El romance entre la princesa Ana y su guardaespaldas: los dos estaban casados, tenían hijos, un código secreto y ella se hacía llamar ‘señora Wallis’
En la cuarta temporada de The Crown, la princesa Ana le pide a su madre, la reina Isabel II que no aparte a Peter Cross de sus funciones como escolta, con quien mantiene una supuesta relación paralela a su matrimonio con Mark Phillips. "Es lo único que me hace feliz", le suplica la princesa.
El rumor del affair regresa con la serie en medio de una polémica por haber restado realidad y añadido ficción a lo que realmente ocurrió en el seno de la familia real británica en la época que esta última temporada recrea con Carlos, Diana y Camilla como grandes protagonistas aunque con historias paralelas a tener en cuenta como la de la princesa Ana y Peter Cross. Gillian Nicholls, expareja del guardaespaldas personal de la royal, es ahora quien confirma lo que hace años contó el propio Cross: que sí, que efectivamente ellos fueron amantes. Ella supo de aquella relación, como ha contado a Daily Mail. Cross y la princesa Ana se siguieron viendo después de que dejara su cargo, y Nicholls los sorprendió en varias ocasiones hablando por teléfono en secreto a principios de la década de los 80. Cuando ella le telefoneaba a la oficina donde ambos trabajaban usaba el curioso pseudónimo de Señora Wallis -quién sabe si en memoria de su tía abuela Wallis Simpson la mujer por la que abdicó el rey Eduardo VIII en su hermano Jorge VI y acabó convirtiendo a Isabel II en reina de Inglaterra-.
"Su romance con ella siempre eclipsó nuestra relación", ha recordado ahora. Era "como si ella estuviera allí de fondo". Pero todo acabó cuando él vendió su historia a la prensa sensacionalista en 1985, tres años después de que trascendieran los rumores sobre su “relación especial”. Su historia comenzó en 1979 cuando Scotland Yard asignó al sargento Peter Cross al escuadrón de protección real y comenzó a proteger a la princesa Ana. Tenía encontes 29 años y llevaba seis casada con Mark Phillips, con quien tenía a su hijo Peter, de dos años entonces.
Pasaban mucho tiempo juntos. "Nos llevábamos fantásticamente, básicamente porque los dos somos personas francas a las que les gusta tener los pies en la tierra", explicó Cross en su momento. "Era como cualquier otra mujer en esa situación: muy sola y aislada. Nos hicimos muy cercanos porque creo que la princesa apreciaba mi punto de vista sobre la vida. Siempre fui muy sensato y hablé francamente con ella". Entre otras cosas, según recuerda el diario británico, la princesa le confesó que le hubiera encantado ser un ama de casa corriente y vivir al margen de la realeza. Y entre confesiones y tiempo compartido surgió algo entre ellos. "Mi mano derecha estaba colgando sobre el brazo de la silla. De repente, se volvió y me miró. Al mismo tiempo, nuestras manos se rozaron y luego se juntaron. Durante unos segundos permanecimos así, como dos estatuas, mirándose directamente a los ojos, con las manos juntas. Luego, de repente, nos besamos", describió el primer beso. La princesa Ana le dijo: "Si alguna vez te apetece un día en el campo, sabes que eres muy bienvenido". "Un día en el campo" se convirtió en su código secreto, una frase que significaba que podían verse, cosa que sucedió con relativa frecuencia durante algún tiempo.
Sus encuentros íntimos, se ha publicado, tuvieron lugar en una cabaña en la finca de la princesa, en su apartamento en el Palacio de Buckingham y en una casa en Ewell en Surrey que le prestó un amigo. Sus sentimientos por “una de las mujeres más fascinantes que he conocido”, dijo el exescolta, estaban “tan cerca del amor”, a pesar de que también él estaba casado con su novia de la infancia Linda y tenía dos hijas pequeñas.
Después de que los rumores sobre su relación se extendieran, llegaran a Mark Phillips y a la reina y Cross tuviera que renunciar -nunca se llegó a saber si Isabel II tuvo algo que ver con aquella decisión, ni siquiera se aclara en la ficción-, los amantes siguieron, al menos, hablando. La entonces mujer de Cross, Linda, contó, como recoge Daily Mail, que la princesa llamaba a su casa con frecuencia entre enero y septiembre de 1981, y recordó en concreto cuando llamó a su marido para decirle que había dado a luz a una niña, el 15 de mayo de 1981, y cuando el 29 de julio de 1981 le telefoneó para contarle que el príncipe Carlos y Diana de Gales ya eran marido y mujer. Llamaba casi todas las semanas. A veces contestaban sus hijas que le decían: “Papá, es par ti, la princesa Ana al teléfono”.
Ese mismo año Cross conoció a Gillian Nicholls. Tras dejar de ser escolta real, encontró un trabajo como vendedor de seguros en una compañía conde Guilliam era la recepcionista. Cross empezó a llevarla al trabajo y comenzaron una aventura. El día que la princesa Ana llamó preguntando por él supo que era ella. Sus llamadas se convirtieron en una constante. “Llamaba mucho a la oficina, a veces a diario, y cuando le pregunté quién era empezó a llamarse señora Wallis, lo que, por supuesto, me hizo pensar inmediatamente en Wallis Simpson. Cuando hablaban por teléfono, cerraba la puerta de su oficina y charlaban durante una hora cada vez”. Le extrañó que llamara tanto ypasaran tanto tiempo hablando que un día le preguntó sobre qué conversaban. Le contestó que de caballos, lo que le resultó más raro aún cuando Guiliam, también entusiasta de la equitación como la princesa Ana, le llevó a ver a su yegua y no le interesó demasiado.
Cross acabó dejando a su mujer en 1983 y se fue a vivir con Guillian. Continuaron siendo pareja dos años más, hasta que un día, tras unas vacaciones en Canarias, él la dejo sin darle muchas explicaciones. Cross había conservado durante todo ese tiempo una fotografía de princesa Ana firmada y enmarcada en el cuarto de invitados. Seis semanas después de la ruptura, él se casó con una dentista a la que había conocido unos meses atrás y contó su historia con la hija de Isabel II a The News of the World. En 1984 se dijo que había pedido 600.000 libras por confirmar unos rumores que habían saltado a la prensa hacía ya dos años. Guilliam recuerda que le acompañó a una cita con alguien sobre un supuesto libro al respecto que nunca llegó a publicarse. “Él siempre dijo que nunca le haría daño. Pero al final la traicionó”.
La princesa Ana, por su parte, se separó de Mark Phillips en 1992, después de que también a él le asaltaran los escándalos amorosos y de que la prensa publicara una serie de cartas de amor intercambiadas entre ella y el comandante Tim Laurence, uno de los ayudantes más cercanos a la reina. Ese mismo año Ana y Tim se casaron en Escocia sin ningún alarde, como ha seguido siendo desde entonces, cuando están a punto de cumplirse, el 12 de diciembre, 28 años.
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