La película que dio el Goya a Blanca Portillo sobre ETA triunfa ahora en Netflix
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Maixabel termina con un grupo de personas de mediana edad cantando una canción vasca en la ladera de una colina. Puede que no suene emocionante, pero es testimonio de la fuerza emocional que tiene la película que puedes ver en Netflix.
Iciar Bollain explora con sensibilidad y buen criterio las secuelas emocionales del terrorismo y transforma esta película española de reconciliación política de la década de 2000 en una película que, sobre el papel, parece un «compromiso político», pero cuyo hilo conductor universal es que el verdadero enemigo nunca es el otro bando, sino nuestro odio hacia él.
La historia real de ‘Maixabel’
El guion se basa en hechos históricos. En 2000, el político vasco Juan María Jáuregui fue asesinado por ETA. Ibon (Luis Tosar) y Luis (Urko Olazabal) son dos de sus asesinos: la revelación de la noticia a la hija de Jáuregui, María (María Cerezuela), mientras juega con sus amigos en un campamento de verano, junto al lago, es la primera de varias escenas desgarradoras.
En 2011, Ibon y Luis están encarcelados y Maixabel (Blanca Portillo), la mujer de Jáuregui, lidera un grupo de ayuda a las víctimas de terrorismo. La decisión de Maixabel de recordar públicamente a todas las víctimas del terrorismo, independientemente de su ideología política, es cuestionada por sus colegas, pero su negativa a ver las cosas en blanco y negro es lo que marca el tono moral de la película, y el guion se basa en sus principios.
La visión de Maixabel encuentra eco en el bando terrorista: el guion trata de sacar a relucir similitudes donde muchos sólo ven diferencias. Diez años después, Luis e Ibon son mayores, más sabios y profundamente infelices: el rechazo de sus antiguos ideales les está poniendo las cosas difíciles tanto dentro como fuera de la cárcel. Cuando se plantea una iniciativa gubernamental de «reuniones reparadoras» entre terroristas y sus víctimas -un plan real que se interrumpió rápidamente con el cambio de gobierno-, Luis decide aceptarla, pero no antes de que se produzca un debate en pantalla, del tipo que tanto gusta a Bollain y a su mentor cinematográfico Ken Loach, entre los presos y su moderadora Esther (Tamara Canosa), que desafía al espectador a enfrentarse a las cuestiones políticas y éticas.
Los efectos a largo plazo en Maixabel e Ibon, y sobre todo en sus familias, representadas por María y la madre de Ibon -el abandono de la causa de él significa que ella es la única persona que le queda, e incluso esa relación está envenenada- se tratan con la debida habilidad, sensibilidad y, sobre todo, equilibrio. Pero son los sobrecargados encuentros cara a cara de Luis e Ibon con Maixabel sobre los que se construye la película. La dignidad y el sufrimiento de Maixabel están magníficamente interpretados por Blanca Portillo, mientras que Olazábal y Tosar ofrecen retratos contrastados de hombres violentos en busca de redención, el primero internamente roto desde el principio, el segundo perpetuamente a punto de explotar de rabia autodirigida.
‘Maixabel’: crítica de la película
Tal vez el elemento más fuerte del guion de Bollain, escrito junto a Isa Campo, sea la forma precisa (y afortunadamente directa) en la que expone al espectador lo que está en juego: en un país en el que el fantasma del terrorismo sigue estando muy presente, la tensión es máxima.
Al buscar la comprensión, aunque tal vez no el perdón, para personas a las que miles de personas consideran simplemente asesinos, Maixabel se compromete a un paseo ético por la cuerda floja que logra magníficamente. Maixabel, como el espectador, se queda atónita al saber que los asesinos de su marido no tenían ni idea de quién era. Si algún inconveniente se le puede encontrar a la película, es la tendencia de la partitura de Alberto Iglesias, atractiva en sí misma, a subrayar demasiado la emoción. El director, el guion y los actores ya han generado toda la fuerza necesaria. Y aún queda un giro emocional: de vuelta a la ladera, una de las cantantes es Maixabel Lasa, la viuda en la vida real de Juan María Jáuregui.
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