La subasta de Christie's con la socialité del siglo XX
Fue una de las socialités más relevantes del periodo de entreguerras. Audrey Pleydell-Bouverie (1902-1968), también conocida como Audrey Evelyn James, se movía por los círculos más selectos de Londres, Nueva York o la Riviera francesa entre celebridades como Lord Louis Mountbatten, el príncipe de Gales, Salvador Dalí, Gabrielle Chanel, Winston Churchill o la que más tarde sería la reina de Inglaterra.
Su hermano era Edward James, el poeta relacionado con el movimiento surrealista. Ambos eran hijos del magnate del acero William Dodge James (al menos, de cara a la galería… porque los rumores decían que en realidad era hija del político progresista Sir Edward Grey), quien a su vez era hijo de un rico comerciante estadounidense. Su madre era Evelyn Elizabeth Forbes, conocida entre la flor y nata de Sussex por ofrecer algunas de las fiestas y los fines de semana de caza más exclusivos de la era victoriana y eduardiana. Edward James decía que siempre había royals por casa, pero que raramente veían a su madre por allí (quizá debido a su agenda), pero sin duda Audrey heredó ese gusto por la vida social de elite. Se casó a los 20 años con un héroe de la Primera Guerra Mundial (por entonces todavía llamada la Gran Guerra), Muir Dudley Coats, quien murió tan sólo cinco años después.
Audrey Pleydell-Bouverie poseía casas en diversas partes del mundo, y era generosa con ellas. Se las prestaba a su selecto círculo de amigos, entre los que figuraban políticos como el matrimonio Churchill, que se alojó en su residencia de Long Island. Los duques de Kent o el matrimonio compuesto por Fred y Adele Astaire fueron otros de sus célebres invitados. Ella también lo hacía; era habitual verla durante los veranos en La Pausa, la residencia de Coco Chanel en la Riviera francesa.
Mantuvo una estrecha relación con el fotógrafo Cecil Beaton, que la retrató en varias ocasiones y la incluyó en su libro The Book of Beauty.
“Como la mayoría de las mujeres aristocráticas de la época, Audrey había sido preparada para el matrimonio», dice la especialista de Christie’s Amelia Walker, «Pero también era una mujer astuta que navegó con éxito las traicioneras aguas de las clases altas inglesas y la elite de piedra de Manhattan para convertirse en una celebridad”.
Tras su visita al Instituto de Arte de Chicago en 1927, Audrey Pleydell-Bouverie desarrolló un gran interés por el arte. Fue entonces cuando comenzó a coleccionar pinturas, algunas de ellas creadas por el mismísimo Renoir. A través de su hermano entró en contacto con el vanguardismo francés.
En 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial y dio al traste con su estilo de vida, pero para entonces ya poseía una colección privada de arte de lo más valiosa. De hecho, donó algunas de sus pinturas a la Tate, que gracias a ello montó una exposición de pintura impresionista en 1954. Parte de esa exquisita colección será subastada a partir del 8 de junio en Christie’s.
Entre los tesoros que incluye esta colección hay un par de gafas Queen Anne que se cree que fueron hechas para el duque de Queensberry, un espejo rococó de sobremesa diseñado por William Linnell y una mesa de mármol y micromosaico italiano atribuida al escultor Giacomo Raffaelli. Unas piezas que condensan de manera excepcional el brillo de un tiempo que no volverá.
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