Flamencos y papafritas
El lunes murió Vicente Castro Giménez ‘Parrita’, silueta de Buda gitano, una de las voces más especiales y únicas que le quedaban vivas al flamenco. El martes la noticia ni siquiera salió en todos los periódicos. De las televisiones, ni hablo. Hoy aún andan los flamencos lamentándose por la muerte del tío Vicente, con solo 63 castañas, y quejándose de que entre la que está cayendo, y que se han muerto tantos genios en los últimos años, ahora hay mejores juergas allá arriba, donde se fueron, que aquí abajo, donde nos quedamos.
Llaman los flamencos papafrita a aquel que no se entera, al que se cree que sí pero no lo hace, al papanatas, al tonto del bote, al cantamañanas. A quienes no chanelan. Podrían llamárselo a todo un país, este, España, que no valora y prestigia lo que tenemos, que lo desprecia, incluso, y a unos políticos que ni lo saben, ni les importa ni, peor todavía, lo disimulan. Y reconocer no implica que tenga que gustar. Pero si no sabemos quiénes somos cómo vamos a saber qué queremos y dónde vamos. Si no somos capaces de ensalzar nuestra cultura cómo vamos a aspirar a hacer algo más que servir cervezas a los guiris. ¿Así cómo leches vamos a lograr dejar de ser nunca un país de papafritas?
La ausencia de Parrita en las noticias es simbólica de un país y unos gobiernos que no han cuidado nunca el flamenco y ya jamás, me temo, lo harán. Como para pedirles que planeen su rescate… Y sintomática, también, de un flamenco que agoniza encerrado en las casas, de donde salió, acuciado de deudas y nubes negras. Cerrados los tablaos, donde sobrevivían la mayoría de los artistas, porque el negocio de los guiris, las entradas caras y el typical spanish era para los dueños, y sin conciertos, solo pueden cantarle a las facturas. El flamenco no desaparecerá. Nació y creció en esas casas y en ellas resistirá. Pero lo perderemos quienes no estamos tras esos muros y sabemos lo que vale. También quienes fuera de estas fronteras lo valoran como aquí no se hace. Y lo perderá un país con una Historia y una cultura irrepetibles que se diluirán en la globalización de los moldes seriados y las modas importadas. Repiten mucho los flamencos que si el flamenco fuese francés, ay, otro gallo y otra historia cantarían. No les falta razón. Cantaba Parrita: “Hay que noche mas oscura/vaya tormenta que está cayendo/Toda la noche sin dormir”. Y lo que nos queda, viejo, y lo que nos queda…
David López Canales es periodista freelance colaborador de Vanity Fair y autor del libro ‘El traficante‘. Puedes seguir sus historias en su Instagram y en su Twitter.
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