El esp\u00eda de Armando; \u2018Amar es para siempre\u2019
QUÉ HA PASADO
• Marisol se escapa de casa.
• Amelia propone a Benigna abrir una librería en el barrio.
• Quintero defenderá a Curtis.
• Mateo se encara a su padre
La novedosa terapia que Marisol ha comenzado en el hospital no convence a toda su familia. “Como en casa, en ningún sitio”, insiste Marce. Manolita, por su parte, prefiere confiar en los profesionales: “La niña necesita apoyo externo y le vendrá bien compartir su experiencia con otros jóvenes”.
Una vez más, Irene se queda admirada de la capacidad de manipulación que posee Armando cuando este la confiesa quién es su compinche. Se trata de David Valdés, el abogado que está infiltrado en el bufete de Galán y, a la vez, está intentando conquistar a Lourdes para sacarle información acerca de su caso.
Quien está pasándolo realmente mal en la cárcel es Curtis. Tanto es así, que recibe a Quintero con un ojo morado. “Aquí odian a los nuevos. Sáqueme pronto”, ruega desolado.
En el King’s, Jose y Sofía temen que Benigna le haya contado a Sabela que desconfían de ella y que pondrían la mano en el fuego por su amigo y perder su trabajo.
Aunque los Gómez están en un momento muy bajo de ánimo, por lo menos Pelayo tiene una alegría.
“Tenemos una noticia de última hora. Acaba de legalizarse el Partido Comunista Español”, se escucha en la radio. “Hija, ¡qué maravilla! ¿Sabes cuánto tiempo llevo esperando escuchar esto?”, dice mientras abraza a Luisita emocionado.
Tras conocer que compró un testigo en su propio juicio, Mateo e Inma dudan de si dar otra oportunidad a su padre. “Es cierto que deberíamos dejarle explicarse, pero ya son demasiadas mentiras”, comenta el mayor.
Mientras, Lourdes sigue en sus trece y ni la pena, ni los fracasos anteriores la desaniman y no parará hasta demostrar que Armando fue el autor intelectual del asesinato de su madre.
Con total franqueza se lo cuenta a David, sin sospechar que se trata de un espía. “¿Tienes alguna prueba concluyente contra tu padre?”, sonsaca a la joven. Además, cuando se queda solo, rebusca entre los papeles de Galán para recopilar aún más datos para su ‘jefe’, con quien luego se reúne en el hotel. “Tranquilo, tengo a su hija en mis manos. Confía en mí plenamente”, presume el abogado ante Ordóñez.
Finalmente, Fede ha dado una oportunidad a Eugenio y queda con él en la plaza para que le explique por qué emigró a México cuando él era un niño. Sin embargo, la versión del hombre es algo inconsistente.
Al menos, Marisol se toma a rajatabla la terapia y cumple con las tareas que le ponen, como cuidar una planta o hacer ejercicio. No obstante, Manolita la nota triste y le inquieta la medicación tan fuerte que le ha prescrito el psiquiatra.
El sueño de Amelia de abrir una librería en el barrio está costándole más de un quebradero de cabeza. Ella pensaba que encontraría un local barato, pero todos son inaccesibles, a pesar de que tiene dinero de su estancia en París.
Luisita la apoya, pero malinterpreta sus planes y cree que quiere el negocio para otro cometido. “Desde que se fue Sebastián está muy rara”, dice a su abuelo.
Como cada semana, Sofía se dispone a visitar a su novio en prisión pero, esta vez, Justo se lo desaconseja. “Es mejor que no vayas. No es que esté muy animado y me ha dicho que esperes unos días”, miente para evitar que vea que le han pegado una paliza.
Por su parte, Benigna cada vez está más unida a Sabela, que la convence de que Curtis tiene que pagar por haber traficado. “Esa gente juega con la salud de nuestros hijos y sobrinos”, afirma. Sin embargo hay un hecho que confunde a los vecinos. ¿Cómo puede ser que estando el culpable entre rejas, en el barrio continúen vendiéndose anfetaminas?
Hace semanas que Guillermo y Cristina están centrados en el caso de Ubieta y ven la salida en un sindicalista emigrado que puede ser el testigo que necesitan para demostrar su inocencia: “Hay que traerlo de vuelta a España. El problema es que quiera hablar delante de un jurado”.
El efecto de la desintoxicación se deja vislumbrar en los cambios de humor y la angustia de Marisol. Preocupada, Manolita pide cita al doctor Íñiguez para despejar sus dudas sobre el tratamiento: “¿Durará mucho?
La chiquilla está pasandolo fatal. Va a caer en una depresión y nosotros con ella”. El médico no puede quitarle importancia y le asegura que es un proceso largo y complicado: “Recaer en las drogas es muy sencillo”.
A unos días de celebrarse el juicio contra Curtis por un delito contra la salud pública, Justo quiere conseguir el apoyo de Basterra, socio de Sabela, y que declare contra ella.
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