Paz Esteban: la jefa de los espías españoles es madrileña, tiene 61 años y cree que las mujeres mandan mejor
Se ha cumplido el sueño de Paz Esteban, el que le confesó a la periodista Pilar Cernuda en No sabes nada de mí: cómo son las espías españolas cuando le contó que quería acabar su carrera en el CNI (Centro Nacional de Inteligencia). Ahora que el gobierno de Pedro Sánchez la ha confirmado como directora del organismo en el que trabaja desde hace 37 años, esta madrileña de 61 años podrá jubilarse donde deseó.
Esteban es la primera mujer en comandar a los espías españoles, después de haber sido la mano derecha de Félix San Roldán, quien se convirtió, en palabras del periodista Fernando Rueda, “en el paño de lágrimas” del rey emérito, Juan Carlos I, y en uno de sus principales asesores cuando estalló la crisis de Botsuana.
Esteban entró en el organismo, cuando aún se llamaba CESID, en 1983, año en el que se abrieronlas puertas para las mujeres y se permitió la entrada de personal que no fuera militar. Licenciada en Filosofía y Letras y experta en Historia Antigua y Medieval, Esteban iba para archivista, pero un familiar de su padre le abrió los ojos a otros caminos profesionales dentro de la administración en un momento en el que Cesid buscaba mujeres que supieran idiomas. En su caso, fue el inglés, como recuerda Rueda en el libro La Casa II: el CNI. Agentes, operaciones secretas y acciones inconfesables de los espías españoles, páginas en las que califica a Esteban como una mujer “de derechas”.
Defensora de las mujeres
Con Cernuda, Esteban se atrevió a hablar de las reticencias que encontró en el CESID. “Nuestra sociedad no tenía nada que ver con la actual, y ellos eran personas que en muchos casos jamás habían trabajado con mujeres, excepto, como mucho con alguna secretaría y en todo caso, siempre como subordinadas, nunca en su mismo plano”, contaba quien hoy está al frente de una estructura que comprende casi 4.000 funcionarios, de los cuales un tercio son mujeres. Ante la periodista, hablaba más de torpeza que de mala intención por parte de aquellos militares que no las recibieron precisamente con los brazos abiertos: “No sabían cómo tratarnos, ni como profesionales, ni como personas”, añadiendo que algunos compañeros hasta se fueron del cuerpo porque no podían soportar que una mujer les diera órdenes.
Sin embargo, Esteban también reconocía haber tenido algunas ventajas al ser mujer y joven “porque la mayoría de los hombres no desconfían”. Lo decía en referencia a los trabajos de inteligencia que hay que hacer sobre el terreno, pues como también indica Rueda tras entrevistar a muchas espías, son pocos los hombres que se sienten amenazados por una chica o creen que esta pueda estar vigilándolos. En el caso de Esteban, le tocó vivir una etapa de la política europea muy especial, la de la guerra fría, cuando ejerció como analista internacional aunque su experiencia recabando información y sometiéndola al escrutinio de los espías alcanza también los atentados del 11S y el 11M.
Sobre las dotes de mando de unos y otras, Esteban también era clara: “En lo relacionado con el trabajo de inteligencia, de análisis, operativo, técnico o de obtención me cuesta hacerdiferencias entre hombres y mujeres, no las hay. Pero sí existen en un aspecto muy concreto: en cómo se ejerce el mando. Nosotras somos más cercanas, más empáticas, más comprensivas, tenemos mayor facilidad para ponernos en el lugar del otro, abrimos más el foco. Ni nos falta firmez, ni decisión ni valentía…" Ahora, siendo la primera mujer al frente de una entidad encabezada históricamente por hombres, también tendrá la tarea de acabar con cualquier rastro de discriminación, como el de algunos de los casos que presenta Rueda en su libro y que incluye el de una agente despedida por estar embarazada a quien, tras sentencia del Constitucional, el CNI tuvo que readmitir en sus filas.
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