Brooke Shields posa a los 57 en la nueva campaña de Skims
Después de fichar a Rosalía como modelo para su firma de lencería o de reunir a las mejores supermodelos de los 90 en una campaña tan nostálgica como viral, Kim Kardashian vuelve a acertar con el casting de las últimas imágenes de Skims, su marca de ropa interior moldeadora. Para presentar la línea de sujetadores que acaba de incorporar a su catálogo de fajas y bodies reductores tras «tres años de desarrollo», la empresaria ha apostado por 50 mujeres de todas las edades, cuerpos y colores de piel. Una defensa de la diversidad encarnada por mujeres anónimas y nombres de sobra conocidos como la cantante Becky G, la actriz Juliette Lewis, la modelo y activista por los derechos trans Indya Moore o la mismísima Brooke Shields, poseedora de unas cejas que la convirtieron en «el rostro de los 80».
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A sus 57 años, Shields ha compartido en su cuenta de Instagram las imágenes en las que posa con los nuevos sujetadores de la firma –que saldrán a la venta el próximo 27 de septiembre– echando por tierra el histórico edadismo que, hasta ahora, ha perseguido a las mujeres en la industria de la moda o el cine. Unas fotos a cargo de Vanessa Beecroft que ya acumulan más de 63.000 likes en su cuenta y miles de comentarios aplaudiendo la belleza de una mujer madura que no tiene miedo a mostrar su cuerpo pasados los 50, a pesar de que en más de una ocasión ha confesado que ha tenido que lidiar con las inseguridades provocadas por su físico.
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Shields revolucionó la industria de la moda –y la sociedad, en general– cuando con apenas 15 años posó para Richard Avedon entonando uno de los eslóganes más míticos de la publicidad contemporánea: «¿Quieres saber lo que se interpone entre mis Calvin y yo? Nada». Sumergida en la industria desde los once meses de vida, y explotada por su madre y manager, Teri Shields, durante el resto de su compleja adolescencia, la modelo ya había conocido la polémica cuando con solo 11 años encarnó en la gran pantalla a una prostituta en el filme La pequeña, sobre la vida en un burdel de la Nueva Orleans de principios del siglo XX. A pesar de la polvareda que levantó aquello –la película fue prohibida en muchos cines–, Shields se convirtió en la novia de América del momento.
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El estreno de la campaña de Calvin Klein y la película El lago azul en 1980 volvieron a situarla en el foco mediático y sus pobladas cejas se convirtieron en las más deseadas de la industria. «Mi madre prácticamente amenazaba con romperle los dedos a cualquier maquillador que se acercara a mí con pinzas de depilar», llegó a decir en una ocasión sobre el rasgo diferenciador que tanto contribuyó a su éxito y que cuatro décadas después sigue siendo su seña de identidad.
Ahora, cerca de los 60, la neoyorquina continúa en activo e incluso recientemente compartió campaña para Victoria’s Secret con su hija adolescente, Grier Henchy, con quien comparte un innegable parecido físico. En 2017 volvió a posar para Calvin Klein en ropa interior haciendo un guiño a las imágenes que la habían encumbrado y ahora vuelve a reafirmar que la «confianza en una misma es sexy», tal y como asegura en uno de los vídeos que protagoniza para Skims. «Lo que más me inspira del cuerpo femenino es su fuerza. Es capaz de todo».
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