parásitos Song Kang-ho, recibieron una larga y entusiasta ovación –cinco y ocho minutos, según la versión que se quiera atender– a la que el director, exhausto tras la jornada de entrevistas y cuando era casi medianoche, respondió con un discurso tan breve como lacónico: “Vayámonos todos a casa.”¿Una demostración de modestía? Si. Pero también una respuesta práctica: no había comido nada en todo el día y, como el resto de su equipo, quería encontrar algún sitio donde tomar algo antes de acostarse.
“Si miras el video puedes vernos a mí y a los actores susurrando entre nosotros: ‘tengo hambre, tengo hambre". ¿Qué tomó aquella noche? “Pan”, contaba entre risas. Más francés imposible. La Palma de Oro ahora descansa en una repisa de la estantería que tiene en casa, entre la cocina y el salón. "Si no estás atento, puede que ni te des cuenta de que está ahí", explicaba. "Aunque la verdad es que queda precioso".
De un modo que resulta coherente con su cine, nada sorprendente para quien lo conozca, tiene un aire de niño travieso, acentuado por su pelo oscuro revuelto y unos cuantos tatuajes que se hizo persuadido por el director de fotografía de Mother y Parásitos Kyung-pyo Hong. En la muñeca tiene escrito “esposa” e “hijo”, mientras que un diseño más grande inspirado por un árbol de Mother cubre el lado izquierdo de su pecho, espalda y parte del brazo. Es un hombre muy sociable y alaba a los otros directores de cine, y durante la conversación lamentaba haberse perdido el estreno de El irlandés, de Martin Scorsese, en el Festival de Nueva York (“me estoy muriendo por verla”). Tampoco había visto aún Érase una vez en… Hollywood, a pesar de ser muy buen amigo de Quentin Tarantino.
“Quedé por primera vez con Quentin en Corea para tomar unas copas. También salimos a cenar en Los Ángeles. Somos fans el uno del otro.. pero durante este circuito de festivales, por culpa de mi agenda, no tuve ocasión de ver la película. Quentin me dijo que tenga cuidado con los spoilers, así que no he querido leer ninguna reseña ni información sobre la película. Me estoy reservando, así que no me cuentes nada, ¿vale?”
Bong también puede hablar largo y tendido sobre Alfred Hitchcock, ya que una de las obras maestras del cineasta británico, Psícosis, influyó ciertas decisiones durante la realización de Parásitos. “Siempre me inspira a hacer cosas raras y volví a ver Psicosis porque la casa de los Bates, no el motel, tiene una arquitectura muy interesante.”
Buena parte de la tensión dramática de Parásitos tiene su origen en la mansión de la familia Park, una construcción de diseño elegante e intrincado. Para dar con su estructura, Bong se inspiró en la escalera del hogar de los Bates. También en la casa donde trabajó hace años como tutor, por la cual le guió el hijo de aquella familia adinerada, mostrándole a Bong la sauna privada que había allí. “Me parecía increíble que una casa particular pudiera tener su propia sauna”. Dejó huella en el cineasta, es indudable, porque una sauna aparece en la película.
“En esta película es muy difícil distinguir los buenos de los malos”, explicaba Bong cuando se le pregunta por la ambivalencia de sus personajes. “Incluso los personajes ricos no obedecen al patrón convencional que se suele ver en pantalla: egoístas, avaros, malvados… Quise retratarlos a todos con cariño, con una mirada compasiva. La verdad es que me identificaba con cada uno de ellos, aunque al mismo tiempo intenté mantener cierta distancia para no justificarles”.
“Si tengo que elegir un personaje con el que me siento más indentificado emocionalmente, sería el hijo joven (interpretado por Choi Woo-shik). Sólo quería lo mejor para ese personaje, aunque todos sabemos que en los tiempos y el mundo que vivimos, eso es prácticamente imposible".
Ya se está hablando de un remake en inglés de Parásitos, pero Bong aseguraba que no es algo que entre en sus planes inmediatos. Han hecho falta alrededor de seis años para que Snowpiercer se convirtiera en una serie televisiva, y asume que probablemente tarde el mismo tiempo para ver una nueva versión de Parásitos. Antes tendrá que sobrevivir al frenesí de esta temporada de premios, ya que su película está compitiendo por ser la mejor película extranjera del año, y opta también con muchas posibilidades en otras categorias, incluyendo la de mejor director. Para Bong, que nunca ha sido nominado para el Oscar, resulta sorprendente que se hayan generado tantas expectativas alrededor de la película.
"Es la primera vez que experimento algo así, por lo que simplemente estoy intentando pasármelo bien", afirmaba sobre la locura que supone postularse para los Oscar. "Es una situación un poco extraña para mí".
Su cabeza ya está puesta en dos nuevos proyectos, una película de terror que describe como no terrorífica y otro filme rodado en inglés sobre un caso real sucedido en 2016 del que prefiere no dar demasiados detalles. "Siempre estoy buscando historias".
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