El día que Ralph Lauren devolvió Wall Street a la noche de los años 30′

Cuando la Semana de la Moda de Nueva York da su pistoletazo de salida, todo absolutamente puede ocurrir. Y eso, justo, ha quedado demostrado una vez más en el desfile de Ralph Lauren, donde el diseñador presentaba su colección Otoño/Invierno 2019-2020. Lejos de ceñirse a una pasarela al uso, Lauren decidió convertirse en el responsable de regalar a todos los presentes un billete al pasado, en concreto, a las noches de jazz de los años 30.

Ralph tomó Wall Street haciendo de su Ralph’s Club el local de referencia de la noche neoyorquina, como fue entonces el Stork Club, que reunía cada velada rostros como el de Cary Grant, Frank Sinatra o Elizabeth Taylor. Allí, el Art Decó volvió a tomar presencia y junto al jazz en directo, se construyó el perfecto principio para la línea argumental de lo que estaba por venir.

Como bien lo hubiera hecho en su momento Frank Sinatra, fue la cantante de moda Janelle Monáe, como poseída por el espíritu del rey del jazz, la que se puso al frente del micrófono e hizo del desfile de Ralph Lauren una fiesta sin precedentes. Paseos entre los invitados, bailes encima de las mesas y el champán corriendo (literalmente) como si no hubiera un mañana. «Se subió a las mesas, salpicó champán sobre los invitados y hasta se arrastró, estilo Josephine Baker, por el suelo de vuelta al escenario», señalaba The Telegraph.

Monáe consiguió justo lo que Ralph Lauren perseguía: recuperar la esencia de los años 30 para preparar a su moda el telón de fondo perfecto. Y es que, lo clásico y lo actual se sumaban entre las propuestas del diseñador, que parecían recién salidas de la época, pero adaptándose a las noches de nuestro tiempo sin esfuerzo alguno.



Las hermanas Hadid, Taylor Hill o Blanca Padilla, entre muchas otras, sorprendieron con lentejuelas y strass, trajes de noche que evocaban a la época dorada de Hollywood y que ahora también se traducían en monos, guantes largos y la sastrería llevada a otro nivel con esmoquines que se ajustaban a la figura femenina rompiendo barreras entre masculinidad y feminidad.



Esta última se llenaba de toques masculinos con chalecos que completaban piezas sofisticadas, pecheras y trajes satinados en amarillo, rojo o azul klein, que parecían salidos del armario de cualquier artista armado con un saxofón de aquella época. Y, por supuesto, el negro como indiscutible protagonista. Y es que, aunque con fuertes reminiscencias de los años 30, Ralph Lauren ha conseguido trazar una colección de lo más actual desde lo clásico. Un homenaje a aquello de «cualquier tiempo pasado fue mejor». O no.

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