Los cinco virajes que terminaron con Albert Rivera
“No vamos a apoyar ningún Gobierno de Mariano Rajoy”. No hubo ningún momento en la campaña de las elecciones de 2016 en las que Albert Rivera quisiera dejar claro que nunca darían el Gobierno al Partido Popular. Fue el mismo año en el que firmó un acuerdo con el PSOE que no tuvo el apoyo suficiente para lograr la investidura de Pedro Sánchez. En octubre de 2016, el propio Rivera se desdecía mediante los hechos. Votó sí a la investidura de Mariano Rajoy, apenas unas semanas después de recordar que “no hay ni un solo votante que no sepa que Ciudadanos no va a apoyar o estar en un Gobierno en el que estemos pendientes de la corrupción, de Bárcenas o de Rita Barberá”.
“No pactaremos con Vox”.
Después de que Albert Rivera dijese que contar con alguien como Manuel Valls para competir por la Alcaldía de Barcelona era como hacerlo en una carrera con un Ferrari, el exprimer ministro de Francia cargaba contra Ciudadanos por las diferencias a la hora de pactar en el Ayuntamiento de Ada Colau. “Yo no entré en política para participar en la lucha por liderar la derecha”. Valls acusó a Ciudadanos de pactar con Vox, una línea roja para el francés. El partido de Rivera también negoció con la formación de Abascal en Andalucía, Murcia y Madrid. Ayer, tras el resultado electoral, Valls quiso recordarle a Rivera que “no se podía pactar con Vox sin perder el alma”.
La foto de Colón.
En el seno de Ciudadanos, muchas voces criticaron la famosa foto en la plaza madrileña de Colón que Rivera compartió con Santiago Abascal y Pablo Casado. Después de semanas tratando de evitar fotos de las negociaciones con la formación de Abascal, la imagen de Colón marcó el devenir de Ciudadanos.
Las dimisiones.
El acercamiento de Rivera a Vox tuvo como consecuencia la ruptura no solo con su Ferrari, Valls, sino también con su portavoz económico, Luis Roldán. “¿Cómo vamos a construir un proyecto liberal en España si no somos capaces de confrontarnos a la extrema derecha?”, se preguntaba Roldán tras su dimisión. Enfadados también por la deriva del partido naranja, también dejaron Ciudadanos Francisco de la Torre y Javier Nart.
Último viraje.
Al igual que lo sucedido en 2016 con Mariano Rajoy, tras repetir en los últimos meses que Ciudadanos no haría presidente a Sánchez, poco antes de las últimas elecciones Rivera cambiaba de nuevo de parecer, para sorpresa de muchos simpatizantes de Ciudadanos, ofreciendo a Pablo Casado que tanto PP como los naranjas se abstuvieran en una investidura de Sánchez “para desbloquear la situación política”.
Los virajes desesperados de campaña.
Con todas las encuestas augurando la debacle electoral, la estrategia de campaña de Rivera pasó por varios puntos hasta alcanzar el histrionismo, logrando únicamente el sonrojo y las risas. Primero fue la salida a calentar del perro Lucas, a quien en Ciudadanos llegaron a abrirle un perfil en la red social Twitter. La estrategia –que muchos otros partidos han utilizado en otras ocasiones para lograr una imagen más cercana del candidato– no salió como esperaba Rivera, que se ganó las mofas por su imagen oliendo al can y la afirmación que la acompañaba: “Todavía huele a leche”. Luego llegó el debate electoral. Rivera, a quien en las pasadas elecciones muchos situaron como ganador en las contiendas en plató, volvió a protagonizar la escena más temeraria al sacar un trozo de un adoquín. La duda todavía está en si de verdad era de las calles de Barcelona o resultado de una compra en Amazon.
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