Álex Gadea protagoniza ‘Historias de Alcafrán’: «Álex es el primer sorprendido de lo que siente por Marina»
Álex Gadea ha participado en series como L’Alqueria Blanca, El secreto de Puente Viejo, Tiempos de guerra, Seis Hermanas o Toy boy, entre otras, además de trabajar en cine y teatro. Ahora, el actor valenciano es Alejandro ‘Álex’ Subirachs en Historias de Alcafrán, la comedia creada por José Mota y Eduardo Ladrón de Guevara para La 1 en la que durante cinco capítulos ha interpretado al profesor de un pueblo ficticio de La Mancha.
¿Cómo es ese profesor, Álex, que llega al pueblo para hacerse cargo de la escuela de adultos?
Es un profesor primerizo y Alcafrán es su primer destino. Aparece allí con una ilusión tremenda y a partir de ahí comienza a desarrollarse la historia.
¿Cómo es su relación con Marina (María Isasi)?
Álex es el primer sorprendido de lo que le sucede con Marina. Llega al pueblo con Pilar, su novia de toda la vida, con la idea de establecerse en Alcafrán, pero al poco se entera de que su pareja ha sido infiel y rompen la relación. Y, de repente, sin proponérselo, nota que conecta con Marina y se va enamorando de ella. La alcaldesa y él están igual de sorprendidos porque no se lo esperaban.
¿Cómo evolucionará la relación de Álex con los otros habitantes del pueblo?
Cuando llega al pueblo, Álex estaba convencido de que se iba a comprometer poco con la vecindad. Como pasa en las grandes ciudades, uno va al trabajo pero se relaciona con su entorno más íntimo. Pero en Alcafrán todo es distinto. Es un pueblo pequeño y el sentimiento de habitabilidad es mayor y aunque tú no quieras, el resto de los habitantes te sacan de tu casa, bien porque tienes que ordeñar una vaca, bien porque hay una junta municipal y te nombran vocal en la junta del ayuntamiento. Porque hay fiestas en el pueblo y te han dicho que tú debes llevar la bandera y este año te toca a ti hacer el discurso o porque el alguacil se ha puesto malo y te toca reemplazarlo para controlar las obras del cementerio.
Vamos, que no hay más remedio que integrarse sí o sí
Él se va integrando poco a poco en esta forma de vivir comunitaria que se da en los pueblos y en las aldeas. Y descubre que se siente bien, que le gusta ese tipo de vida. Y se relaciona con todos, con el cura, con Avelino y Pere, los del bar, con Matías, el ex alcalde…
¿La serie refleja problemas reales como que cada vez hay menos gente que va al restaurante o la ola de atracos que se viven en los pueblos?
Sin ser la temática central, porque no es una serie que hable de la España vaciada, si se desarrolla la historia en un pueblo de ciento y pico habitantes y esos problemas reales caen por su propio peso. Es más, los niños y jóvenes visualizan un futuro fuera del pueblo. Exceptuando uno, que tengo en la escuela y que a priori se plantea trabajar en la gasolinera, el resto de los chicos quieren seguir estudiando en la ciudad y hacer su vida fuera. No proyectan un futuro en el pueblo, invertir y crecer allí. El tema del restaurante también se pone encima de la mesa. Más allá de la gente del pueblo, no hay salida al exterior, no hay clientes de fuera aunque la carta sea buena, porque solo funciona el boca a boca y eso lleva tiempo.
¿Qué tal el rodaje en Cabanillas de la Sierra, con los vecinos de figurantes?
Hubo una convivencia bonita. Sabíamos que Alcafrán era Cabanillas y viceversa. Todos los vecinos quisieron involucrarse en la serie porque durante el rodaje, que duró cinco semanas,el pueblo tenía vida y los vecinos lo agradecieron. La tasca de la calle principal estaba siempre llena, las plazas también porque se acercaban muchos curiosos… Es lo que sucede en los pueblos, que la vida transcurre en la calle más que en las casas. Hay algo que tiene que ver con las bondades de los pueblos: se renuncia a ciertas cosas como el tema de la privacidad, pero el colectivo tiene más peso y la familia se extiende más allá de las cuatro paredes. Es mucho más fácil sentir así el calor de los demás, la solidaridad y la hermandad.
–Tú empezaste en la interpretación un poco de casualidad, gracias a un profesor que vio algo en ti y ahora tú haces de profesor…
Sí. Yo estudiaba secundaria en el instituto y había sido repetidor varios años, era muy curioso para muchas cosas y, sin embargo, un desastre, un pasota, para otras. Las materias que me gustaban, historia, literatura, lengua, que tienen que ver con lo que ahora es mi oficio, la interpretación, y de lo que me nutro, siempre me han despertado mucho interés. Sin embargo, las ciencias las fui lastrando desde EGB. Con dieciséis años, cuando comenzaba a madurar un poco, tuve la suerte de encontrarme con unos profesores maravillosos y con la optativa de teatro que se coló en el plan de estudios.
¿Tan importante es la educación que recibimos en nuestra vida posterior?
La educación, si no lo es todo, es un porcentaje elevadísimo del futuro de una niña o un niño. Un profesor tiene la capacidad de despertarte cosas que ni tan siquiera son capaces tus padres. La educación es muy importante para el futuro de un país y tener buenos docentes que imparten clases a los chicos, que son permeables como una esponja, es como la escalera que eliges y que te determina el futuro. Los profesores deberían estar pagados de acuerdo a la responsabilidad que tienen, que es mucha.
Álex es un profesor vocacional que iba a dar clases a un grupo de niños de Primaria y Secundaria, pero acaba enseñando a adultos…
Sí, no hay niños suficientes -otra vez el tema de la despoblación-y tiene que dar clase a una escuela de adultos. Ni se plantea rechazarlo porque cree que es una segunda oportunidad para mucha gente que no ha podido desarrollar sus estudios de joven. Allí me encuentro con jubilados, con un sepulturero de 40 años, con un músico inmigrante que es carpintero… Su meta es que saquen el graduado escolar y eso les sirva de motor para seguir desarrollando inquietudes.
Tú eres de Alzira, un pueblo y ahora vives en Madrid, pero tienes una segunda residencia en la sierra norte. ¿Te gusta la vida rural?
Aunque Alzira es como una ciudad pequeña, de 50.000 habitantes, yo me considero de pueblo. De pequeño me pasaba horas y horas en la calle y mis padres estaban tan tranquilos y esa diversión fue estupenda. A los 18 años me vine a la urbe, a Madrid y conocí otro universo. Pero ahora pienso que el equilibrio es lo ideal, por eso tengo una casa en la sierra norte de Madrid y la uso como refugio, aunque me gusta también la ciudad. Como mi trabajo no tiene horario o una rutina laboral, me escapo al pueblo y soy capaz de estar mucho tiempo allí. Con la excusa del confinamiento en primavera, he estado seis meses seguidos, por ejemplo. Y antes de que nos confinasen de nuevo, mi idea era volverme allí porque estar en el campo, en plena naturaleza, es mucho más bonito.
¿Qué haces en el día a día en el pueblo?
De todo. Tengo un terreno y sé por la experiencia de mis padres, que el campo exige. Hay que mantenerlo, hay que desbrozar, hay que podar… A mí me gusta plantar y si no sé algo, nunca es tarde para aprender. También tengo momentos para cocinar, para dar paseos, para leer, para todo.
Plantando vida… en Luna llena. 🌕
A post shared byAlex Gadea (@alexgadea01) on
¿Crees que esta pandemia va a revitalizar lo rural y ayudará a frenar la despoblación?
Ya se está notando. A día de hoy hay cada vez más gente que está buscando alternativas a la ciudad. Por la zona donde tengo mi casa está llegando gente para alquilar viviendas y también para comprarlas. Con esta pandemia se ha visto que se puede teletrabajar desde cualquier sitio y no necesito estar en la ciudad; puedo hacerlo desde la costa o desde la montaña. Es muy posible que hayamos empezado a hacer el viaje en sentido contrario, es decir, que ahora hay un éxodo de la ciudad al campo.
¿Sigues yendo a Alzira?
Sí, porque allí viven mis padres, mi abuela, que tiene 98 años y está al pie del cañón.Y mi hermano, cinco años mayor, que es soldador, un artista con el hierro. Hace forjas preciosas. Es raro el mes que no me acerco a Alzira, a no ser que esté de gira teatral y trabaje todos los fines de semana.
Con El secreto de Puente Viejo tu fama se ha extendido por todo Italia. ¿Todavía recibes mensajes de fans?
Las redes son un termómetro de dónde se están viendo tus trabajos y de repente te llega un mensaje de Brasil, que están viendo series a través de una plataforma o de Italia, donde esa serie tuvo un éxito impresionante y sigue coleando porque la van reponiendo. Que tu trabajo se vea en otros países es una maravilla.
¿Te han propuesto trabajo en series que se ruedan allí?
Me llegaron propuestas, pero yo estaba trabajando en España en series diarias y era muy difícil embarcarme en un proyecto de larga duración allí. Pero sí viajé a Italia a hacer un montón de entrevistas para revistas y para la cadena Telecinco de allí, que era donde se emitía Puente Viejo.
Después de Cyrano de Bergerac estrenaste en el teatro Mariana Pineda, con Laia Marull, en octubre de 2019…
Y seguimos de gira con esa obra. Desde el 26 de enero al 7 de febrero del 2021 estaremos en el teatro Español de Madrid.
¿Puedes compaginar el ritmo de una obra de teatro con una serie de televisión?
Toco madera y espero poder compaginarlo muchos años porque es compatible y me alimentan las dos cosas.
¿Estás preparando algo para televisión?
Tengo la posibilidad de hacer una nueva serie, pero no está cerrado y no puedo decirte más.
Te defines como muy ambicioso, perfeccionista, e incluso un punto obsesivo en tu trabajo. ¿Te marcas metas?
Claro que me marco metas, pero con los años he aprendido que hay cosas que no siempre están en tus manos. Aunque creas que puedes dirigir tu carrera, solo es verdad hasta cierto punto, pero no siempre es posible. Eso sí, siempre sin perder compromiso, sin perder ilusión ni sueños, que hay que mantenerlos vivos.
¿Qué ves cuando echas la vista atrás?
Que años después sigo trabajando en este oficio que me apasiona, que puedo vivir de lo que me gusta. Ése es el éxito para mí. Las protagonistas de la serie Patria son el mejor referente de lo que estoy diciendo. Hay un premio a la resistencia y una oda a la esperanza con lo que están viviendo Elena Irureta y Ane Gabarain. Son dos actrices que llevan trabajando toda la vida -ése es el verdadero éxito- y ahora les llega un proyecto y unos personajes maravillosos. Vamos, que han tenido el premio a una carrera de mucho trabajo, pero que son buenas profesionales de toda la vida. Ellas son un balón de oxígeno para todos, el sueño que todos queremos, pero que no se consigue sin resistencia, sin paciencia y con mucho trabajo.
¿Sigues colaborando con Oxfam Intermon y con AUPA, que cuida perros abandonados?
Sobre todo con Oxfam, porque van renombrando campañas cada dos por tres y llevo más de diez años trabajando con ellos y me siento muy orgulloso. Y con AUPA hice una colaboración hace un tiempo porque conozco a Elena Negueroles, la directora de la Asociación. Hace unos años donó una escultura al pueblo de Alzira sobre un perrito y una gatita abandonados. Mantengo los contactos con ambas asociaciones.
Fuente: Leer Artículo Completo