La discreta vida de la familia Serna Lorente, entre los 200 más ricos de España y dueños del último suelo sin ubanizar en Torrevieja

“Sois un orgullo para la Comunitat Valenciana, ofrecéis una imagen positiva y ofrecéis una luz de esperanza para esta tierra", dijo la semana pasada el presidente de la región, Ximo Puig, a los nuevos propietarios de las últimas 1,9 hectáreas que quedan sin edificar en Torrevieja, Alicante: Jesús, Ángeles, Pablo y Joaquín, la familia Serna Lorente. El mandatario les dedicó ese elogio en el Auditorio de dicha ciudad con motivo del 50 aniversario de TM Grupo Inmobiliario, la empresa que dirigen los cuatro hermanos –aunque la cara más visible es Pablo, consejero delegado– desde que la heredaron de su padre, José Luis Serna, en 2012.

La compañía solo tiene algunos años más que el 1, 2, 3, programa con el que Chicho Ibáñez Serrador, por boca de Mayra Gómez Kemp, regaló centenares de apartamentos en la zona, muchos de los cuales están hoy abandonados a causa de las inundaciones o la crisis económica. Pero en Torrevieja se sigue construyendo. Es, de hecho, la ciudad que más casas levantó el pasado año, un total de 5.225 y es en ese suelo donde la promotora inmobiliaria TM Grupo Inmobiliario se ha hecho con la última gran bolsa de suelo que queda en la ciudad, según publicó El Confidencial.

Se trata de la zona conocida como La Hoya, fácilmente localizable a través de imágenes de satélite: es la parte de la ciudad que aún no tiene edificios. El Grupo TM, que en 2018 también se hizo con la bolsa de suelo más importante de la playa de Poniente, en Benidorm, pretende levantar 2.000 viviendas nuevas en el municipio alicantino.

Una familia discreta

El logo de su empresa, que aparece como patrocinador en los campos de fútbol del Hércules o el Elche, es más conocido que las caras de los hermanos Serna Lorente. Lo que no impide su discreción es que los cuatro vástagos de José Luis ocupen ya el puesto 180 en la lista de los 200 personas más ricas de España, con un patrimonio neto de 270 millones de euros. Y es de las pocas empresas del sector que sorteó la crisis económica gracias, entre otras cosas, a exportar su actividad a Brasil o México. De este último país obtienen el 25% de su facturación.

En palabras de Pablo Serna, “en pleno boom inmobiliario, construimos 1.400 viviendas y facturamos 240 millones de euros”. “Once años después”, añade, “hicimos el mismo número de viviendas y facturamos 308 millones, un 30% más”. Orientado hacia la segunda vivienda y el apartamento turístico, en sus cinco décadas de existencia dicen haber vendido más de 20.000 viviendas.

Según sus últimas cuentas, en 2018 obtuvieron una cifra de recaudación neta de 190 millones de euros, gracias una vez más a las viviendas turísticas. De hecho, el principal mercado de la compañía en España proviene del extranjero, que alcanza el 70% de las ventas con los belgas en cabeza con el 31% de las compras, seguidos por los suecos (6%), noruegos (5%), y alemanes, británicos y polacos (4%). Pero Torrevieja y otros puntos calientes de la construcción en el litoral como Orihuela pertenecen a la Vega Baja, uno de las zonas más afectadas en los últimos días por la gota fría. Por eso hay otros sectores menos entusiasmados con la nueva fiebre constructora en el Poniente español.

Por ejemplo, Pilar Marcos, de Greenpeace, que ha estudiado el impacto medioambiental de la construcción en el litoral valenciano y le parece “fascinante” que todavía se sigan levantando viviendas en Torrevieja. Según sus informes, la ciudad alicantina es de los 25 peores municipios de España en cuanto a destrucción de suelo. En su opinión, además, no se pueden obviar las inundaciones de los últimos días. “El litoral es la comunicación natural entre tierra y mar y sirve justamente para amortiguar los temporales, las inundaciones”, explica Marcos. Y zanja: “Cuanto más se urbanice la zona, peores serán las consecuencias de los temporales”. Su análisis choca con el entusiasmo de Puig, presidente valenciano que en el 50 aniversario de la empresa celebró además de sus resultados, su modo de gestionar la empresa y “la apuesta de la familia Serna Lorente por tener los pies en el suelo y no saltarse ninguna valla".

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