Belén López, esposa del conde Louis de Limburg-Stirum: La princesa Leonor tenía unas zapatillas con ruedas que no sabía cómo funcionaban. Mi hijo le enseñó
Tras escuchar el discurso del rey Felipe VI el pasado 18 de marzo por la crisis del coronavirus, la española Belén López Montero, (Madrid, 1965), esposa del conde belga Louis de Limburg-Stirum, decidió actuar. “El rey anunció: ‘Todos somos parte de la solución de esta crisis’. Y aquello me inspiró mucho. Llamé corriendo a mis hermanos. Compramos mascarillas y, como teníamos alcohol de sobra, lo convertimos en hidrogel desinfectante. ¡Y en tiempo récord!”, cuenta la empresaria. Unos días más tarde, el producto se distribuyó a través de Cáritas en hospitales y residencias de ancianos. “Desde pequeña me han enseñado a ponerme al servicio de los demás”, añade Belén sin darse importancia.
Habitualmente, las empresas que esta licenciada en Derecho gestiona junto a Juan Antonio, Pedro José y Elías, sus tres hermanos, se dedican a un sector diferente. Con Altosa fabrican aguardientes, destilados y alcohol como el coñac François Premier; con Verum producen vinos en la extensa finca que poseen en Tomelloso, Ciudad Real, y que ha pertenecido a la familia desde hace 300 años. Su madre es María Victoria Montero, presidenta del conglomerado y amiga de la infanta Pilar, y su padre, Juan Antonio López, fallecido en 1996, fue un reconocido bodeguero y empresario.
Los caldos de los López Montero han conquistado al mundo. “Al sumiller de Akihito, el que fuera emperador de Japón, le encantan y nos ha hecho algunos pedidos. Coincidí con la emperatriz Michiko en el funeral de la reina Fabiola de Bélgica. Me sorprendió lo encantadora que fue conmigo. ¡Me invitó a visitar el Palacio Imperial de Tokio! Todavía no hemos ido”, confiesa. La condesa consorte de Limburg-Stirum ha pasado el confinamiento en su castillo de Huldenberg, en Bélgica, muy cerca de Bruselas. La acompañan su marido, Louis, un prestigioso diseñador industrial entre cuyos clientes se encuentran marcas como Hermès, y sus dos hijos, Jean Thierry, alumno de Derecho en la Universidad Católica de Lovaina, e Inés Victoria, estudiante de Comunicación en la European Communication School de Bruselas y futura debutante en Le Bal de París.
Belén está acostumbrada a tratar con la realeza. De hecho, forma parte de ella. Su suegra es la princesa Hélène de Francia, hija de Henri, el ya fallecido conde de París y pretendiente al trono francés. Su suegro era el conde Evrard de Limburg-Stirum, miembro de una legendaria dinastía de aristócratas. “Nunca tuve miedo de formar parte de una familia real. Me facilitó las cosas mi optimismo, la ayuda de mi suegra y la generosidad de la reina Fabiola”. La aristócrata habla con familiaridad sobre la reina española de los belgas. “Era amiga de mi suegro y lo ayudó a prepararse para la muerte. ¡Filosofaban durante horas!”, recuerda.
Por nuestra conversación también desfilan la princesa Isabel, hija de los reyes de Bélgica, Felipe y Matilde, a la que la familia trata con frecuencia, y don Juan Carlos, el rey emérito, también consumidor de sus vinos. “Hace unos años mi marido y yo fuimos a visitarlo a la Zarzuela. La princesa Leonor tenía unas zapatillas con ruedas que no sabía cómo funcionaban. Mi hijo le enseñó”. Belén conoció a su marido en casa del marqués Henri de Assche en 1995: “¡Fue un amor a ciegas!”. La española había aterrizado en Bruselas tras conseguir una beca para trabajar en el Parlamento Europeo. Meses antes, había comprado un libro premonitorio. Se trataba de Moi, Marie-Antoinette, la obra que la abuela de su marido, Isabel de Orleans, condesa de París, había escrito sobre la reina.
Louis y Belén se casaron en 1996 en Tomelloso, tan solo 10 días después de la muerte del padre de ella: “Gala quita luto. Al ver el cariño de mi pueblo volcado conmigo, lo sentí cerca”. La prensa destacó su peinado, obra de Ruppert, su vestido, firmado por Caprile, y la cantidad de miembros del gotha que asistieron. En cambio, Belén es hoy famosa por su solidaridad.
OTROS NOBLES SOLIDARIOS
Estos son algunos de los aristócratas que han ayudado a luchar contra el coronavirus.
VICTORIA DE BORBÓN. Markos Nomikos fue uno de los primeros empresarios en reaccionar a la crisis sanitaria del COVID-19 en Grecia. El naviero heleno, marido de la menor de los cinco hijos de Carlos de Borbón-Dos Sicilias —el fallecido duque de Calabria— y la princesa Ana de Orleans, participó en la donación de 10 millones de euros que recaudó la Asociación de Armadores Griegos gracias a la colaboración de otros conocidos clanes como la familia de Ioanna Vardinoyannis, exmujer del español Antonio Fournier.
ROCÍO BARREIROS. La marquesa de Vivola, hija de la mecenas Mayte Spínola, elaboró junto a sus amigas aristócratas Ana García de la Mata, Laura Herranz y Mar Taillefer 12.000 batas que se repartieron en hospitales y centros de Toledo. “Nos animamos al ver que Begoña Elzaburu [marquesa de las Claras] y sus hijos lo estaban haciendo. Nos mandaron un tutorial y decidimos apoyar esta iniciativa”.
SOFÍA DE HABSBURGO. La hija de los archiduques Ferdinand y Helen de Austria vive en Roma y se ha volcado en la reconstrucción económica de Italia. La que un día fuera reina de la noche de Marbella distribuye unos bolsos creados por mujeres de la localidad de Sant’Angelo cuyos fondos se destinan a mitigar los efectos de la pandemia.
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