La evolución de Carolina de Mónaco a través de su pelo: de la melena adolescente a las canas (pasando por las ondas ochenteras)

A sus 64 años recién cumplidos (nació el 23 de enero de 1957), Carolina de Mónaco es referente estilístico que ha hecho de su imagen un icono imperecedero. La princesa combina el glamour heredado de su madre con el clasicismo y la elegancia y ha encontrado en el mundo de la moda su aliado con el que no pasar desapercibida.

Acostumbrada a los flashes desde la cuna. En la década de los setenta era solo una adolescente y ya llevó nuevos aires de estilo a la casa real monegasca, igual que hizo su madre, Grace Kelly, cuando dejó Hollywood para instalarse en el principado. Filántropa y experta amazona, Carolina Louisa Margarita Grimaldi ha sabido adaptarse a las tendencias imperantes y adaptarlas a su estilo aportando un toque personal. También en el peinado. Ha pasado de la melena castaña adolescente a cortes garçon para ser fiel los últimos años al corte francés por encima del hombro e incluso en 2020 ha sorprendido dejando su cabello gris al descubierto, demostrando que las canas pueden ser muy elegantes. Un estilo, el suyo, que transmite su independencia a prueba de todo que manifiesta la satisfacción con la vida que le ha tocado vivir. Consciente de que el mundo le mira, con los años, ha abrazado la comodidad. Así ha evolucionado su peinado.

Melena natural

En la década de los setenta, con poco más de 20 años, Carolina conoció en París a Philippe Junot, donde ella se había trasladado para estudiar filosofía en la Sorbona, tras abandonar la carrera de ciencias políticas. Su vida de casados era un frenesí de fiestas, viajes y bailes, siempreinmortalizados por los paparazzi. En esos años, la joven llevaba una melena por debajo del hombro con matices rubios en el flequillo que le dulcificaban el rostro. Son varias las imágenes de la época que atestiguan que a Carolina le gustaba recoger el cabello con dos grandes horquillas laterales.

Recogido de boda

La mayor de las hijas de Grace Kelly y Raniero III se ha casado tres veces. La primera boda de Carolina de Mónaco tuvo lugar en 1978, cuando dio el sí quiero a Philippe Junot con un vestido de Marc Bohan para Dior, con mangas campana, corte a la cintura, bordados y estilo boho. El pelo lo llevó recogido con un peinado muy setentero peinado con raya en medio, y adornado un espectacular tocado de flores blancas, ya icónico, del que caía un sencillo velo de tul.

Aquellos maravillosos años

Tras un fallido primer matrimonio, Carolina encontró la paz y la tranquilidad con Stefano Casiraghi, su segundo marido y padre de sus tres hijos. Carolina y Stefano eran una pareja joven, guapa que parecía muy armoniosa. Por supuesto, no faltaron las fiestas, pero también fueron añosde tranquilidad y disfrute familiar. Carolina estaba relajada y así lo reflejaba en su larga y cuidada melena castaña.

Rizos ochenteros

La monegasca ha seguido las tendencias a su propio estilo. La permanente rizada fue un boom en la década de los 80 y Carolina sucumbió a los encantos de llevar su melena castaña con rizos. Un peinado muy de moda que aportaba dinamismo y jovialidad.

Recogidos impecables

Si hay una fecha señalada para la familia Grimaldi es el anual Baile de la Rosa. El baile benéfico que celebra la llegada de la primavera bajo una temática diferente en cada ocasión implica un derroche de estilo. En el último que bailó junto a su segundo marido, el deportista y aristócrata Stefano Casiraghi, Carolina llevaba la melena recogida en un moño cubierto de adornos metálicos en dorado, igual que la diadema que le despejaba y daba luz a la mirada. Los complementos llamativos hacían furor en la década de los 80.

Practicidad en los 90

El 3 de octubre de 1990, Stefano Casiraghifallecía casi al instante en un trágico accidente náutico. Carolina de Mónaco apostó por guardar su lutoalejada de la corte y los flashes y se mudó con sus hijos al tranquilo pueblo francés de Saint-Remy de la Provence para apostar por un estilo de vida sencillo y relajado en el campo. Alejada del ruido mundano, su imagen de esta época representa su momento vital: sin adornos superfluos y en una apuesta por la comodidad, como se refleja en la melena castaña más corta de lo habitual. Práctica y eficaz.

Vuelve el movimiento

El 23 de enero de 1999, en una ceremonia secreta se casaban Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover, su amigo de toda la vida y Carolina añadió el título de princesa de Hannover. A punto de entrar en el siglo XXI, la monegasca luce su sempiterna melena castaña con capas y flequillo ladeado. Un corte natural y muy a la moda.

Su sello

Carolina ha hecho de la melena recta su sello de identidad en los últimos años. Si bien oscila su largura, no suele dejarla más larga que la altura del hombro. Para ocasiones especiales y de gala, la princesa recoge el cabello en recogidos que le despejan la cara y corona sus estilismos con joyas o tocados.

Con canas

La princesa reapareció públicamente durante las celebraciones del Día Nacional de Mónaco con una melena en la que no ocultaba las canas al más puro estilo doña Letizia. Los mechones más próximos al rostro se veían prácticamente blancos, mientras que la parte posterior de su cabello mantenía su castaño claro natural. Como complemento a su melenita suelta, lució una diadema trenzada en negro de Jennifer Behr, uno de los accesorios para el pelo favoritos de las royals y celebrities.


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