Su mujer Viri, la estrella en la gran noche de Rajoy: radiante, divertida y la mejor defensa de su marido

Mariano Rajoy siempre ha sabido cubrirse. Volvió a demostrarlo en la presentación de su libro Una España mejor, que abarrotó el auditorio de la Fundación Rafael del Pino, y a la que le acompañó Carlos Herrrera. Curioso que escogiera un periodista para su debut literario, pues en las páginas del volumen menciona más, y no en positivo, a la prensa, los periodistas y el periodismo que a José María Aznar, con quien ocupó cuatro ministerios antes de ser presidente. Su mentor no apareció en el evento, tampoco Cayetana Álvarez de Toledo a pesar de que sí fue, y estuvo en primera fila, Pablo Casado, como el resto de portavoces del Partido Popular.

Herrera fue un buen custodio. No solo porque,como él mismo avanzó, iba a jugar a favor del debutante, sino porque lanzó algunas pullas que le ahorró a Rajoy: por ejemplo, cuando habló de “los gretos, políticos que se derriten a las primeras de cambio, como los polos”. O el que le dedicó a Pedro Sánchez”: “El que cambió el colchón en Moncloa”, dijo el locutor sin pronunciar el nombre del presidente en funciones. De ese modo, Carlos salvó de mancharse en exceso a Mariano, con quien se metió un poquito, más con guasa que con colmillo como, por otro lado, era lógico.

Viri, esposa y escudo

El aludido aguantó algunas bromas con media sonrisa, y otras, haciendo ver que reía, aunque le costaba. Quien sí rio fue Viri Fernández, la esposa del expresidente, quien además de confirmar que hoy los 50 son los nuevos 40, disfrutó con algunas de las chanzas que el presentador le hizo a su esposo. Pero el gesto más expresivo de la ex segunda dama tuvo lugar cuando Herrera aseguró que Rajoy no era precisamente “El Camborio” para incidir en su falta de apasionamiento y Viri dijo más tapándose la boca con las manos cruzadas que si hubiera lanzado un sonora carcajada.

Ella sí que fue una buena defensa para Mariano. No solo es simpática, es que puede permitírselo, y en ese segundo plano que ella siempre ha reclamado, le hizo anoche a su marido parte del trabajo difícil: por ejemplo, al mediar sin que apenas se notara entre María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. Porque cuando la exvicepresidenta entró en la platea, se fue directa a su asiento y no pareció que el cruce con la ex Secretaria General del PP fuera a producirse. Pero Soraya se vino arriba, y con mucho desparpajo y la excusa de saludar a la mucha gente que la reclamaba, pasó ante la manchega, haciéndose el silencio.


Volvió el plasma

Algunos pensaron que la tensión tenía que ver con la entrada de Rajoy en el recinto, pero lo que pasó en realidad fue el viento: uno de guerra y antiguo. Cospedal, antigua titular de Defensa, se preparó para todo: cruzó las piernas, apoyó su mejilla en la mano izquierda y miró de frente a su rival, lista, si hiciera falta, a darle incluso dos besos. Pero alguien se cruzó en su camino y un instante después Viri se acercaba a Cospedal, la gente se fijaba en ellas y el choque que no llegó se hizo del todo imposible.

Ya en la presentación, Mariano hizo una intervención leída, muy en su línea. Se burló de sí mismo acordándose de aquellos que lo llamaron Don Tancredo durante su mandato o de su propia sosería. También en el libro lo hace: se ríe, por ejemplo, de los “hilillos de plastilina” del Prestige y asegura que si hubiera registrado la expresión, hoy sería rico. De lo que no habló –ni en el libro, ni en el acto– fue de aquel famoso plasma, la pantalla con la que se presentó en en 2013 para dar explicaciones sobre el caso Bárcenas, aunque como anoche, leyó sus declaraciones,no admitió preguntas y dejó que sus fieles lo abrigaran.

Sáenz de Santamaría, la más rebelde

Por eso lo mejor de la tarde-noche fue Soraya Sáenz de Santamaría, que entre tanta americana azul marino y tanto pelo cano, pareció una rebelde. “Sin ella, la política española es un poco más triste y más antigua”, escribe en el libro su antiguo jefe y viéndola ayer, hay que darle la razón. Sáenz de Santamaría rio, aplaudió, comentó con Fátima Báñez todos los chistes de Herrera y hasta le cogió la cámara a un fotógrafo para sacarle ella misma algún retrato a Rajoy.

Otra de las cosas que resguardó a Rajoy fue la disposición de los invitados. Solo estaban reservadas las primeras filas, pero todos parecían saber dónde debían sentarse. Mientras los políticos en activo y los exministros más destacados o muy fieles a Rajoy –como Ana Pastor– ocupaban filas cercanas a él, los que han dado problemas –José Manuel Soria, por ejemplo– se quedaban atrás. La diferencia la marcó Ana Mato, en una tercera fila desde la que lanzó besos al aire para que los recogiera Carlos Floriano, no solo sentado muy al fondo, sino también muy serio.

No se sabe si la ex ministra de Sanidad se equivocó de hilera o es que en su partido ya la han perdonado por su imputación en el caso Gürtel. “En el libro hablo de la corrupción”, dijo Rajoy, aunque le dedica menos páginas que al asunto catalán y además no da ni un nombre. Y como buen estratega, también en la presentación desvió el tema añadiendo: “Y hablo de la presunción de inocencia y de los inquisidores, que abundan mucho”.

El plasma de Rajoy

Todos cuidaban del expresidente, que ni charló con Herrera ni admitió preguntas y hasta los periodistas estrella, que tienen los mejores contactos en política, parecían de descanso: llamaban a los exministros por diminutivos, le preguntaban por sus esposas o les recordaban que a ver cuándo quedaban a comerse un venado. Mientras, un joven se acerca a Viri y le hace un gesto con la mano que viene a decir “me piro”: es Mariano Jr., alto como su padre y guapo como su madre, que con su americana azul marino y su largo flequillo se aleja con tres amigos mientras su madre le dice adiós, sin beso ni abrazo ni un “a qué hora llegas”. A pocos pasos, quien se despide es su padre, pero de Pablo Casado, con un estrechón de manos demasiado corto para parecer sincero.

“Esto no es un libro gore ni una rendición de cuentas”, había dicho Herrera para justiciar que Rajoy no entre en detalles de su relación con nadie aunque sí se nombre, y no poco, a Angela Merkel. La alemana es la que señora que más veces aparece en las páginas de Una España mejor, así como en las pocas fotografías que incluye el libro: tres, las mismas veces que sale Soraya. Rita Barberá también tiene su foto, aunque apenas se la nombra, y la que gana es Viri, que sale en cuatro, aunque en realidad, anoche se confirmó, Rajoy a las mujeres las emplea de vanguardia: lo defienden, ponen la cara, le ríen las bromas y él se queda detrás, prudente y conservador, esperando a ver qué pasa.

Anoche, Viri cumplió ese papel especialmente: no solo medió con estilo en una vieja rencilla sino que saludó a todo el mundo mostrando una accesibilidad, a veces solo aparente, y con un don de gentes que Mariano no tiene. Solo se le torció el gesto cuando Vanity Fair quiso saber cosas como “¿Qué le ha parecido el libro?” y entonces, apareció una señora sin pinta de guardaespaldas, pero dando un manotazo que separó a la ex segunda dama de la curiosidad, Viri dijo “¡Uy, no!” y fue imposible no acordarse de aquel plasma de Rajoy.

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