Happy hour

La prensa seria, en estos tiempos de cóleras tuiteras y bulos, es la que titula bien. La que te cuenta las cosas para que las comprendas. “Los norteamericanos están bebiendo una cantidad loca de alcohol durante el confinamiento”, dice una noticia del New York Post. Y, por si no quedase claro, en la primera línea del texto explica que los ciudadanos “no paran de preparar cócteles para sobrellevar el coronavirus. Muchísimos”. No importa que el sistema de medidas que utiliza, aunque universal, sea poco preciso. Me gusta porque se entiende y, sobre todo, también, porque los entiendo. La venta de alcohol ha subido allí más de un 50 por ciento. Como ha subido también en España. Y en Francia. Y en Italia…

En España debemos beber una cantidad aún más loca que los americanos, porque se está vendiendo casi el doble de cerveza y licores. Incluso hay especialistas, como el Consejo Colegial de Enfermería que, según leo, advierten que desde que empezó al confinamiento comemos y bebemos entre horas un 55 por ciento más. Me sorprende la noticia porque no conocía el concepto de beber entre horas. Debe de ser porque en las casas españolas existen ya profesionales de los cócteles que se ponen happy hour al mediodía y al atardecer.

También leo, con cierto pánico, que la oficina de la OMS para Europa ha pedido a los países que restrinjan el alcohol durante el aislamiento. Menos mal que ahí los Gobiernos tampoco le han hecho caso. No hay más que fijarse en México para echarse a temblar. Paró la producción de cerveza porque decían que no era actividad esencial y empieza a haber desabastecimiento. Encerrados y sin beber. Hay Gobiernos que deberían ser denunciados en La Haya por tortura. Y eso que, si uno sigue leyendo las noticias, se le quitan las ganas de beber y de leer. Las hay que anuncian que el alcohol puede hacernos más proclives al contagio y otras que recuerdan que el vodka no mata al virus. Matarlo no, pienso, pero quizá lo ahogue. Bah, fake news, me digo después, poniéndome voz de Trump. Prefiero acordarme de lo que decía Dean Martin, que ya intuyó todo esto: “Siento pena por las personas que no beben. Cuando se despiertan por la mañana es lo mejor que se van a sentir en todo el día”.

David López Canales es periodista freelance colaborador de Vanity Fair y autor del libro ‘El traficante‘. Puedes seguir sus historias en su Instagram y en su Twitter.

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