Todas las películas de Star Wars, ordenadas de peor a mejor

La saga que cambió para siempre la historia del cine llega a su fin 42 años después de que el estreno de Star Wars provocara una revolución industrial a la altura del televisor o el Big Mac. El merchandising, los universos expandidos y los fenómenos fan se hicieron con un lugar destacado en la cultura pop gracias a la emocionante aventura de un granjero y una princesa cuyos destinos (y orígenes) estaban más conectados de lo que nadie podría haber imaginado. Ahora la saga Skywalker dice adiós dejando atrás 11 películas, tres trilogías y dos spin-off de dispares resultados. Separar el grano de la paja intergaláctica tarea fácil no es, que diría el maestro Yoda, pero eso no nos impedirá intentarlo.

11. Han Solo

Han Solo fue la confirmación de que Disney estaba más centrada en estrenar una película al año para amortizar los 4.000 millones de dólares que había costado hacerse con los derechos del universo Star Wars que en pararse a pensar detenidamente cuál era la mejor forma de expandir la mitología de la franquicia. A pesar de sus buenas intenciones y de cierto encanto, Alden Ehrenreich fue incapaz de hacernos olvidar a Harrison Ford en uno de los papeles más famosos y carismáticos del cine. El mejor personaje era un robot con la voz de Phoebe Waller-Bridge que desaparecía de la trama antes de que nos diera tiempo a parpadear y Donald Glover robaba sus escenas como Lando Calrissian, a diferencia de una Emilia Clarke a la que, a pesar de las numerosas oportunidades que ha tenido, quizás los papeles protagonistas en cine le quedan demasiado grandes.

El fantasma en la habitación del que nadie quería hablar durante la campaña de promoción fue el despido de los directores Phil Lord y Chris Miller. Lucasfilm consideraba que eran demasiado impredecibles, no les gustaba su forma de trabajar (con la improvisación y su particular sentido del humor a la cabeza) y la película se estaba retrasando, así que decidieron contratar a Ron Howard para salvar los muebles. No lo consiguió. La película no tenía personalidad ni gracia alguna (un pecado mortal tratándose de una aventura en solitario de un antihéroe como Han Solo) y no se veía absolutamente nada (una apuesta estilística que Howard no puedo cambiar muy a su pesar). El resultado fue una película inofensiva e irrelevante de la que solo se salvaba su espectacular escena del atraco al tren.

Miller y Lord perdieron la batalla pero ganaron la guerra (y un Oscar) gracias a la sensacional Spider-Man: Un nuevo universo.

10. Episodio II – El ataque de los clones

El ataque de los clones siempre formará parte de los libros de historia por ser la primera superproducción de Hollywood en rodarse íntegramente en formato digital. También fue la primera película galáctica en la que el excesivo uso de efectos especiales (en detrimento de los efectos prácticos de la primera trilogía y buena parte de La amenaza fantasma) y el rodaje en la pantalla verde estuvo a punto de acabar con el acuerdo no verbal que habían establecido entre Lucas y la audiencia en anteriores entregas. Hayden Christensen fue incapaz de salvarse del naufragio que eran los diálogos entre Anakin y Padme. La segunda precuela gira alrededor del romance de Natalie Portman y dejó claro que contar los orígenes de un villano tan memorable como Darth Vader quizás no era tan buena idea como parecía. El ataque de los clones también fue víctima de una escaleta ambiciosa que quería ser demasiadas películas al mismo tiempo… y ninguna de ellas era particularmente buena.

Lo mejor fue, sin duda, la trama de las guerras clon y el clímax al más puro estilo Gladiator. Ser testigos de cómo Anakin, Obi Wan y Padme (saltando al campo de batalla y empoderándose cuando el empoderamiento femenino aún no había llegado a la conversación social y cultural) luchaban por sus vidas en una suerte de circo romano fue tan excitante como ver a Yoda coger un sable láser por primera vez.

9. Rogue One

La primera aventura lejos de los Skywalker se atrevió a romper el molde establecido primero por George Lucas y posteriormente por J.J. Abrams.Rogue One era una especie de película bélica en el espacio para todos los públicos, un experimento satisfactorio a medias que fue víctima de su propia irregularidad (el extraordinario acto final de la película vuela muy por encima de su primera hora y media) y de todos los problemas que hubo detrás de las cámaras. Tony Gilroy, guionista de la película, se encargó de dirigir numerosas escenas adicionales después de que Lucasfilm se encontrara con una película que no quería estrenar y que se alejaba demasiado de la esencia de Star Wars.

A pesar de la gloriosa aparición de Darth Vader y del cameo sorpresa de la princesa Leia (mediante el proceso de de-aging, el mismo usado en El irlandés), Rogue One funcionaba mejor cuanto más se alejaba de la mitología galáctica. Felicity Jones, recién salida de su nominación al Oscar por La teoría del todo, comandaba un ecléctico reparto que, por momentos, recordaba a las dinámicas de Una nueva esperanza. Mención especial para la banda sonora de Michael Giacchino, la única de toda la saga que no ha sido firmada por John Williams.

8. Episodio I – La amenaza fantasma

George Lucas volvió a la silla de dirección y no contó con Lawrence Kasdan para escribir el guion de la, probablemente, película más esperada de la historia en su momento. Las expectativas ante la historia de orígenes eran tan altas que, tal y como podría haber dicho C3PO, las probabilidades de fracasar eran mucho más altas que las de salir airoso. La trama era demasiado complicada (los midiclorianos hubieran sido trending topic en 1999 si hubiera existido Twitter) y Lucas introdujo el mundo de la política en una saga que no lo necesitaba. ¿Quién quería escuchar hablar de la Federación de Comercio cuando iba a ver una película de Star Wars?

La iconografía del villano (Darth Maul) era memorable y las escenas de acción están entre lo mejor de la saga: la carrera de vainas poco que tenía que envidiar a Ben-Hur y la pelea entre el villano y los jedi que interpretaban Ewan McGregor y Liam Neeson al son de Duel of the Fates (una de las composiciones más extraordinarias de John Williams en una saga plagada de ellas) era espectacular. Desgraciadamente no todos los elementos funcionaron: el humor era demasiado infantil (Jar Jar Binks parecía un acto de venganza contra aquellos que se quejaron de los ewoks) y los nuevos personajes no tenían tanta personalidad y encanto como los héroes de la trilogía original. La reina Padme Amidala prometió más de lo que acabaría dando en futuras entregas: no es de extrañar que el (a ratos insufrible) joven Skywalker se enamorara perdidamente de ella. El niño Jake Lloyd fue, además, el primer fallo de casting de la saga.

7. Episodio IX- El ascenso de Skywalker

La saga Skywalker ha llegado a su fin con una recepción crítica decepcionante provocada por la decisión de Lucasfilm y J.J. Abrams (en su regreso a la trilogía tras el despido de Colin Trevorrow, el director de Jurassic World que había sido contratado inicialmente) de dejar de lado las controvertidas propuestas de Los últimos jedi y centrarse en dar la razón y satisfacer a ciertos fans antes que sorprenderles y seguir experimentando con la saga de Hollywood por antonomasia. El episodio IX parece más preocupado por hacer homenajes al pasado, no molestar a los haters y unir de forma más o menos orgánica los nueve episodios anteriores que por poner el broche final que merecían Rey y Kylo Ren, los grandes hallazgos de la tercera trilogía.

Abrams, un director sin personalidad alguna en lo visual, es particularmente cobarde en su última incursión en la saga. Siguiendo (con resultados mucho más frustrantes) los pasos de cierto blockbuster de este año, El ascenso de Skywalker engaña una y otra vez al espectador con varios cebos emocionales que la película revierte minutos después, provocando un efecto contraproducente en el espectador. ¿De qué sirve tener una idea valiente si no se lleva hasta el final de sus consecuencias? ¿Para qué hacer un sacrificio si lo vas a anular poco después? Como era de esperar tras la divisiva reacción que recibió Los últimos jedi, su continuación revierte alguna de las ideas más valientes de Johnson, uniendo cabos que no necesitaban ser atados y respondiendo preguntas que ya no necesitaban ser respondidas. Kelly Marie Tran, otra de las víctimas de la campaña de odio contra aquella película, recibe el tratamiento Jar Jar y pasa a ser un personaje satélite más en la historia.

A Abrams le faltan agallas e imaginación para convertir a El ascenso de Skywalker en un adiós a la saga verdaderamente memorable. A pesar de la decepción, el público medio encontrará razones para salir satisfecho con el desenlace de la saga. Esta película recupera el espíritu de grupo que se echaba de menos en la anterior entrega. La última banda sonora de John Williams para la saga no decepciona. Tampoco su clímax: una vez superados los peajes que escoge el guion, su hora final es trepidante y está cargada de momentos emocionantes que no conviene desvelar. Es una película emocionante que recupera esa sensación de urgencia y unión que desprendían los protagonistas en El regreso del jedi o Una nueva esperanza, aunque el gran personaje que deja a su paso esta trilogía es Kylo Ren, un villano contradictorio, impulsivo y emocional que juega en otra liga diferente a Darth Vader a pesar de sus evidentes paralelismos y con el que Adam Driver evidencia que, además de actor de carácter, tiene madera de estrella.Qué pena que El ascenso de Skywalker no se haya atrevido a mirar hacia adelante, en lugar de hacia atrás.

6. Episodio III – La venganza de los Sith

Sin competencia alguna, la aventura más deprimente de toda la saga. El objetivo de George Lucas (justificar la creación de Darth Vader como el supervillano que ya conocíamos) acabó con la sensación lúdica y aventurera que siempre había caracterizado a Star Wars. La ejecución de los jedi tras anunciarse la orden 666 fue impactante, pero el momento más emocionante de las precuelas llegó con el enfrentamiento final entre el maestro Obi-Wan y su joven padawan. El Battle of the heroes de John Williams elevó aún más un momento en el que hasta las frases más grandilocuentes funcionaban (“¡¡Tú eras el elegido!!”).

Mucho más decepcionante fue el clímax de la historia de amor entre Anakin y Amidala. La venganza de los Sith se llevó por delante el personaje de una Natalie Portman condenada por un romance tóxico y que muere de la forma menos interesante posible. Su única secuencia destacable en la película fue el cierre a la convulsa trama política de las precuelas: "Así es como muere la libertad. Con un estruendoso aplauso”, una suerte de premonición de la política que nos tocaría vivir en la última década. Otro de los momentos más esperados de la película fue recibido con inesperado jolgorio por parte del público: la conversión de Anakin Skywalker en Darth Vader se vio lastrada por el melodramático grito que el personaje soltó al descubrir la muerte de su amada fue risible. A pesar de todo, el Episodio III es una anomalía imperfecta pero reivindicable respecto al resto de capítulos de la saga.

5. Episodio VI – El retorno del Jedi

A Darth Vader le salió competencia en el lado oscuro de la fuerza. Ian McDiarmid se lo pasaba mejor que nadie, allanando así el camino a su presencia del emperador Palpatine en las precuelas y en el cierre a la saga de los Skywalker. Hay escenas maravillosas en ella (la fuga de Jabba el Hutt, la redención de Darth Vader, la revelación de que Leia y Luke son hermanos) pero la participación del director Richard Marquand fue mucho menos estimulante que la de Kershner. Visualmente era algo descafeinada y la vuelta a la ingenuidad de Una nueva esperanza funcionó a medias: los personajes ya no eran los mismos que cuando nos encontramos por primera vez a Luke en el desierto de Tatooine. Los ewoks no ayudaron, pero El retorno del jedi sigue siendo una película de aventuras de lo más disfrutable.

4. Episodio VII – El despertar de la fuerza

J.J. Abrams tenía una misión imposible por delante: recordar al gran público (desencantando por el irregular resultado de las precuelas) por qué se habían enamorado de La guerra de las galaxias en un primer lugar. El espectador llegó al cine con una mezcla de expectación, terror y curiosidad tras una extraordinaria campaña promocional que había llamado la atención de la audiencia sin desvelar un solo detalle argumental. La respuesta fue prácticamente unánime: no era una aventura original (era casi una revisión paso por paso de Una nueva esperanza) pero sí muy efectiva. Estábamos ante la primera protagonista femenina de la saga y las (pocas) ideas originales que tenía el guion eran brillantes: convertir a un soldado imperial desertor en uno de los nuevos protagonistas fue una decisión tan inspirada como crear a un memorable villano con aires emo que todavía no sabía quién es en realidad. BB8 consiguió reeditar el efecto de R2D2 y C3PO en la saga original. Poe Dameron tenía potencial para seguir los pasos de Han Solo, aunque su salida de escena durante todo el segundo acto de la película (seguramente para no coincidir con aquel en pantalla) es uno de los pocos tropiezos de la impecable estructura de la película.

El regreso (y despedida) de Harrison Ford fue brillante sin llegar a opacar a la nueva generación, mientras que el cliffhanger en el que volvemos a encontrarnos con Luke Skywalker 29 años después de El retorno del rey solo ha sido superado en emoción por el clímax de El imperio contraataca. Si El despertar de la fuerza no fuera un grandes éxitos de la película que lanzó la saga, estaría más arriba en el ranking.

3. Episodio VIII – Los últimos jedi

Tiene mérito ser la película más controvertida de una saga de la que también forman parte La amenaza fantasma y Han Solo. Lo irónico es que Los últimos jedi protagonizó tantos titulares (y tan amargas quejas) porque Rian Johnson se atrevió a cuestionar los mandamiento de la fuerza y a explorar nuevos caminos después de que El despertar de la fuerza revisitara la fórmula creada por George Lucas en 1977. El director de Puñales por la espalda se atrevió a cuestionar la figura de Luke Skywalker y plantear la posibilidad de que lafuerza era algo que no solo estaba al alcance de los elegidos. Su guion también desarrolló la fascinante relación entre la heroína, Rey, y el villano, Kylo Ren. Por primera vez en diez películas, una película de Star Wars consiguió ser sexy y morbosa. Johnson dio un paso adelante en la puesta en escena de la trilogía. Las secuencias en el salón del trono de Snoke, el momento Mary Poppins de Leia y la batalla final en el planeta en el que sal es roja, además de espectaculares, son bellísimas.

La última hora de Los últimos jedi es extraordinaria, quizás la mejor de toda la saga, pero la película de Johnson no escapa a los problemas. La trama de Finn no tiene incidencia alguna en la trama (su parada en el casino galáctico es particularmente trascendente), las lecciones que planea Luke son confusas, las nuevas criaturas funcionan a medias (y desentonan con el resto de la aventura) y el guion separa a los tres nuevos protagonistas de la trilogía, una de las grandes virtudes de El despertar de la fuerza. Pero quien no juega no gana. Y aquí Rian Johnson, pese a los haters y lo que pasaría posteriormente en El ascenso de Skywalker, es el que gana la partida.

2. Episodio IV – Una nueva esperanza

Bautizada como La guerra de las galaxias en su estreno español hasta que el anuncio del rodaje de las precuelas introdujo el número de los capítulos y un subtítulo, Una nueva esperanza es la película de aventuras definitiva. Pocas imágenes han rezumado mayor sentido de la épica que Luke Skywalker mirando al horizonte soñando con una vida llena de aventuras y emoción mientras suena la extraordinaria banda sonora de John Williams. El universo era totalmente nuevo pero George Lucas siguió a rajatabla cada paso del viaje del héroe, el esquema narrativo que había inventado treinta años antes Joseph Conrad y que serviría (y todavía sirve) como hoja de ruta para cualquier película de aventuras que se precie. El director de American Graffiti fue capaz de combinar fantasía, ciencia ficción, comedia, espiritualidad y aventuras mientras creaba personajes memorables y lanzaba la carrera de Harrison Ford.

No ha pasado un día por una Una nueva esperanza y es, además, la única película de toda la saga que se puede disfrutar de forma independiente. No es una película de introducción como la mayoría de primeras entregas de la franquicia de turno. Un espectador podría ver únicamente esta película e ignorar el resto de la saga y sentir la misma admiración por ella. La sensación que provoca en el espectador la primera vez que la ve está al alcance de muy pocas películas en la historia del cine.

1. Episodio V – El Imperio contraataca

Lucas cedió las riendas de la dirección a Irvin Kershner en El imperio contraataca, la responsable de que, durante años, cada vez que se estrenaba una secuela escucháramos la promesa de que sería “más oscura y más compleja”. Es la más humana de todas las entregas de la saga (habla de la pérdida, la ira y la culpa como pocos blockbusters lo han hecho hasta hoy) pero jamás se olvida del sentido lúdico de la primera trilogía (prácticamente ausente en las precuelas). Todo funciona a la perfección en ella: la química entre Leia y Han Solo es irresistible, el entrenamiento de Luke con Yoda es icónico y la leyenda de Darth Vader vuela más alto que nunca. La revelación (mejor dicho LA revelación) es uno de los momentos más célebres, homenajeados y parodiados del cine, conocido incluso por aquellos (marcianos) que no han visto la saga. Sus giros son tan explosivos (¡Lando les ha traicionado! ¡Darth Vader es padre de Luke! ¡Han Solo queda atrapado en carbonita!) que consigue que te olvides de que, al ser una entrega intermedia de una trilogía, no tiene un principio ni un final definidos.

Con el entrenamiento de Luke también aprendimos una de las mayores lecciones que ha dejado el cine de aventuras: el héroe no es aquel que gana todas sus batallas, sino el que aprende de sus derrotas y vuelve a levantarse una y otra vez. Pase lo que pase. El imperio contraataca fue también la primera vez que escuchamos La marcha imperial que John Williams creó para Darth Vader. Visualmente también es la más estimulante y distintiva de todas las aventuras de la saga, al menos hasta la llegada de Rian Johnson. Una obra maestra.

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