Brianda Fitz-James Stuart: De pequeña iba al armario de mi madre, cogía la tijera… Y raca-raca. También me he llevado toda su ropa de Loewe, me la pongo un montón

En la etiqueta de Nuevo Mundo, la nueva colección de Brianda Fitz-James Stuart (Madrid, 1984) para Trucco, hay un mono. En concreto, un tití común. "Me encanta pintar animales, y me enamoré del tití común cuando, investigando para uno de mis proyectos, leí que se trataba ‘del mono más pequeño del Nuevo Mundo’, que era como llamaban al continente americano en la época del Descubrimiento", explica la artista. "Me pareció precioso, imaginativo y, además, creo que es un guiño a mi parte clásica pero también a la actualidad: ahora estamos en un nuevo mundo", reflexionó la joven durante la presentación de las prendas, que se celebró estos días en un estudio de arquitectura de Madrid.

Nuevo Mundo no es la primera colaboración de la ilustradora con una marca de ropa, ya que Brianda ha trabajado para firmas como Gucci. De hecho, sus comienzos profesionales están estrechamente ligados a esta disciplina, que estudió en Madrid antes de pasar una temporada en Nueva York. Su primer empleo en la firma independiente La Casita de Wendy la animó en 2014 a lanzar su propia marca de ropa, Planet Palmer, junto a Ana Rodríguez García e Isabel Fernández de Castro. Pero hace un par de años Brianda decidió centrarse en su verdadera pasión: la pintura. Eso sí, su estilo -que, como ella misma admite, "resulta fácilmente reconocible, por lo característico que es"-, le permite continuar con su vocación inicial.

“Cuando compongo una obra me sale un estampado", dice enfundada en un dos piezas de la colección que ha creado para Trucco, un conjunto tan original como confortable. "Yo quería hacer algo vaporoso, cómodo. Creo que después del encierro es lo que apetece, no las cosas rígidas. Por ejemplo yo ahora no aguanto un pantalón vaquero en casa. Me lo pongo cuando salgo por la puerta. Quería hacer cosas muy cómodas, bonitas, elegantes y versátiles, que lo mismo te lo pones en casa y estás fenomenal como te arreglas y vas estupendamente",insiste. En Nuevo Mundo hay de un vestido estampado a una sudadera marinera, un chaleco de punto o un pantalón blanco. "Me va a hacer mucha ilusión ver a alguien por la calle con algo puesto", reconoce Brianda, que hace especial hincapié en la confección de las prendas, en los tejidos naturales -hay lino, algodón orgánico, seda-, y en que se trata de una propuesta apta para mujeres de todas las edades.

Entre sus hipotéticas fans se encuentra, naturalmente, su madre, María Eugenia Fernández de Castro, de quien Brianda ha heredado no ya el interés por la moda, sino una fabulosa colección de prendas y accesorios. "De pequeña me iba a su armario armada con una tijera… Y raca-raca… Mi madre lo llevaba bastante bien. Ya de adolescente me llevé toda su ropa de Loewe, de cuando fue relaciones públicas de la marca, y me la pongo un montón. ¡Ah!, y de otra de las firmas que llevaba, Plein Sud, chaquetas con unas hombreras… Me chiflan”, revela la artista, que pertenece a una de las familias más aristocráticas y populares de España: los Alba. De hecho, se suelen comparar sus inquietudes artísticas con las de su abuela Cayetana, XVIII duquesa de Alba, fallecida en 2014.

Con su padre Jacobo, conde de Siruela, fundador de la editorial del mismo nombre y de la que dirige en la actualidad, Atalanta, considerado el intelectual de la Casa, Brianda comparte la pasión por la lectura y el arte. "Me encantan los siglos XVIII y XVII. Incluso en moda. Si no fuera por el corsé, que es un horror… Veo muchas películas de época para inspirarme, porque esos siglos son una fantasía", cuenta la joven, que ha crecido rodeada de obras de Goya o Tiziano, por citar dos de los artistas que han retratado a sus ancestros. "De los cuadros de mis antepasados más que en la moda me fijo en el estampado, el bordado, en el detallito…", explica Brianda, que acaba de visitar la exposición de Guillermo Pérez-Villalta en la Sala Alcalá 31 de Madrid y fantasea con tener La Laguna estigia de Joachim Patinir en su casa del centro de Madrid. "Pero entonces sí que ya no saldría para nada, me pasaría horas mirándola".

De hecho, está tan centrada en pintar -tiene el estudio en el salón de su casa- que apenas atiende compromisos sociales para evitar desconcentrarse. Si el Nuevo Mundo de Brianda está repleto de grullas, monos titís y tejidos fluidos, el de verdad no le va a la zaga. Tan pronto se sumerge en el arte medieval -como hizo para uno de sus libros, Mi universo re-vcreativo, publicado en 2019- como en el movimiento Arts&Crafts o en el Romanticismo. "Tengo bastantes referentes, depende del proyecto. Pero siempre me gusta beber de fuentes clásicas. La búsqueda de belleza de los clásicos, su refinamiento… Sí. Yo soy una clásica".

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