Camino de perfección: el estilo de Paloma Cuevas, la clienta de Valentino y Oscar de la Renta que se midió con Rania en la boda de Letizia
No era fácil destacar entre la princesa Carolina de Mónaco o la reina Rania de Jordania, o ante el empaque regio de la hermana del novio, la infanta doña Elena, todas ellas vestidas de alta costura –de Chanel, Givenchy y Christian Lacroix, respectivamente–, pero aquella mañana lluviosa de mayo Paloma Cuevas lo consiguió. La mujer del momento, dado el inesperado anuncio de su ruptura con el diestro Enrique Ponce después de 24 años de matrimonio, fue una de las invitadas mejor vestidas de la boda de Felipe de Borbón y doña Letizia, los entonces príncipes de Asturias, gracias a un diseño a medida del modista español Eduardo Ladrón de Guevara.
Por entonces Cuevas, que pertenece a otra suerte de realeza, la del toreo, ya figuraba de forma habitual en las listas de elegantes oficiales. Clienta de Valentino y de Oscar de la Renta, de quien atesora entre otras piezas un importante abrigo bordado, la hija de Victoriano Valencia –miembro de la saga taurina de los Roger, que se remonta a principios del sigo XX, y uno de los primeros diestros en tener estudios universitarios al licenciarse en Derecho en la Universidad de Salamanca– se convirtió en un personaje muy popular en 1996, cuando se casó con Ponce en la Catedral de Valencia. Lo hizo vestida de Basaldúa, que confeccionó su traje de novia de seda y organza y corte clásico con elementos del que llevó en su día su madre, Paloma Díaz. En concreto, el polisón y las mangas. La joven encarnó a la perfección el prototipo de novia tradicional y romántica que saca los pendientes de la abuela -en este caso, de perlas y brillantes en forma de pera- del joyero familiar.
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A partir de ese momento Cuevas, que se había formado en Estados Unidos –lo que le obligó a mantener un largo noviazgo a distancia– cuidó de forma minuciosa sus apariciones sociales. Bodas de colegas de su marido, desfiles de moda y actos benéficos empezaron a contar con su presencia, siempre impecable. Con su cabello largo y cuidadosamente ondulado –que aclaró cuando nació la menor de sus dos hijas, Bianca, en 2012; la primogénita, Paloma, lo hizo tres años antes– y sus maneras pausadas Paloma Cuevas se convirtió en la invitada perfecta, siempre con una pamela de Philip Treacy o un vestido de Valentino a mano como este rojo que lució en 2004 en la boda de su íntima amiga Carolina Adriana Herrera con Miguel Báez, El Litri.
Su discreción no le ha impedido protagonizar alguna portada en traje de baño presumiendo de la figura que tanto cuida –como sus amigas Margarita de Vargas o Patricia Cerezo–, e incluso alguna campaña publicitaria como la de Yanes. Benéfica, eso sí. Los Yanes son de hecho grandes amigos de su familia y las bodas de plata de Cristina Yanes y José Luis Santos en Málaga, en septiembre de 2018, constituyeron otra oportunidad de comprobar su espectacular colección de prendas de Valentino. En esta ocasión, una camisa blanca de encaje y plumeti con volantes en las mangas.
Mención aparte merece este abrigo bordado de Oscar de la Renta, una de las piezas más codiciadas del diseñador dominicano, solo al alcance de unas pocas y que es, sin duda, una de las prendas que más le favorece. Junto, insistimos, los vestidos en rojo Valentino.
En los últimos tiempos sin embargo, y por lo que respecta a las grandes ocasiones como bodas o entregas de premios en las que se prodiga, Paloma Cuevas ha preferido los vestidos de línea sirena y profusamente bordados. Es el caso del modelo azul turquesa que llevó al enlace de su hermana Verónica –como ella, una gran aficionada a la moda que, de joven, tenía el armario de su vestidor ordenado por colores–. Un favorecedor diseño de Rosa Clará con aplicaciones en los hombros.
Aunque quizá como más estilosa esté la protagonista de la noticia del momento es en su día a día, cuando se relaja y se calza las alpargatas de cuña, se enfunda una falda larga de Missoni y agarra sus accesorios de Valentino –le gustan especialmente los cinturones con la V, que tiene en varios colores–. Tiene la suerte de que el rojo Valentino sea su color… Y de guardar varios vestidos en este tono del maestro italiano. No se nos ocurre una manera mejor de vestir una nueva etapa.
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