La increíble historia de Benedetta Barzini, la top model de la era Warhol que quiere desaparecer

Tiene 76 años y una vida digna de una serie de Netflix. Benedetta Barzini (Gresseto, 1943) tenía 20 años cuando Consuelo Crespi, editora de la edición italiana de «Vogue», la descubrió en las calles de Roma. Era una joven delgadísima y más bien tímida, hija de una familia rica que no supo cómo lidiar con una niña rebelde que se negaba a comer. Crespi envió sus fotos a Diana Vreeland, la todopoderosa editora de moda de la edición estadounidense de «Vogue», y a los pocos días le llegó un telegrama con una oferta para aparecer en una producción de moda. Benedetta se sacó un billete de avión con vuelta a los cinco días que jamás usó: Nueva York la atrapó durante cinco años. Inmediatamente firmó con Ford Models, se convirtió en la primera modelo italiana en portada (1965) y entró en la élite de la moda. La fotografiaron los más grandes: Irving Penn, Richard Avedon, Helmut Newton. Asistió en 1966 al legendario «Black and White Ball», el gran baile organizado por Truman Capote en el Hotel Plaza de Nueva York, en honor de Katharine Graham. Formó parte de la vibrante corte de modelos, millonarios y artistas que rodeaba a Andy Warhol y Salvador Dalí fue su amigo. Estuvo en el centro de universo justo en su momento de mayor brillo.

En «The Disappearance of My Mother», el documental que Beniamino Barrese, hijo de Benedetta Barzini, presentó en la última edición del Festival de Sundance, se desvela lo que ocurrió con Barzini cuando, a los 25 años, el mundo de la moda dejó de considerarla bella y excitante y borró su teléfono de la agenda VIP. Eileen Ford, su agente entonces, le propuso la salida habitual para las modelos en declive: «Ven a mis fiestas. Cásate con un hombre rico. Puedes divorciarte en unos años si el matrimonio se va a la porra». La propuesta le horrorizó. Las circunstancias le obligaron a plantearse qué podía ofrecer al mundo además de una belleza exótica que amenazaba por caducar. Volvió a Milán, y en 1969 se casó con el director de cine Roberto Faenza. Rápidamente se quedó embarazada de gemelos, pero en el momento del parto vino un segundo shock: su marido la abandonó aquella misma noche. En 1970, decidió desaparecer del mundo que, de alguna manera, ya la había hecho desaparecer.

«Ese es el asunto: realmente jamás sentí que estuviera participando en mi propia vida mientras estuve en Nueva York», confesó Benedetta Barzini en una entrevista a la edición británica de «Vogue». «Fui sencillamente el público de un espectáculo, En aquellos días, las modelos no éramos más que una cara bonita, ni más ni menos, y la mayoría de nosotras vivíamos solo para ser vistas. Dentro y fuera del plató». Al verse sin trabajo y sola con sus gemelos en Milán, Barzini pudo racionalizar la sensación de existir simplemente como adorno hueco, sin posibilidad de trascender su propia belleza. «Iba de fiesta en fiesta indiferente a los problemas del mundo. Sencillamente el concepto de belleza hace desaparecer a las personas. El día en que el teléfono dejó de sonar, me di cuenta de que, en realidad, no tenía nada de poder«, reconoció en la revista online Hyperallergic. El análisis de su propia trayectoria no pudo ser más radical: «Me di cuenta de que la belleza es una molestia. Te engaña para que te empeñes en una lucha inútil contra el tiempo. ¿Qué más da si tenemos arrugas? Tenemos la responsabilidad de vivir y si esa vida se refleja en las arrugas de la cara, mejor que mejor».

Tras ese primer tiempo de introspección a su llegada a Italia, Benedetta Barzanni dio un giro completo a su existencia. En 1973 se unió al Partido Comunista y se convirtió en activista feminista. Además, comenzó a dar clases de antropología de la moda en la Universidad de Milán y en la de Urbino. Allí continuó su investigación acerca de los claroscuros de la industria: ¿por qué las mujeres tienen tantas opciones de estilismo y los hombres tan pocas? ¿Quién decide lo que es bello y porqué? ¿Cómo se relaciona la moda con el estatus de cada persona en la sociedad? Como les sucede a muchas mujeres que en algún momento se ven expulsadas, desdeñadas o marginadas en cualquier terreno, la supermodelo encontró alivio en la el feminismo y la política.

En el documental de su hijo, Benedetta Barzini le dice: «La lente de la cámara es el enemigo». Incluso la maldice y la rehúye. Ya no quiere ser capturada por ninguna fotografía ni establecer ningún tipo de relación con las imágenes: si acepta ser grabada por su hijo es solo porque es su hijo. A lo largo del metraje vemos cómo se niega a vestir con ropas elegantes cuando el Ayuntamiento de Milán decide darle la medalla de oro por «destruir el estereotipo de la chica de portada sin cerebro». «No me lo merezco», afirma airada. «No tengo nada que ver con los valores que imperan hoy: exibicionismo, ser productivo, ganar dinero… Esta ciudad es tan estúpida que considera relevante que una vez fui una supermodelo». Aún así, todavía protagoniza campañas y acude a las pasarelas. Para Gucci, Burberry o la London Fashion Week. «La vida de todos es una contradicción«, admitió su hijo en las entrevistas de presentación de su documental. «Nos gustan las historias que solucionan las contradicciones que todos tenemos, pero a mí me interesaba más hacerme preguntas, por ejemplo, si somos realmente capaces de contar a las personas. De retratarlas en su totalidad. Creo que no».

A sus 76 años, Benedetta Barzini se ha convertido en una figura irresistible para la moda que tan certeramente se dedica a desmontar en sus clases. Cuanto más predica que las imágenes congelan la experiencia y distorsionan la vida, más ofertas recibe para ser inmortalizada en campañas y vídeos. Sin embargo, confiesa a su hijo que su mayor deseo es desaparecer completamente de la visibilidad, aunque habla de sumergirse en la oscuridad iluminada por la luces de la cámara. Su increíble carisma hace que importen menos sus contradicciones y más sus apasionados discursos en pos de la invisibilidad. De hecho, cuando critica el mundo de la moda despliega un magnetismo tan poderoso como los exquisitos editoriales que hoy tanto detesta.

«Esta es la verdad: solo cuando dejas de preocuparte de volverte invisible puedes contemplarte a ti misma», explica Benedetta Barzani a su hijo. «Solo entonces eres libre. Libre para decidir lo que te importa y lo que jamás lo hará. Libre para saber qué opiniones valoras y la de quiénes vas a pasar por alto. Y, sobre todo, libre para dedicar las preciosas horas que pasamos en este planeta a algo valioso. ¿Hay algo más hermoso que permitirte a ti misma no desperdiciar la vida?».Puedes ver este documental, nominado a los Premios Europeos de Cine, en Movistar CineDoc&Roll.

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