Ni Naomi Watts ni Emma Corrin: La Lady Di que quieres (y necesitas) es la que va a interpretar Kristen Stewart en Spencer
Llamadnos cínicas, pero en el año de la pandemia nos sentimos mucho menos identificadas con la chica que vive un cuento de hadas que con la mujer que, tras despertar de la fantasía, le da un bofetón al príncipe que se ha propasado con ella y se marcha en busca de una habitación propia. Y esto es exactamente lo que piensa hacer el director chileno Pablo Larraín con Spencer, su próxima película, que se sitúa en el fin de semana navideño en que Lady Di decidió que su matrimonio con Carlos de Inglaterra no tenía futuro y que, por mucho que le pesara a la corona británica, ella se bajaba del show de los Windsor. Al frente del casting estará una acertadísima Kristen Stewart y te aseguramos que esta historia de príncipes infieles, princesas sufridoras y monarcas de hierro te va a llegar al corazón mucho más de lo que imaginas.
Reconozcámoslo: todas, en algún momento de nuestra vida, hemos sido Lady Di. Y no porque nos hayamos casado con gran pompa y vestido merengue con un heredero del trono, sino porque, en cierto momento, nos dimos cuenta de que ese príncipe azul en el que habíamos invertido tanto tiempo e ilusión nos había salido rana y era hora de mandarlo de nuevo a su charca y abrir un nuevo sendero vital. Y esa, amigas, es una decisión difícil, que requiere conversaciones incómodas, explicaciones a la familia, puede que algún psicólogo infantil y un doloroso reparto de los bienes comunes. Consuélate: al menos, tú no tuviste que esquivar paparazzi ni oír en prime time cómo tu marido aspiraba a ser tampón en la vagina de la mujer con la que te estaba poniendo los cuernos.
De hecho, hacía falta valor para desafiar a la institución más respetada de Inglaterra, la monarquía, y Diana Spencer no había recibido la menor educación para prepararla para algo así. Sin embargo, lo hizo, con voz quebradiza y mirada de cervatillo, y rehízo su vida paso a paso, desde su revenge dress (aquel vestido negro que lució para bailar con John Travolta tras su divorcio, y que había considerado demasiado atrevido en sus años de princesa) hasta sus romances con herederos saudíes. ¿Cómo no vamos a preferirla a la joven pánfila que se creía tan afortunada en el carruaje que la llevaba a la Catedral de San Pablo?
Hay tres razones más por las que tenemos fe en que Spencer (que empezará a rodarse en Inglaterra en unas semanas) será la película definitiva sobre la siempre fascinante Lady Di. La primera es que la dirige Pablo Larraín, que ya retrató a otra gran dama en duelo en Jackie, con una Natalie Portman como protagonista. La segunda, que el guion está a cargo de Steven Knight (creador de Peaky Blinders).
Y la última y puede que más importante es la elección de Kristen Stewart, que ahora mismo está concentrada en dominar el acento británico y en cultivar el aire de misterio que el director desea imbuir en el personaje. Stewart es la actriz perfecta para interpretar a esa princesa Diana que sale de Matrix dispuesta a afrontar el mundo real, y no solo porque tiene de serie los ojos dolientes del alma machacada por el destino, sino porque ella misma vivió, siendo muy joven, la versión celebrity del cuento de hadas.
Protagonizó Crepúsculo, una trilogía juvenil convertida en taquillazo, que la llevó a ser adorada por millones de adolescentes en todo el mundo, y coronó el pastel de la fama con un romance con su compañero de reparto, Robert Pattinson… Hasta que tuvo un desliz con el director (casado) Rupert Sanders y todo aquel amor se convirtió en odio. ¿Quién mejor que ella puede interpretar ese momento en que alguien decide ser persona y no personaje, aunque eso le ponga a todo el universo en contra? Por cierto, que Kristen sobrevivió a la caída, proclamó a los cuatro vientos la bisexualidad que otros querían que ocultara y demostro que sus capacidades interpretativas iban mucho más allá de las mangas hasta los nudillos y la mirada compungida de Bella, la protagonista de aquella saga vampírica. En resumen: se empoderó a lo grande. Ojalá Diana hubiera tenido tiempo para hacer lo mismo.
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