Natalie Wood: Su hija aclara (por fin) el misterio de su muerte
Natalie Wood siempre tuvo miedo a las aguas oscuras, esas en las que no alcanzaba a ver el fondo. Su madre, Maria, una emigrante rusa muy supersticiosa y con tendencia al dramatismo, que había llegado a San Francisco en los años 30 huyendo de la revolución bolchevique, le había inculcado ese temor desde que fue muy niña. Tenía muy presente lo que le había leído en su futuro una adivina gitana cuando estaba embarazada de ella: “Tu hija será un actriz muy famosa, pero debe tener cuidado con las aguas oscuras y profundas”. El pronóstico se convirtió en profecía cuando, tras una carrera marcada por el éxito, tres nominaciones al Óscar y papeles inolvidables en filmes como Rebelde sin causa o West Side Story, Wood murió ahogada en la costa de Isla Catalina con tan solo 43 años.
A la actriz le encantaba embarcarse junto a su marido, el actor Robert Wagner, en el Splendor, un yate de 16 metros de eslora que habían llamado así por una de las películas más recordadas de Wood, Esplendor en la hierba. El fin de semana posterior a Acción de Gracias de 1981 pusieron rumbo a la isla. Les acompañaba el capitán del barco, Dennis Davern, y Christopher Walken, con quien estaba trabajando en Proyecto Brainstorm, el filme que no llegó a ver estrenado.
La noche del domingo 29 de noviembre se produjo a bordo del Splendor una discusión entre Walken y Wagner, con la actriz como protagonista involuntaria. El compañero de reparto creía que Natalie debía recuperar las riendas de su carrera tras una década espaciando trabajos para dedicarse a la familia. Su marido insistía en que ella se sentía realizada siendo madre. Tras un primer matrimonio en 1957 que les cogió jóvenes e inexpertos, la pareja se había reencontrado y casado de nuevo 15 años más tarde, formando una familia con la hija de ella (Natasha), la de él (Katie) y la de ambos (Courtney).
Todos habían bebido y el tono de la conversación se elevó. Wood decidió que era mejor retirarse a dormir. Walken y Wagner se quedaron hablando y la tensión entre ambos se relajó. Fueron las últimas personas que la vieron con vida. A la mañana siguiente, a una milla de distancia del barco apareció su cadáver. La noticia dio la vuelta al mundo, provocando una conmoción extraordinaria. A pesar de que el informe forense dictaminó que había sido una muerte accidental, también marcó el inicio de una leyenda negra que se ha mantenido viva hasta casi cuatro décadas después.
Se ha hablando tanto de cómo falleció mi madre, que ha eclipsado quién era».
Natasha Gregson Wagner
En 2011 Dennis Davern, el patrón del Splendor, hizo que se reabriera el caso cuando cambió su versión inicial de los hechos. Aseguraba que Wagner le había forzado a mentir y a ocultar información sobre lo que había sucedido aquella noche. Según Davern, había sido el marido de Natalie, en un ataque de celos, el responsable de su muerte. Lana Wood, hermana pequeña de la actriz, también suscribe esa teoría y en los últimos años ha señalado a su cuñado como principal sospechoso. Hace dos años, investigadores del departamento de policía de Los Ángeles solicitaron interrogar de nuevo al actor para determinar su posible implicación en los hechos.
El documental Natalie Wood: entre bambalinas, que estrena HBO el 5 de mayo en su plataforma, está llamado a reavivar el interés por este asunto. La diferencia es que su pretensión es cerrar de una vez por todas la polémica. Tiene la legitimidad de ser un proyecto impulsado por Natasha Gregson-Wagner, hija mayor de la actriz y el productor Richard Gregson. Sus padres se divorciaron amistosamente cuando ella tenía apenas dos años y se crió junto a Robert Wagner. “Para diferenciarles, mi madre me dijo que tenía un “papá Gregson” y un “papá Wagner”, explica al inicio del filme dirigido por Laurent Bouzereau.
Natasha –que ha heredado, además de los rasgos de Wood, la profesión de actriz y ha trabajado desde principios de los 90 en películas como Carretera perdida o Alta fidelidad– tenía 11 años cuando perdió a su madre. ”Su muerte es seguramente lo que más me ha marcado. Me he pasado el resto de mi vida tratando de asumirlo, haciendo terapia desde el instante que murió hasta que tuve 30 años”.
“Se ha hablado tanto de cómo falleció mi madre que ha eclipsado quién era como persona”, argumenta Natasha. Tanto Natalie Wood: entre bambalinas como el libro de memorias que publica en EE.UU. coincidiendo con el estreno vienen a corregir ese desequilibrio. Se ha pasado gran parte de su vida revisando las películas que protagonizó esta actriz de fuerte personalidad y poderosa mirada, una mujer magnética, valiente y adelantada. La diferencia es que esta vez ha contado con la ayuda de los que fueron testigos de excepción del recorrido de la estrella.
“Era un producto del sistema de estudios: llegaba a su hora por la mañana, se sabía sus frases y trabajaba todo el día”, asegura el actor Richard Benjamin en el documental, refiriéndose a lo rápidamente que Wood interiorizó las reglas del mundo del espectáculo. Había comenzado a hacer sus primeras películas siendo una niña, empujada por el afán de su madre de cumplir los presagios de aquella gitana. No era solo que Maria proyectase en la pequeña su sueño frustrado de ser artista. Era una cuestión de supervivencia. Con 12 años, Natasha –así la llamaban en casa– se convirtió en el único sostén económico de toda la familia, una presión durísima para alguien de esa edad. Al salir de una prueba en la que no había sido elegida, su madre se lo recriminó: “No podré comprarle a tu hermana los zapatos que necesita”.
Como refleja el documental de HBO, Natalie Wood se forjó a sí misma mirándose en sus personajes. Un camino que ha recorrido de vuelta su hija Natasha con la complicidad de compañeros como Robert Redford o Mia Farrow, y su círculo más íntimo, que incluye al amigo que evitó que se suicidara o a su secretaria personal, cuya mesa de trabajo estaba junto a la cama de los Wagner-Wood.
Su carácter combativo le llevó a exigir igualdad salarial con sus compañeros, se reservó el derecho a elegir qué papeles escogía y fue una de las primeras actrices que tuvo control total sobre su carrera.
Entre todos los testimonios emerge el de la propia Natalie Wood, a través de entrevistas de televisión o su propia voz, que dejó grabados extractos de su diario antes de morir. De ese modo, confirma la escandalosa relación que mantuvo siendo una joven de 16 años con el director Nicholas Ray, que casi le triplicaba la edad. También cómo le convenció para ser Judy en Rebelde sin causa. El cineasta la veía demasiado dócil para ser la chica de James Dean en aquel drama sobre jóvenes problemáticos. La noche que Wood tuvo un accidente de coche estando borracha con Dennis Hopper, cuando le dijeron en el hospital que iban a llamar a sus padres, pidió que telefonearan en su lugar a Ray. Entendió que era la oportunidad para que el director viera que podía ser, como le dijo el médico que la atendió, “una auténtica delincuente juvenil”. “¿A que ahora sí me das el papel?”, le preguntó. Por esa interpretación conseguiría su primera nominación al Óscar.
Natalie Wood: entre bambalinas reivindica también el carácter pionero y combativo de la actriz, difuminado quizás por su estatus de estrella y el glamour que desprendía. Tuvo el valor de plantar cara a Jack Warner, presidente de Warner Bros., que la había contratado en exclusiva. Amenazó con declararse en huelga si no le daba papeles de entidad. Estuvo una temporada en el paro, pero se ganó el derecho a elegir al menos un proyecto al año. No dudó: quería ser María, la Julieta puertorriqueña de West Side Story. Cuando en La carrera del siglo descubrió que cobraba menos que Tony Curtis y Jack Lemmon, con quien coprotagonizaba la película, exigió (y consiguió) igualdad salarial. Por cosas como esta, muchos la consideran una de las primeras actrices que logró el control total sobre su carrera.
“Era muy valiente y quería que nosotras también lo fuésemos”, reconoce Natasha en referencia a sus hermanas. También a sus dos padres, Richard Gregson y Robert Wagner, que optaron por recomponerse juntos para superar la pérdida de la mujer que ambos amaron y para los que este documental tiene algo de última vez. “Papá Gregson”, que aparece hablando con dificultad, en una fase avanzada de Parkinson, falleció en agosto de 2019. En el caso de “papá Wagner”, que tiene 90 años, queda claro que no piensa revivir de nuevo la muerte de Natalie Wood. Frente a frente, responde a todas las preguntas de Natasha sin rodeos, disipando cualquier duda sobre lo que sucedió aquella noche en el Splendor. Ese yate maldito, atracado en Hawai y en estado ruinoso, fue al desguace el pasado enero. Quizá no haga falta más para desmontar también una de las leyendas negras más extendidas de Hollywood.
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