Todo a lo que renunció Matthew McConaughey para que Hollywood volviera a tomárselo en serio

Pocas carreras en Hollywood han dado un giro de 180º como la de Matthew McConaughey. Aunque su debut en el cine lo hizo en Tiempo de matar, drama antirracista estrenado en 1996 que provocó que la prensa especializada lo vendiera como el nuevo Paul Newman; su olfato para elegir sus siguiente proyectos no estuvo a la altura de semejante etiqueta.

Tanto es así que durante la primera década de los 2000 los estudios ya solo le llamaban para protagonizar comedias románticas como Planes de boda o Los fantasmas de mi exnovias. Cintas que tuvieron un moderado éxito de taquilla que provocaron que la crítica acabara dándole la espalda. Sí, McConaughey ganaba mucho dinero con ellas, pero ya nadie le consideraba alguien serio capaz de hacer historia en el séptimo arte.

Y así habría seguido de no ser porque llegó un momento en el que el propio actor decidió cortar por lo sano esta inercia para reinventarse. Un cambio radical que llegó justo después de conocer a la que pronto se convertiría en su mujer, Camila Alves, con la que sigue felizmente casado.

“De pronto me vi convertido en el chico de las comedias románticas. Eran divertidas, eran fáciles de hacer, me gustaba estar en ellas. Además me pagaban muy bien. Lo suficiente como para cubrir los gastos de alquiler de la casa en la playa en la que me gustaba correr sin camiseta. Era feliz”, recuerda McConauhey en el podcast Pardon My Take, donde ha hecho un interesante repaso a su vida.

“Pero llegó un momento en 2008 el que mi vida comenzó a ser verdaderamente plena. Acababa de tener un hijo. Por fin había sido padre. Había conocido a la mujer con la que quería pasar el resto de mis vida. Me reía más alto que antes, estaba más enamorado que nunca. Ya no tenía rabia dentro, solo felicidad. Pero mi trabajo no acompañaba ese estado de ánimo. No me llenaba”, explica.

Matthew necesitaba un cambio. Quería participar en películas más serias con las que recuperar su prestigio como actor. El problema es que Hollywood no se lo iba a poner nada fácil. Tanto que después de pasarse seis meses diciendo no a todas las películas románticas le hicieron una oferta que creían no podía rechazar. Nadie en su sano juicio lo habría hecho.

“En 2010 me ofrecieron 14,5 millones de dólares por rodar una comedia romántica. No sé que película era, pero la rechacé. Si no podía hacer lo que quería, tampoco iba a hacer lo que no me apetecía hacer. No me importaba el precio que tuviera que pagar a cambio”, afirmó el actor, que se arriesgaba a que su momento en Hollywood pasara para siempre y llegara otro ocupara su lugar. Era una apuesta de todo o nada.

“Y así me pasé un año, esperando a que me ofrecieran algo interesante. Hablaba con mi agente cada dos semanas y siempre me respondía que no había nada. Al final fueron 20 meses de sequía hasta que de repente me ofrecen Killer Joe, y luego Mud, Magic Mike, Paperboy, True Detective… Incluso conseguí que financiaran Dallas Buyers Club” enumera recordando algunos de sus papeles más emblemáticos de los últimos años.

Uno de ellos, el de Dallas Buyers Club, incluso le hizo ganar su primer Oscar al mejor actor en 2013. Premio que logró por fin que nadie volviera a acordarse de aquel tío que salía sin camiseta en todas las comedias románticas. Solo Tom Hanks había experimentado un cambio así de radical antes.

“Cambié mi marca en esos 20 meses y nadie me vio venir. La industria cambió su percepción sobre mí. Ya nunca volví a salir en los tabloides caminando sin camiseta por la playa De repente ofrecer a Matthew McConaughey un papel dramático era una buena idea, algo fresco, algo que nadie habría considerado 20 meses antes”, presume con la felicidad que solo puede dar saberse ganador de una jugada perfecta.

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