Club de Lectura Glamour, día 14: el libro que te reconciliará con tus malas influencias

Bailé con Richard Serra, cené con Lana Turner el Día de Acción de Gracias, tomé el té con la princesa Yasmin Aga Khan, salí de copas con Clint Eastwood y pasé varias fiestas de Año Nuevo en el chalet de Valentino en Gstaad, pero lo que más me gusta en el mundo es quedarme en casa y leer.

John Waters, Mis modelos de donducta.

Socializar en las fiestas siempre me ha parecido una pesadilla. Es un ritual extrañísimo en el que entablas conversaciones con personas que te importan muy poco pero a las que sin embargo intentas impresionar con tus conocimientos sobre el último grupo de música del que todo el mundo habla –y al que seguro tú viste antes que nadie–, los poetas de la generación Beat o esa serie del director surcoreano de moda en la que no pasa nada pero que es superinteresante y perturbadora. Nunca dirás la verdad. Nunca te atreverás a afirmar que a ti lo que te gusta es llegar el viernes a casa, sentarte en el sofá, abrir una bolsa de Cheetos y volver a ver los mejores episodios de Gandía Shore.

El libro de hoy no solo te ayudará a reconciliarte con algunos de los placeres que más culpa te generan, sino también a hablar de ellos en público con naturalidad y comprender en último término que unos son compatibles con otros; que un fan de Gandía Shore puede ser el mayor entendido de León Tolstói.

© Ilustración Mar Lorenzo/ Fotografías: GettyImages.

Mis modelos de conducta es una recopilación de referentes culturales que han tenido una importancia capital en la vida y obra del cineasta John Waters, el Pontífice del trash –tal y como lo definió William Burroughs–, y entre los que se encuentran personajes tan peculiares y tan poco políticamente correctos (que buena falta nos hace) como la niña homicida de La Mala Semilla, Leslie Van Houten, Little Richard o Lady Zorro. Es probable que jamás hayas oído estos nombres, pero no te preocupes. Conocer o no a los extraños ídolos de Waters es lo de menos –aunque te adelanto que normales y corrientes no son–. Lo divertido, lo fascinante de verdad, es ser testigo de cómo los defiende, de cómo da la vuelta a sus macabras personalidades y convierte las conductas más desviadas en una fuente inagotable de placer. Te vas a reír –yo he soltado carcajadas con este libro–, te vas a formar y te convertirás en una persona mucho más tolerante y sin duda divertida. No se le puede pedir más a un libro y a un ser humano.

Lo mejor: hay capítulos simplemente memorables, como el dedicado a las locas creaciones de Rei Kawakubo –la directora cretiva de Comme des Garçons–, las obras de arte que conviven con Waters en su apartamento o su encuentro con la actriz que interpretó a la niña asesina Rhoda Penmark en La Mala Semilla –filme de culto que has de ver ya– y a la que Waters dejó sin habla tras demostrarle que sabía más sobre la película que ella misma.

Portada del libro «Mis modelos de conducta».© Cortesía de Amazon.

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Pero John Waters está muy lejos de querer hacer sangre con estos personajes. Su adoración por toda esta pandilla de perdedores, outsiders y extrañas figuras de culto es tan sincera que desbloquea la mente del lector sin apenas esfuerzo. Digamos que consigue que hagamos las paces con nosotros mismos, con nuestras pulsiones y gustos más sinceros de una manera natural. Esa es la magia de Waters: te invita a abrazar tu propia rareza.

Lo peor: en los tiempos que corren abunda la literalidad y cada vez estamos menos en contacto con reflexiones como las que se plantean en este libro. Si eres de reducir todo a categorías –bueno o malo, feo o guapo, aburrido o divertido–, este libro NO es para ti. Si eres escrupuloso o impresionable, tampoco. Y sobre todo, si no estás dispuesto a ser sincero contigo mismo, olvídate de John Waters por siempre jamás. Él nunca dice lo que hay que decir, dice lo que quiere decir, y por eso deja la huella que deja.

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