Carlota Casiraghi debuta en el club de lectura de Chanel con dos ‘looks’ sobresalientes
Chanel ha abierto un club de lectura y Carlota Casiraghi ha sido la encargada de inaugurarlo. No en vano, la embajadora de la maison, ejerce también de coordinadora junto a Virginie Viard de la tertulia inspirada en los encuentros literarios que Coco Chanel organizada en los salones de la calle Cambon. Chanel pone en marcha una iniciativa a través de la que invitará a escritoras y actrices para leer, discutir y compartir su perspectiva sobre su trabajo o el de figuras literarias históricas o contemporáneas que las han inspirado. Es lo que ha hecho Carlota Casiraghi. Vestida con traje blanco de tweed de chaqueta y falda con vuelo de la colección Primavera-Verano 2021, ha hablado para Chanel -la entrevista de unos siete minutos de duración puede verse en la web de la firma y en sus redes sociales- de cómo es su relación con la literatura, con los libros, cuáles son los autores que le han marcado a lo largo de su vida y qué libros se llevaría a una isla desierta.
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Confiesa que para ella entrar en una librería es como hacerlo en una pastelería. “Quiero comprar tantos libros como pueda llevar. Y nunca puedo decidir qué voy a leer, así que cojo más y más”. Es algo por lo que no se siente culpable: “Me digo a mí misma que no es tan malo ser adicta a los libros”. Es lógico que pasándole algo así, la hija de Carolina de Mónaco tenga muchos libros en casa -a veces no demasiado ordenado, “hay montones de libros por todas partes”- y que, incluso, lea “muchos al mismo tiempo”. Las ediciones más especiales las cuida aunque reconoce que los libros más importantes para ella los tiene llenos de tinta, los garabatea, dobla las páginas, los lleva en el bolso… Su relación con los libros es, en ocasiones, como la de muchos. Algunos se le resisten, quizá porque en ese momento no le mueven o “porque hay algo que no queremos buscar”. Los deja, los vuelve a coger… “mi relación con la lectura no es muy académica”, reconoce. Algo así le pasó con El Amante de Marguerite Duras. Cuando lo leyó siendo más joven, “no entendía su voz, no podía acceder a su mundo”. Este verano lo ha releído, devorado en una sentada y ha pensado por qué antes no le llegó suponiendo que hay momentos en los que puedes descubrir libros que en otras ocasiones te pueden resultar completamente extraños.
Cuenta que a una isla desierta se llevaría Elogio del riesgo de su buena amiga la filósofa francesa fallecida en 2017 Anne Dufourmantelle, a quien alaba por su “voz absolutamente única” en su invitación a “sumergirnos en la vida, a arriesgar, la pasión, el amor, la separación…” También se llevaría los Ensayos completos de Montaigne, porque “su escritura es tan agradable de leer” que compara con “dar un paseo” y porque “Montaigne me tranquiliza”. En su isla desierta tampoco faltaría la poesía de Emily Dickinson, porque así aprovecharía para leer lo que le falta de la autora estadounidense.
Reconoce que cuando descubrió a Baudelaire a través de Las flores del mal quedó fascinada, tanto que se obsesionó durante un tiempo con él y quería vivir en su misma época. También le impresionó Cartas a un joven poeta de Rainer Maria Rilke y aún recuerda cómo la frase “la vida es algo serio y difícil’ resonó en mi mente. Fue una lectura memorable”. Del autor austriaco ha hablado Carlota en el primer encuentro con una autora contemporánea, Sarah Chiche, de quien Casiraghi recomienda Saturne, un libro con el que en un primer momento pensó que no podría, que iba a ser demasiado difícil pero que al retomarlo encontró un bonito “viaje hacia la melancolía”.
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Juntas han realizado un perfil de Lou Andreas-Salomé, una de las pensadoras más destacadas del siglo XIX y una de las primeras mujeres en practicar el psicoanálisis sobre la que Chiche ha escrito Une histoire érotique de la psychanalyse. Para este primer encuentro, Carlota viste pantalón negro y blusa negra con seis botones de Chanel. Con el pelo peinado con raya a un lado en un recogido pulido, los ojos ahumados y los labios rojos, resulta una delicia verla y escucharla (hablar y leer) en una ocasión tan excepcional como esta.
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