Una hija de Woody Allen, ayudante de excepción de la figurinista española Sonia Grande: Lo hizo fenomenal
Hay dos españolas estrechamente unidas a la filmografía de Woody Allen. Una de ellas es Penélope Cruz, que obtuvo su Oscar gracias a la película Vicky, Cristina, Barcelona del neoyorquino. Pero hay otra mujer que se ha convertido en una figura esencial para el director. Su nombre es Sonia Grande. Ella fue la responsable de los vestidos flapper de Marion Cotillard en Midnight in Paris, los románticos atuendos estilo años veinte de Emma Stone en Magia a la luz de la luna –una producción que requirió 3.000 trajes casi todos rescatados de anticuarios y tiendas de segunda mano–, el icónico top lencero de la actriz madrileña en el filme que mencionábamos al principio, o el discreto pero efectivo guardarropa contemporáneo de A Roma con amor.
Ganadora de dos premios Goya por La niña de tus ojos y Mientras dure la guerra, la figurinista que vistió a Meryl Streep en No es tan fácil es también una de las favoritas de Pedro Almodóvar, quien ha contado con ella para La Voz Humana, su recién estrenado cortometraje junto a Tilda Swinton y cuyos magníficos modelos de Balenciaga dejan sin respiración.
Su última obra con Woody Allen es Rifkin’s Festival, que se presenta hoy en San Sebastián y que cuenta con la también española Elena Anaya en el reparto. "Tengo muy buena relación con Woody, de trabajo, de entendimiento… Jamás lo he visto enfadado con el departamento de vestuario. Creo que nos llevamos muy bien. Cuando planteo los personajes no suele haber cambios, ni problemas. Para mí, rodar con él es un placer, porque sus guiones son estupendos, y me gusta mucho su proximidad como maestro", nos cuenta por teléfono. "Lo admiro muchísimo".
Curtida en en análisis histórico tras trabajar en películas como Los Otros o la vestimenta indígena de También la lluvia, Grande se siente igual de cómoda buceando en Zara, Loewe o el catálogo de Van Cleef & Arpels. "Es la Sherlock Holmes del vestuario", dijo de ella en una ocasión Anne Seibel, diseñadora de producción de Woody Allen. Sobre su reciente colaboración con él, nos avanza: "Él siempre retrata una sociedad de intelectuales, gente rica, un mundo amable, aunque luego suceden cosas tremendas. Pero en esta película había unas partes muy bonitas en las que hubo que recrear algunas obras maestras, hitos, de época. Una parte que se juega en blanco y negro, y otra, la vida real, que se juega en color".
Aunque ya había colaborado cuatro veces con Woody Allen, esta vez ha sido algo más especial. En su equipo de vestuario contó con una ayudante de excepción: una de las hijas del director, Bechet, a quien adoptaron él y su mujer Soon-Yi a los seis meses de nacer en China. Hoy la joven tiene 21 años, y estudia Arte y Cine en el Bard College, un centro universitario privado de artes liberales ubicado en Annandale-on-Hudson, en Nueva York. Habla varios idiomas, toca la guitarra española y sale con Ogden Huntington-Olivas, que regenta una librería de segunda mano. Ella es la mayor de las dos hijas que acogieron Woody Allen y Soon-Yi. La pequeña, Manzie, es un año menor. Bechet siempre suele viajar con Allen y Soon-Yi a las localizaciones, y pasó el mes de julio de 2019 con sus padres en San Sebastián mientras se rodaba Rifkin’s Festival. No sin un pequeño percance: tuvieron que extirparle el apendicitis estando allí.
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Interesada en el diseño de moda, el arte y la profesión de su padre, decidió ofrecer su ayuda durante la producción. Así fue como surgió todo: "Me escribió ella, superamable: ‘Por favor, me gustaría muchísimo…’. Yo le dije: ‘Tendrías que hacer el trabajo más bajo del departamento, porque no tienes experiencia’. Y ella contestó: "Sí, sí. Hago lo que tenga que hacer’. Y empezó, y la verdad que como tenía talento, se fue integrando en el equipo", rememora Grande.
Aunque era la hija del director, no puso pegas a cargar y descargar camiones, llevar y recoger los paquetes de ropa o ponerse a planchar. "Ella estaba dentro del equipo, como meritoria, y lo hizo fenomenal. Es una chica a la que le gusta mucho el mundo de la moda y es muy creativa. Creo que tiene mucho talento, es muy artista", revela la diseñadora.
Hubo tanta sintonía entre las dos, que quedaron en que Bechet se uniría después a la siguiente película en la que iba a participar Grande. "Se iba a venir a España a trabajar conmigo en otra película pero claro, no pudo ser por el covid", lamenta. "Congeniamos, porque le gustó mucho el trabajo. Si tienes vocación, realmente el trabajo es una maravilla", explica. "Para una chica, venir a otro país y trabajar con un diseñador que conoces bien puede ser bastante divertido e interesante. Sus padres estaban muy de acuerdo en que viniera, pero apareció el covid y se truncó el plan". Seguro que surge otra ocasión.
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