Philip May, el hombre que sacaba la basura de la Primera Ministra

En mayo de 2017 la entonces Primera Ministra de Reino Unido, Theresa May, y su marido, Philip, acudieron al plató de The One Show, uno de los programas más populares de la BBC. Sin las formalidades habituales, la pareja contó algunos detalles sobre su vida en común y mostraron su perfil más próximo y humano. Relajados y sonrientes, afrontaron con naturalidad las preguntas que todo el mundo se hace pero que no todos se harían si fuera él el jefe del gobierno británico. Reconocía que no era el tipo de relación que un hombre conservador, de los que esperan que la cena esté lista a las seis de la tarde, pero desmontaron cualquier tópico machista. O eso parecía.

En un momento dado, recordando la fama de durísima negociadora que tiene la líder conservadora, Philip explicó cómo se reflejaba eso en su hogar: "En todas las relaciones siempre hay un toma y daca, ¿no? Yo decido cuándo voy a sacar la basura, no si seré yo quien la saque". Por si había dudas, Theresa remató diciendo que "siempre ha habido trabajos para chicos y trabajos para chicas". Como sucedía con Margaret Thatcher, la otra mujer al frente del gobierno británico, no había llegado hasta ahí para desmontar tópicos de género, sino para llevar a cabo una agenda política conservadora.

Desde entonces, el nombre de Philip May estuvo irremediablemente asociado con el cubo de basura del 10 de Downing Street, la residencia oficial de los primeros ministros. Incluso la cuenta de Twitter que suplanta la personalidad de este hombre afable lo recuerdaba de cuando en cuando.

Puede que sea un marido convencional, de esos que se resignan a tener poco espacio en el armario y que alaban la buena mano en la cocina de su esposa, pero esa imagen de florero que algunos han intentado dar de Philip May (Norwich, 1957) no se ajusta a la realidad. Hijo de una profesora de francés y un vendedor de zapatos, criado en una familia humilde en el Merseyside y formado en la escuela pública, estudió Historia en la Universidad de Oxford. Allí descubrió su vocación política; en el último año fue elegido presidente del Oxford Union Society. También donde conoció a su futura esposa, Theresa Brasier, un año mayor que él. Fue en una discoteca, durante una fiesta de la asociación de estudiantes conservadores, y les presentó Benazir Bhutto, la que posteriormente se convertiría en Primera Ministra de Pakistán. "Philip era guapo y hubo una atracción instantánea", ha dicho ella. "Bailamos juntos aunque soy incapaz de recordar qué música ponían".

Además de su ideología, a ambos los unía la pasión por el cricket y ser anglicanos devotos y practicantes. El 6 de septiembre de 1980 se casaron en la parroquia de la que era sacerdote el padre de Theresa. Es habitual que acudan a misa juntos y Philip suele encargarse de dar la comunión y ayudar durante los servicios.

A pesar de que ha tenido puestos de responsabilidad en el Partido Conservador –fue secretario general de la delegación de Wimbledon–, desde que en 1979 se convirtió en corredor de bolsa May se ha dedicado por completo al sector de las finanzas. Durante cuatro décadas ha sido una figura bien valorada como ejecutivo senior en la City. En su último empleo ha estado una década trabajando para Capital Group, que se estima que tuvo en su cartera 15 mil millones de libras en acciones de gigantes como Amazon o Starbucks.

Cuando se produjo el nombramiento de Theresa May, desde Capital Group se apresuraron en aclarar que su marido es un experto en fondos de pensiones, que se ocupaba de las relaciones con clientes y que no manejaba directamente sus productos o derivados. Era una manera de desactivar el posible conflicto de intereses o la utilización por parte de la empresa y su ejecutivo de información privilegiada. El Financial Times aseguró que Philip sirve muchas veces de "traductor" a su mujer cuando se trata de asuntos financieros, y que también es "sus ojos y oídos" en la City.

"Era mejor con los clientes que con el dinero", se le da muy bien la gente", aseguraba una persona que hizo negocios con Philip, y que le describe como un hombre muy brillante y extraordinariamente educado. "Un verdadero caballero, nunca forzaba las ventas como suelen hacer sus colegas".

Cuando no estaban en Downing Street regresaban a la casa que tienen en Sonning, Berkshire, donde están muy integrados. No es extraño ver a Philip haciendo la compra en el supermercado local o al matrimonio dando largas caminatas. Suelen veranear en los Alpes suizos en agosto desde hace treinta años, aunque también les gusta ir a Gales o parajes naturales donde entregarse al trekking.

Una velada típica en casa para los May les tendría en el salón, con Theresa resolviendo algún papeleo de última hora que necesite su firma y Philip viendo en la televisión alguno de sus concursos favoritos, Eggheads o The Chase, y disfrutando juntos de una cena frugal cocinada por alguno de los dos; Philip se maneja en la cocina, pero Theresa es una experta chef, con más de un centenar de libros de recetas en su biblioteca.

En cuanto a su estilo, en el Reino Unido se han mofado de lo convencional que resulta, con sus chaquetas azul marino, su camisas de cuadros y esos zapatos de vestir que parecen comprados por una madre. Incluso hicieron [un duelo de looks entre él y Melania Trump](https://www.telegraph.co.uk/women/life/melania-trump-vs-philip-may-wins-battle-political-spouses). Sin embargo, su esposa asegura que Philip tiene muy buen gusto y que le suele pedir consejo sobre con qué ropa y accesorios acudir a actos oficiales. "Es especialmente bueno eligiendo bolsos", ha indicado.

La pareja no ha tenido hijos, algo que Theresa May ha lamentado públicamente en algunas ocasiones, pero que ha hecho que estén todavía más unidos. La muerte en un año de los padres de ella hizo que él se convirtiera en prácticamente su única familia, y se estableció entre ellos una relación que resiste a todo. También a la presión y el escrutinio público. "Se siguen queriendo el uno al otro y son grandísimos amigos", contó un amigo de la pareja a The Guardian.

Artículo publicado en Vanity Fair el 11 de diciembre de 2018 y actualizado.

Fuente: Leer Artículo Completo