El otro lado de Paloma Cuevas: estudiante en Boston, creadora de los pendientes que llevó Letizia y musa de diseñadores
Al hablar de Paloma Cuevas, la mujer que acapara titulares durante los últimos días en la prensa de toda España, resulta difícil no presentarla como la mujer de Enrique Ponce, uno de los toreros más relevantes de la lidia que ahora comienza una vida por separado tras 25 años de matrimonio con la estudiante Ana Soria. Pero, ¿qué ha habido más allá de aquella idílica imagen familiar? ¿de sus estilismos impecables? ¿de su papel como esposa paciente, y a veces sufridora, en aquellos tiempos que su esposo salía a la plaza?
Sus orígenes familiares y su matrimonio ofrecieron unos cimientos sobre los que Paloma Cuevas emprendió diversos proyectos –aunque para ella el cuidado de sus hijas siempre ocupó el primer lugar en la lista de prioridades–. El padre de Paloma, Victoriano Cuevas Roger, de la dinastía de los Valencia, fue uno de los primeros toreros en graduarse en la universidad. Victoriano escogió la carrera de Derecho para contentar a su padre, que intentó a toda costa pero sin éxito que no se dedicase a la profesión de matador. Cumplidos los 40 años se retiró para casarse con Paloma Díaz y emprendió una carrera en los negocios. La infancia de Paloma transcurrió en el campo, pero cuando llegó la hora de estudiar en la universidad la joven se trasladó a la ciudad para titularse en Ciencias Empresariales.
Con 19 años ya había iniciado su romance con Enrique Ponce, con quien mantuvo una relación a distancia mientras completaba sus estudios en Boston, Estados Unidos. Cuando la joven regresó, la pareja decidió casarse. Lo hicieron en 1996, en la Catedral de Valencia, con un vestido elegante a la par que romántico firmado por Basaldúa, que combinaba seda y organza con detalles del vestido de novia que había llevado su madre, en concreto las mangas y el polisón. La luna de miel la disfrutaron en Bora Bora. A partir de aquel momento, Paloma se erigió como una de las mujeres más elegantes del panorama nacional, abriéndole un sinfín de posibilidades como imagen de firmas, revistas y proyectos.
El matrimonio feliz se mudó al cortijo de La Cetrina, en Jaén, propiedad de Ponce, donde Paloma comenzó a dedicarse a la gestión de la producción de aceite de la finca. Hubo que esperar hasta 2008 para que llegara el nacimiento de la primera hija, de la pareja, a la que llamaron Paloma. La segunda nació en 2012 y le pusieron de nombre Blanca. Durante todos esos años, la empresaria había frecuentado suficientes reuniones de la alta sociedad y tenía ya un nombre propio.
Deslumbraba en cada aparición pública con sus vestidos rojos de Valentino. Del modista italiano ha comentado que tiene "un corazón infinito". En 2005 acudió a su desfile de Alta Costura en París, donde se sentó en primera fila, y lució uno de sus diseños en la boda de Miguel Báez con Carolina Adriana Herrera. Con ella coincidió en la inauguración de la tienda de la firma de Carolina Herrera en Los Ángeles en 2006. "Carolina HERRERA, la gran SEÑORA de la moda??❤️ Una mujer de un talento infinito y una calidad humana excepcional (…) Qué días tan entrañables pasamos junto a su hija Carolina, gran amiga de sus amigos, la mejor embajadora de su madre!", comentó hace poco en Instagram.
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Oscar de la Renta, Rosa Clará o Eduardo Ladrón de Guevara son algunos de los diseñadores que han conquistado el guardarropa de su apretada agenda social. El último es, tal y como ella misma confirma, su diseñador favorito. Guevara la vistió de forma impecable para asistir a la boda del entonces príncipe Felipe con Letizia Ortiz, un evento repleto de royals en el que era dificilísimo destacar, pero donde estuvo cerca de eclipsar a Rania de Jordania.
La confirmación de su estatus fue el anuncio de Ferrero Rocher, el hito que la elevó al nivel de otra famosa ‘mujer de’, Isabel Preysler, a la que sustituyó como anfitriona televisiva de los bombones italianos con cobertura dorada en 2006. Rodado en Córdoba y con la banda sonora de la película Gladiator, el spot pasó sin pena ni gloria, pero la cimentó definitivamente en el club.
https://youtube.com/watch?v=Sjj80DbNUuY%3Frel%3D0
Su pasión por el mundo del negocio y sus conocimientos adquiridos en la carrera de Empresariales se materializaron en 2011, gracias a la apertura de una tienda de mobiliario y ropa infantil, Piccolo Mondo. Lo hizo de la mano de su amiga Susana Gil. Juntas consiguieron abrir una localización en pleno barrio de Salamanca madrileño, en la calle Ayala nº43. Personajes públicos como Bertín Osborne, Paula Echevarría o David Bustamante han confiado personalmente en los productos que ofrece la firma, y ella misma decoró los dormitorios de sus hijas con sus productos. "Estoy feliz con la tienda. Me da mucha alegría participar en la decoración de la habitación de los bebés de las mamás que eligen mi tienda: ¡es una sensación tan bonita y gratificante cuando las ves terminadas!", declaró para la revista Hola Niños.
Con una vida entre Madrid y Jaén, viajes a Nueva York y vacaciones de verano en Mallorca, Paloma Cuevas tuvo tiempo para embarcarse en otro proyecto en 2016. En esta ocasión uniendo dos mundos: el de la joyería y el de la filantropía. La empresaria creó entonces una colección altruista de ocho pulseras, de la mano de joyería Yanes. Todos sus beneficios recaudados con la venta de las piezas diseñadas por Paloma y Cristina Yanes han sido destinados a apoyar a la Fundación Aladina, que trabaja para mejorar las condiciones de vida de los niños enfermos de cáncer. La iniciativa en concreto a la que apoyaron sus creaciones fue el de la reforma de la UCI del Hospital Universitario Infantil Niño Jesús.
El nombre de la colección es Arco Iris, y todas las piezas llevan mariposas, puesto que inspiran libertad con su vuelo y belleza gracias a sus formas y movimientos. La joyería lanzó otra colección articulada también en torno a las mariposas, pero esta vez bajo el nombre de Ala-Dina. La familia Yanes tiene, de hecho, una gran relación con Paloma y su entorno. Prueba de ello fueron las bodas de plata que Cristina Yanes y José Luis Santos celebraron en Málaga en 2018, a las que Paloma acudió enfundada en una exquisita blusa de encaje y plumeti, con volantes en las mangas, firmada de nuevo por Valentino.
Su gran éxito ha sido quizás haber entrado en el exclusivo joyero de la reina Letizia cuando todavía era princesa. La esposa del rey Felipe VI ha lucido varias de las creaciones de Paloma Cuevas para Yanes, entre ellos un llamativo diseño de pendientes en oro blanco y amarillo formados por tres aros concéntricos bordados de diamantes y unas mariposas posadas. También lució otros inspirados en la flor de lis.
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