Cómo Carlota Casiraghi y su abuela Grace Kelly aprendieron otra forma de ser princesa gracias a su pasión por los libros
Carolina de Mónaco explica hace poco de dónde le venía su amor por las letras: "Mi gusto por la cultura viene de otra parte, no de mis padres, que no eran ávidos lectores. Se lo debo a los maravillosos maestros que tuve de niña y a la universidad". De ese modo, la hija mayor de Grace Kelly y Rainiero de Mónaco se describía más letraherida que sus progenitores y se refería a clásicos como el Rojo y Negro de Stendhal como uno de sus libros favoritos.
Quizá Carolina tuviera más apego a las buenas novelas que su madre, aunque es con Gracecon quien se puede establecer una mejor comparación con quien es, sin duda, la más leída de los Grimaldi: Carlota Casiraghi, autora e impulsora también de un festival de Filosofía en el Principado. Porque quizás Grace Kelly no fuera tan voraz con la lectura como su nieta, pero tienen en común haber encontrado en los libros otra manera de ser princesas.
Carlota lo ha demostrado incluso en su faceta de imagen de marca, como se pudo ver hace poco en su presentación como musa de Chanel, firma para la que ha querido posar pero también dar a conocer a través de tertulias literarias. “No puedo distanciarme de lo que soy, de mi pasión por la literatura”, explicó en el vídeo de presentación como embajadora de la firma de alta costura. Por eso se ha propuesto traer al presente los encuentros culturales que organizaba la fundadora, Coco Chanel, donde reunía en su tienda de la rue Cambon de París a amigos y conocidos con la sola intención de comentar libros.
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Airearse y promover la cultura
Si para Carlota leer es algo que le sale de manera natural, lo que sí hizo Grace desde el principio fue promover la cultura en Mónaco, incluida la lectura. Como recordaba el escritor Anthony Burgess, autor de La naranja mecánica y residente en el Principado, en el obituario que le dedicó a la princesa "Grace trajo a poetas y dramaturgos. Además convirtió Mónaco en un centro cultural, con conferencias, un congreso anual de televisión, festivales de teatro amateur y recitales de poesía".
Pero esa actividad, que hizo desde su boda, no era suficiente para alguien acostumbrado a rodar de escenario en escenario y alternar con gente de la cultura de un modo más distendido del que le permitía el cargo. De esa inquietud surgieron sus giras para hacer lecturas públicas de poesía
Estreno en 1976
Cuando hacía 20 años que Grace era princesa, se lanzó al ruedo. Sus hijos ya estaban crecidos, ella echaba de menos las tablas y aceptó la invitación del Festival Internacional de Ediumburgo. Era 1976 y su reaparición no pudo tener un escenario más adecuado a su altura: la biblioteca Signet, uno de los edificios georgianos más hermosos de la capital de Escocia. El espectáculo se llamó An American Heritage y consistía en una selección de versos de autores de EEUU con los que se conmemoró el bicentenario de la nación que vio nacer a Kelly. En dicho evento actuó la americana hasta en cuatro años seguidos, siempre acompañada de dos actores: Richard Pasco y Richard Kiley.
El primero era un curtido intérprete shakespeareano amigo de la también actriz Judi Dench, mientras que Kiley era un artista americano muy respetado por sus papeles en Broadway. Uno de los poemas que leyó Grace fue “Wild Peaches”, de la poeta estadounidense Elinor Wylie, versos que hablan de la necesidad de huir de las obligaciones y la realidad.
Una voz sedosa
Según cuenta una crónica del diario The Scotsman de la actuación de 1976, ambos hombres la escoltaban vestidos de esmóquin mientras ella "apareció envuelta en un vestido de noche de color coral más bella que nunca". La experiencia fue tan buena que al año siguiente, la royal repitió acudiendo a Stratford-upon-Avon, donde se homeanjeó a su ciudadano más ilustre con un show titulado A Remembrance for Shakespeare en el que Kelly leyó algunos poemas.
Según explicó su amiga, la diseñadora Vera Maxwell en una entrevista concedida en 1978 al diario The Boston Globe, esa fue una lectura muy de su gusto: "Leer a Dorothy Parker o a Ogden Nash habría sido otra cosa…", explicó una mujer que la visitaba en Mónaco dos veces al año y que daba a entender que la princesa no era muy atrevida –los dos autores citados eran ácidos y polémicos– en sus lecturas. En eso también se diferencia de su nieta, que aunque no se salió del guion, sí escogió a toda una pionera con voz propia para su primer club lectura con Chanel: Lou Andreas-Salomé.
Hay otra diferencia que separa a la nieta de la abuela según se observa en las crónicas que dieron testimonio de la pasión poética de Grace: la voz. En no pocos de esos artículos se destaca su "voz sedosa" y se hace hincapié en el tono, femenino y delicado. Carlota también ha mostrado soltura a la hora de expresarse en público, pero aunque su voz tiene un timbre hermoso, es grave y rotunda. No era el caso de su abuela, de la que sabemos, en parte por la la biografía que le dedicó Donald Spoto que desde el inicio de su carreratuvo algunos problemas para proyectar la voz, especialmente en directo, como le ocurría en el teatro.
Pero la sensación de volver a ponerse ante el público fue tan buena para Kelly que aceptó hacer algunas de esas giras también en Estados Unidos. Muchos vieron en ese proyecto un intento de la royal por volver a los escenarios. Era su manera de seguir en contacto con el mundo que había abandonado desde que entró en palacio, pero el rechazo de los monegascos y las reticencia de su marido, el príncipe Rainiero, así como un asunto relacionado con las suspicacias de Francia por el asunto de los impuestos en Mónaco, frenaron el regreso de Kelly a las pantallas, que debía producirse de la mano de Alfred Hitchcock con quien llegó a firmar un preacuerdo para rodar Marnie la ladrona, cinta que finalmente interpretó Tippi Hedren.
Cuando llegó a EEUU negó demasiadas veces que tuviera intención de volver: "Actuar es un trabajo a tiempo completo y ser princesa también. Y no me arrepiento de haber tomado la decisión de dejar de actuar para casarme", declaró a su llegada. Pero lo cierto es que buscaba la manera de estar en contacto con el mundo quehabía abandonado dos décadas antes: poniendo su voz a documentales, por ejemplo. Pero las giras poéticas fueron una manera más evidente de volver a las tablas.
Su debut en su tierra tuvo lugar en 1978 el Carnegie Hall de Pittsburgh, donde participó leyendo una antología de poemas titulada Birds, Beasts and Flowersy recibió un doctorado honorífico en Humanidades de parte de la Universidad Duquesne. En aquella ocasión la acompañó Pasco, pero en el resto de citas americanas, su pareja de lectura fue el inglés John Westbrook, un actor curtido en el teatro con gran experiencia también como actor y locutor de radio.
Como todos los programas en los que participó Kelly, la selección de poemas la hizo John Carroll, gran promotor de la literatura en EEUU. También fue el encargado de la sesión titulada Evocations que celebraron en la Universidad de Duke (Carolina del Norte). El paso de la princesa por dicho centro quedó recogido en The Chronicle, la revista de launiversidad. Fue la última vez que la princesa ofrcióun recital pues moría dos años después en un accidente de coche que le impidió concer a la nieta con la que podría, seguro que con mucho gusto, comentar libros y autoras en un salón de Chanel.
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