La casi desconocida historia de Jacques Helleu, el creador del icónico J12 de Chanel
¿Se imagina que, un buen día, el cofundador de Chanel —Pierre Wertheimer— se le acerca para pedirle que sea “el guardián del buen gusto” de la maison? Pues bien, esto es exactamente lo que le sucedió a Jacques Helleu (París, 1938-2007) cuando apenas tenía 18 años. Claro que, si tenemos en cuenta que su abuelo, Paul Helleu, fue uno de los pintores de referencia en el París de Proust —además de íntimo amigo de Gabrielle Chanel, a quien conoció en Deauville— o que su padre, Jean, trabajó como director artístico de la casa, todo cobra sentido.
Tal y como recoge Nick Foulkes —el, probablemente, mejor periodista de relojes del mundo y colaborador habitual de la edición estadounidense de esta revista o de la de GQ— en Chanel Eternal Instant —el volumen que la maison acaba de dedicar al reloj J12, la última creación del que fuera durante décadasdirector artístico de las fragancias, la cosmética y las joyas de la casa—, los primeros recuerdos de Helleu —su magdalena de Proust— están vinculados de forma inevitable al perfume de su madre: Chanel Nº 5, naturalmente. Un aroma mítico que él se encargaría de relanzar en 1968, cuando escogió como su imagen a la actriz Catherine Deneuve. Con el tiempo llegarían Carole Bouquet, Nicole Kidman o Vanessa Paradis. Todas, fichadas por Helleu, a quien Les Échos describió en su día como un amante del novelista Roger Vailland, de los coches rápidos, las mujeres de piernas largas, los trenes en miniatura, los relojes cuadrados, los cuadros libertinos y la estética de la escalera helicoidal de la Villa Stein de Le Corbusier. Referencias patentes en el J12, cuyo diseño se inspira en la casa de Helleu proyectada por Le Corbusier y en sus automóviles: un Facel Vega HK 500 de 1958 y un Bentley de 1957. “Tenía mente de ingeniero, alma de artista y el gusto innato de un esteta”, escribe Foulkes.
A Helleu le llevó nada menos que siete años materializar su idea inicial de lanzar el cronógrafo, que hoy es uno de los iconos indudables de la marca a la altura del bolso 2.55, las camelias o del zapato bicolor. Y no solo porque nadie veía la necesidad de poner un reloj masculino de Chanel en el mercado, sino porque cuando el proyecto empezó a rondarle la cabeza —en 1994— ninguna manufactura le garantizaba lo que él buscaba: un acabado en un negro particularmente intenso en un material especialmente resistente. “Yo quería un reloj para mí. Viril, indestructible y negro. El primer reloj de lujo de ese color”, solía decir.
Su sueño vio finalmente la luz en el año 2000. El éxito fue inmediato. En 2003 llegó el de cerámica blanca y hoy, para conmemorar el 20º aniversario del J12, el actual director de la división de relojes de Chanel, Arnaud Chastaingt, ha ideado una nueva versión en la que, a pesar de que el 80% de los componentes son completamente nuevos, los cambios son apenas perceptibles. “Al principio quise modificarlo todo, y a eso dediqué los dos primeros meses. Pero enseguida me di cuenta de algo esencial: cuando Jacques Helleu concibió el J12 ya estaba siendo un revolucionario. Durante cuatro años hice una labor casi de forense para renovar el J12… sin que se notase lo más mínimo”. Helleu puede pues darse por satisfecho. Marcel Proust también.
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