#Mujerhoyencasa recomienda: no tengas miedo al fracaso

El equipo de Mujerhoy sigue trabajando desde casa. Cada uno con nuestras circunstancias, viviendo, como todos vosotros, una situación excepcional. Así las cosas, queremos acercarnos mucho más a todos vosotros, y compartir, cada día, una recomendación de la redacción de Mujerhoy. Esa serie a la que nunca le hubieras prestado un minímo de atención en tu día a día, ese hobby que considerabas perdido, junto a tu primer amor de parbulario, en el colegio de un pueblo granadino o incluso, el poder de disfrutar de las pequeñas cosas que nos hacen felices; el hedonismo ha vuelto.

#MujerHoyEnCasa va a acompañarte estos días como siempre lo ha hecho, pero con más fuerza que nunca.

Estamos con vosotros.

Hoy recomienda: Diana Matilla, redactora de lifestyle

Día 12 de cuarentena (en mi caso. El número exacto de jornadas de confinamiento varía con creces según a quién le preguntes). Miras por la ventana, está nublado. Giras la cabeza y… ¡pum! Dentro de casa la luz no es que sea mucho mejor. Llueve y hace frío, piensas «quien controle el tiempo, entre otras cosas, se ha lucido». Ni siquiera puedes sacar la cabeza por la ventana y tomar el sol, cual lagarto. Coges el teléfono, abres Instagram. Mal. No es la primera vez que la aplicación te genera esa sensación de desasosiego, pero con el coronavirus, se ha multiplicado por cien. ¿Por mil? Sí, por mil. Es echar una ojeada en la que antes, era mi red social favorita y sentir cómo se me cierra el pecho. Trescientos veintitrés directos, mil y una formas de cocinar bizcochos, tartas y dulces desconocidos. Otros cientos de vídeos de cómo pintar. Gente pintando en directo. Gente compartiendo sus pinturas. Gente compartiendo lo bien que pinta. Lo bonitos que son sus bizcochos. Lo bien que entrena. El miedo que tiene a ganar peso (tengo 23.987 tips guardados para no engordar en cuarentena).

Parece que la rutina que ha perdido la vida real la ha absorbido Instagram, le ha puesto un filtro de acuarelas y ha creado el manual de cosas que debes hacer durante el confinamiento. Dúchate (¿esta creo que estaba más o menos clara?), maquíllate, peínate: como si fuera un día normal. Haz ejercicio, mucho. Teletrabaja con una sonrisa, luego pinta siete dibujos extraordinarios, hornea cupcakes, haz videollamada con tus padres, amigas, primos, familiares olvidados… la lista es interminable. ¿Y tú, preso de este huracán, qué haces? Copiar a los demás. Las cosas no te salen como esperabas. Te pones triste y la vorágine empeora. Entras en un bucle de dibujos abstractos, bizcochos incomestibles y dices «nada me sale bien». Pero hay salida y yo, la he encontrado. En lo que se refiere, al menos, a la perfección de Instagram.

Te propongo algo: en lo que dure este viaje, sé como Bridget Jones. No, no es broma. No hay mejor ejemplo para hablar del fracaso (con final feliz).

¿De qué va esto? Tras primero hacer un bizcocho de plátano y nueces con menos azúcar del que ponía en la receta (¿Por qué? Pues porque sí) e intentar dibujar elefantes con acuarelas sin éxito alguno. Sí, en ambas tareas, decidí que entrenar sería lo mío. Error. Me apunté a un curso online de mindfulness. Mal también. Después recapacité y le volví a dar una oportunidad a la pintura. Lady Gogh me llaman ahora en casa y no en el buen sentido de la palabra.

Imagen actual de muchas de nosotras durante la cuarentena.pinit

¿Qué me ha enseñado todo este fracaso? Muchas cosas. La primera, Instagram no es la vida real. Algo que ya sabía antes de la etapa que estamos viviendo, pero que, hoy por hoy, queda más claro que nunca. Aunque es cierto que las incitiavas, los memes, pasatiempos y recomendaciones nos están haciendo el encierro más llevadero, no debemos dejar que las redes nos absorban. ¿Por qué llevo días empeñándome en hacer cosas que no me gustan? Porque es lo que se supone que debemos hacer. Aprovechar el tiempo al máximo, aprender y llenar el día de tareas si ton ni son con el objetivo de no tener tiempo de pensar en lo que está ocurriendo. Ahí es donde entra Bridget.

Aparta un poco el móvil. Inenta cocinar y pintar si te apetece y si no te sale bien, no pasa nada. Tómate el fracaso como un aprendizaje y si de verdad quieres ser la reina de la repostería, inténtalo de nuevo. Entrena si te hace sentir mejor, pero si se convierte en una obligación extenuante y no te apetece hacerlo, no lo hagas. No le tengas miedo al fracaso, inténtalo una y mil veces y ten por seguro que de los errores se aprende mucho más que de los éxitos.

Practica el hedonismo como decía Cantal Ceña, nuestra editora de moda. Disfruta de las pequeñas cosas que te hacen feliz y sobre todo, que te gusten. Pero a ti. Escúchate. Permítete estar triste, no hacer nada y ponte al menos, una rutina de tres pasos (que disfrutes mucho) al día. Yo te confieso la mía: encuentro un par de horas para hacer yoga. Pensaréis que he caído en las redes de Instagram, pero no. Es una practica que me hace desconectar (y la hacía antes del confinamiento), así incorporo algo de ejercicio a mi día a día (que lo de ilustrar este tema con Bridget no solo es por el fracaso) y además, me hace reír. Sí. Si pudierais verme lo entenderíais. He incorporado a mi vida un rodillo de piedra de jade y me masajeo con él la cara mañana y noche como si mi vida dependiera de ello. ¿Sirve para algo? Las respuestas son difusas. ¿Me sirve a mí? Seguiremos informando. Y por último, pero no por ello menos importante, he recuperado la merienda. Uno de los mayores placeres de la vida.

¿Quién me iba a decir que esas tres pequeñas cosas me iban a mantener feliz durante la cuarentena? Mi yo del mes pasado seguro que no.

Para mí, «Sé como Bridget» nunca ha sido un mal consejo, pero ahora, me parece de lo mejorcito que te pueden decir.

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